Capítulo IV

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Aleksey   

     Aunque dormí por lo menos unas siete horas me seguía sintiendo exhausto. No habíamos avanzado nada en la investigación para saber quién habría querido matar a mi hermano, Nikoláy. Seguía dándole vueltas en mi cabeza. Durante mis horas de sueño, las cuales no fueron tantas, continuaba escuchando el sonido del disparo y viendo la cara de mi hermano antes de caer al suelo, inconsciente.

        A pesar del tiempo helado me duche con agua fría para aclarar mi mente. Bajé a la cocina y decidí desayunar un plato con cereal de chocolate. Mientras lo comía pensaba sobre los sucesos desde el disparo a mi hermano, luego la persecución en automóvil. Jace... la chica que se atravesó mientras conducía. No pude evitar sonreír al recordar su expresión avergonzada cuando cayó sobre mí, específicamente sobre mi miembro. La piel de su rostro parecía cubierta por pintura escarlata.

        - Hey, ¿por qué esa cara de tonto?- dijo mi padre mientras ingresaba a la cocina- ya casi no te veo sonreír de esa manera.

        No me había dado cuenta que seguía sonriendo- No por nada, papá. Estaba pensando nada más- la verdad es que no me gustaba hablar mucho de mí, soy muy reservado.

        -Aleksey, sabes que puedes hablar conmigo ¿no?- me guiñó un ojo.

        -Parece que hoy estás de buen humor- fue todo lo que dije tratando de cambiar de tema.

        -Bueno la verdad es que la enfermera llamó hace un rato y me dijo que tu hermano puede salir mañana del hospital- me sonrió aliviado- pero dime, ¿en qué pensabas?- maldición, no funcionó lo que pretendía.

        Pensé en darle una oportunidad, habían pasado meses desde la última vez que conversamos de verdad.

        -Sinceramente pensaba en una chica- dije con un suspiro.

        -¿Una chica, eh?- le brillaron los ojos y me sonrió- y ¿quién es ella?, ¿la conozco?-

        -No papá, en realidad nadie la conoce completamente- su mirada se tornó cautelosa -Verás, como te conté cuando andábamos siguiendo el automóvil sospechoso con respecto a lo de Nik, una chica se nos atravesó y por eso perdimos de vista el carro- me estaba prestando toda su atención- ella alega que yo, como conductor, me salté el semáforo. Como sea la llevábamos a vendarse la muñeca que se lastimó y se suponía que no nos volviéramos a ver, pero ayer la vi dos veces.

        -¿Por qué?, ¿dónde?- fue todo lo que dijo arqueando sus cejas.

        -Ya sabes que de vez en cuando salgo a caminar al bosque que queda como a una milla de acá -asintió- bueno pues ayer fue uno de esos días y ella se apareció. No hablamos mucho, en realidad estuvimos juntos como diez minutos -omití el hecho de que su cara aterrizó en mi órgano viril, no era algo que mi padre necesitara saber- de alguna manera se le cayó un collar que se veía muy antiguo y de valor por lo que la busqué con el sistema que tenemos, buscando primero su teléfono celular para luego rastrearlo, así la encontré y se lo devolví. Y bueno pues pensaba en ella, me agrada su presencia.

        Sonrió, antes de comentar algo me miró por unos segundos, después soltó un largo suspiro- Si te agrada, ¿por qué no sales con ella? A ver qué tal- su respuesta me descolocó por un momento, definitivamente no era lo que esperaba que dijera.

        -En realidad, en eso estaba ayer antes de que llamaras- le reproché en broma- íbamos a tomarnos algo en el restaurante donde se encontraba.

        Rió- Perdón por interrumpir, pero tenías que venir a ver los resultados de la búsqueda- se puso serio- de todos modos no sirvió de nada, el vehículo llevaba matrículas falsas- me miró pensativo- Aleksey necesito que hoy recojas un pago que me hacen ahora por la tarde. Es en la parte trasera de la estación de trenes, ya sabes dónde.

Un Amor ProhibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora