Capítulo 12.

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Al ver como lo miraba, se acercó a mí. –Eran muchos, peleó bastante tiempo solo contra todos ellos solo para darnos el suficiente tiempo de escapar y además impidió que nos alcanzarán.

–Ellos...

–Solo Drake y el lobo escaparon.

Confirmó ante mi pregunta no formulada, me aterra pensar que Drake sigue vivo y pueda regresar a atormentar a Zed o a dañar a cualquiera de nosotros. No creo que se quede feliz con la derrota, va a volver. Va a volver a atormentarnos.

No puedo ni quiero lidiar con otro enfrentamiento así, donde tengo que quedarme quieta a esperar noticias, a esperar que alguien vuelva y rogar por no recibir malas noticias sobre las personas que amo, sobre la muerte de alguien.

No podría soportar perderlos, no soy tan fuerte.

–Lleva a Zed a alguna habitación. –ordené. –Traeré alcohol y vendas.

–Kacey, sabes que se curará solo.

–Sólo hazlo. –No lo miré al decirlo, fui en busca de lo que necesitaba. Se que se curará solo y no necesita de mi ayuda, pero no puedo estar tranquila viéndolo en ese estado.

Zed es como un hermano para mí, verlo tan herido física y mentalmente me dolió, me rompió el corazón y siento que lo único que puedo hacer por ayudarlo es curar sus heridas. Mis ojos siguen llenándose de lágrimas y se que no podré seguirlas haciendo retroceder así que me apresuré a tomar lo necesario, subir corriendo las escaleras para encerrarme en la habitación donde se encontraba Zed.

Cerré la puerta con el máximo cuidado que pude, tratando de no hacer mucho ruido porque no quería que Zed se despertara, le dolerían más los golpes.

No tenía camisa y parecía dormir, tenía una expresión que combinaba el miedo y el coraje con el desagrado y la tristeza. Me senté con cuidado a su lado y comencé a limpiar las heridas de su rostro con un algodón y alcohol, empezando por su ceja partida, siguiendo por su pómulo hinchado, limpiando el hilo de sangre que salía de su nariz para terminar por su labio partido. Sentí las lágrimas salir, ya no tuve fuerza para volver a detenerlas, solo deje que siguieran su curso.

Cerré los ojos y dejé descansar mi mano en el pecho de Zed, sintiendo como subía y bajaba tranquilamente, sentí una mano en mi mejilla que trataba de limpiar torpemente las lágrimas que no paraban de salir de mis ojos, al levantar la vista me encontré con las joyas esmeraldas de Zed, mismas que me inspeccionaban el rostro.

Ya no tenía esa expresión de coraje de hace minutos, ahora solo había tristeza y pena, tampoco seguía saliendo sangre de su ceja, casi estaban curadas todas las heridas de su rostro.

Sólo había dejado la lámpara de noche encendida con la intención de no despertarlo, por ella solo soy capaz de ver algunas cosas. Las sombras dibujadas en su rostro remarcaron sus facciones duras y bien definidas mientras sus ojos brillaban en la casi oscuridad, sin que pudiera descifrarlos.

Sonrió. –¿Por qué lloras, cariño? ¿Beso tan mal?

Lo abracé con el mayor cuidado que pude, intentando no hacerle más daño mientras él soltaba una risita seguido de un quejido del dolor, supongo que lastimaron mucho sus costillas por lo que reír debe doler. Me siento mucho mejor ahora, el que no haya perdido su sentido del humor me quitó un peso que no sabía que cargaba hasta que desapareció.

Me quedé un poco más abrazada a él, escuchando el latir calmado de su corazón, sintiendo como su pecho sube y baja con una lentitud apacible.

Escuchar su corazón latiendo tan tranquilo mientras siento su mano acariciar mi cabello, me dio mucha paz. Una paz de sentir que estaba bien.

Peligro. |TERMINADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora