Epílogo.

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Después de una charla sobre lo que pasó, papá salió para hablar con Abraham. Sé que siente todo lo que pasó y por eso quería disculparse con él.

Zed vino a hacerme compañía y a disculparse de nuevo por haber peleado con Abraham.

-Zedy...

-No ahora, por favor. -Me miró, sabía de lo que quería hablar. -Cuando todo esto haya pasado, quizás, pero no ahora que tantas cosas están mal.

Asentí un poco, creo que es lo mejor. Ahora hay tantas cosas que debo superar antes de enfrentarme a una confesión que pueda terminar mal.

-¿Te sientes mejor?

-Eso creo. -Lo miré con una sonrisa torcida. -Pero estoy cansada de todo eso, de todo esto.

-¿A qué te refieres?

-A todo. Estoy cansada de pelear con Abraham, de los recuerdos que me sobrepasan, de las reacciones involuntarias, siento que me asfixio. Ya no puedo seguir así.

Acarició mi mano con cuidado. -Sé que duele, pero estarás bien.

Negué, sintiendo el dolor en el pecho por retener el llanto. -Quisiera que todo esto sea sólo una pesadilla, despertar y que todo lo que ha pasado se borre, aún si eso significa estar sin recuerdos.

-Eso no es posible...

-¿Por qué? -Lo miré, sintiéndome al límite. -¿Por qué no puedo hacer que mi familia no me odie, que ese loco no se hubiera obsesionado conmigo, que el secuestro nunca hubiera ocurrido?

-Lamento que hayas tenido que pasar por todo eso sólo por estar rodeada de nosotros.

-Nadie pudo haberlo evitado, Zedy.

-Ya no pienses más en eso. -Abrió los brazos ligeramente, haciendo una invitación silenciosa que acepté. Acarició mi cabello con cuidado, mientras murmuraba. -No te hagas más daño pensando en algo que no existe, como el hubiera.

Entiendo que pensar en el pasado y todo lo que conlleva no me hace ningún bien, que debí dejar de pensar en Nick, en Daisy, en Dulce hace meses o, por lo menos, debí dejar de sentirme tan culpable por situaciones que no podía controlar o que se salieron de control pero no puedo. Es como un castigo, como si hubiera hecho algo realmente malo que mereciese una pena eterna de sufrimiento y dolor, como si mereciese vivir pereciendo.

-No puedo parar, siento que todo está cayéndose a pedazos frente a mis ojos y no puedo hacer nada por detenerlo, ¡no puedo hacer que se detenga!

Es como si todo se hubiera guardado, haciéndome creer que estaba mejorando y superándolo pero solo lo había enterrado en el fondo de mí, pero de repente estuvo tan lleno que todo el dolor comenzó a desbordarse y ya no podía hacer nada. Estaba estallando en mi cara el no haber mejorado de raíz.

-Dime cómo ayudarte.

-No creo que puedas hacerlo.

-Déjame intentarlo. -Me miró con la tristeza inundando sus ojos, oscureciendo el color selva que siempre brillaba. Sólo puede hacerlo abrazándome como lo hace ahora.

Es inexplicable como Zed, Jacob y Daniell pueden abrazarme sin que sienta terror y ganas de correr, quizás hubiera sido igual con Abraham, pero no mientras peleábamos.

Odio sentirme tan débil, tan frágil, tan malditamente vulnerable. Odio sentir que no soy fuerte y todos tienen que protegerme porque no soy capaz de hacerlo, por sobre todo, odio que todos sientan que tienen que protegerme incluso de mí.

-No todo es tan malo ni esta perdido, te ayudaré a salir adelante, a curar esas heridas.

-¿Por qué siento que no hay más razón para luchar?

Peligro. |TERMINADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora