El aire con un salado invadió sus fosas nasales, la arena húmeda acariciaba sus pies y una sonrisa se extendía por su rostro mientras permanecía sentado frente al mar.
Lamento haber tardado, había una...-.
Calla, prometiste que dejarías de disculparte por cualquier cosa-. Giró su rostro mirándolo aún con esa hermosa sonrisa.
Cierto...-. Agitó su cabeza y se sentó a su lado mientras la pasaba un coco.
Necesitaba esto-. Susurro recargando un poco su cuerpo en el del mayor.
Siempre has necesitado una buenas vacaciones-.
Tomó su mano libre y la besó después de unos segundos observando el anillo que el castaño portaba desde hace dos semanas cuando le había pedido que sus vidas se volvieran una sola.
No... Tú eres lo que siempre necesité, tanta calma, tanto amor-. Dejo salir un suspiro para después proseguir. -Donde estuviste toda mi vida-.
Yo creo que eso no importa, lo que importa es en donde estaré a partir de ahora y ese lugar es a tú lado-.
La pareja se encontraba recostada en la arena, al atardecer había pasado y ahora el cielo se tenía de un bonito color escarlata, el viento comenzó a soplar con más intensidad haciendo que Tony sintiera un poco de frío y se acurrucara más contra su pareja quien rodeó su cintura con gusto, después de unos minutos comenzaron a darse pequeños mismos que poco a poco se volvieron en besos cada vez más intensos. Tony se sentó en la pelvis del hechicero y comenzó a mover ligeramente sus propias caderas tratando de despertar su miembro, cuando lo logró, tomó una pequeña cobija con la que se había cubierto antes y libero la erección de su pareja, colocó la tela sobre su trasero aún cubierto y Stephen se encargó de sostenerla. No era un secreto que Stephen era demasiado celoso con su castaño y no dejaría que nadie más viera lo que le pertenecía. Se deshizo de su ropa y fue penetrado con lentitud, una vez que estuvo por completo dentro de él comenzó un suave vaivén, los dulces gemidos del castaño se hicieron presentes y cuando se volvieron más fuertes al sentir las embestidas más intensas unió sus labios en un beso demandante ahogando sus gemidos contra los labios del más alto. Se separaron ante la necesidad de aire y las uñas del más pequeño se enterraron en el pecho ajeno comenzando a hacer el ritmo más rápido y profundo.
Llegaron juntos al orgasmos y el cuerpo de Tony calló en el de Stephen recuperando el aliento solo lo suficiente como para decirle cuánto le amaba.
Día 19: Sexo en sitios públicos