9: Lissete.

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Me siento mareada y el dolor parece ir a más, no se cómo tan rápido Lucan de estar a mi lado haciendo presión en mi mano, rasga del borde de su camisa y la enrolla alrededor.

Trato de huir de él pero solo logra acerceme más daño, grito cuando veo que aprieta más su improvisada cura.
La puerta se abre y su beta me ve horrorizado.

-yo me encargo.

Sale del salón y vuelve con un cubo de agua y barias gasas.

Me apartó de su lado cuando me suelta.

-¡No vuelvas a tocarme!

Grito con lágrimas en los ojos.

-Adara tienes que calmarte tu pulso acelerado hace que sangres más.

Lucan se aleja dando espació a ambos.

-déjame ver...

Le enseñó no muy confiada mi brazo lastimado.

Lo analiza bien y coge una gasa empapando en el agua, cuando la roza en mi piel arde como el infierno.

-¡Duele!

Le gritó retirando mi mano.

- es necesario...

La vista se me nubla y todo me da vueltas...

- no me encuentro bien...

Les digo cerrando mis ojos en un intento de centrar mi vista.

Narra Lucan.

Alejado la observo en silencio cuando le oigo decir que esta mal me acerco de nuevo, miro de nuevo su mano y miro a Max quien  me mira serio.

—mi sangre le está quemando por dentro.

Le digo frunciendo el labio mientras busco la pequeña daga.

-¿crees que es necesario?

Pregunta parando mi mano.

Saco la daga y sin ningún cuidado, me corta en la palma y agarro su brazo.

Max la agarra desde atrás, Los ojos de Adara me miran antes de cerrarse por completo.

—¿Crees que funcionará?

Dice poniéndose de pie.

—sangre pura solo puede matarte o salvarte.

La cojo con cuidado y la llevo hasta la habitación donde dormirá.

En la madrugada.

Me remuevo a la vez que abro los ojos estoy y es una habitación, enciendo la lámpara de la mesilla y veo que estoy sola antes de ponerme en pie miro bien la habitación, una bandeja de comida y una gran ventana al otro lado de la cama es lo que más llama mi atención.

Veo mi muñeca vendada y el miedo me inmunda me a dañado sin motivos... sin pensarlo dos veces me levanto e intento llegar a mi escape pero algo en mi tobillo hace que caiga al suelo.

Gimo de dolor me giro sobre mi y veo que estoy atada como un maldito perro.

-Eres más fuerte de lo que me pensaba.

Su voz me sobresalta.

Está al lado de la ventana con los brazos cruzados, Me pongo en pie sin mirarlo vuelvo a la cama solo que esta vez me quedo sentada.

-Come.

Ordena esta vez a lado de la bandeja,
Desvío la mirada y niego con la cabeza.

-no tocaré ni comeré nada que provenga de ti.

Boda entré extraños (1° Parte.) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora