Mi nombre es Abidos, hijo de la sacerdotisa Mana y el faraón Atem, aunque en estos momentos de la historia solo mi madre, Anuket y yo mantenemos su nombre en nuestras memorias.
Cuando mi padre sello su alma junto con la de Zorc en el rompecabezas milenario, se le ordenó a Egipto desaparecer todo registro que contuviera su nombre, incluyendo la memoria de todo ciudadano egipcio a excepción de mí familia.
Actualmente tengo veinte años de edad, pero como faraón solo llevó dos. Subí al trono a los dieciocho años, ya que se me considero inmaduro para gobernar a mis quince años de edad, y la verdad es que fue bueno que esperará.
El faraón Atem subió al trono a los dieciséis años gracias a su increíble madures para tomar decisiones. A decir verdad, pienso que mi abuelo hizo un excelente trabajo al educar a su hijo. Sin embargo, yo he sido un dolor de cabeza para los sacerdotes, incluso para mí madre y hermana.
Mi padre o mejor dicho su cuerpo, murió a los treinta y un años, es decir, cuando cumplí quince años. Para mi fue un golpe muy doloroso cuando mi padre tomo la decisión de abandonar su cuerpo, por lo que me volví un tanto rebelde ya que no aceptaba el hecho de no volver a ver a mi amado padre.
Mi madre al ver en lo que me estaba convirtiendo optó por dejar de preparame para ser guardián de la sortija milenaria, debido a que hasta la fecha aun guardo rencor a causa del injusto destino del anterior faraón.
Durante mis cuatro años de preparación para ser gobernante, mi madre ocupó el lugar del faraón de manera temporal, mientras que Anuket comenzó a ser entrenada para ser la siguiente guardián del collar milenario.
Mi hermana Anuket es valiente, gentil y de espíritu fuerte a diferencia de mí. Cuando nuestro padre se despidió de su amada familia ella lo tomo con bastante tranquilidad, mientras que yo sedi a las emociones de irá e inmadurez....RECUERDO...
-Abidos, hijo mío, estoy orgulloso de ti por ser un hombre recto a pesar de que no pude estar a tu lado en los momentos difíciles. Te amo hijo y se que protegeras a Egipto mejor que yo -dijó Atem gentilmente para después proceder a abrazarme.
-También te amo papá, y te prometo que cuidaré bien de Egipto, Mamá y Anuket -respondió Abidos firme pero un tanto nostálgico, para después de ello dirigirse a mi hermana.
-Mi pequeña Anuket, estoy orgulloso de ti; de tu valor, de tu bondad y de tu increíble sabiduría, y por ello te pido seas la mano derecha de tu hermano cuando suba al trono -dijó al abrazar a su pequeña hija.
-Así será Papá, te amo -dijó Anuket con tristeza.
Después de aquellas palabras, el alma de Atem abandono su cuerpo para siempre, dejándonos solo con el recuerdo de un gran amigo, un gran esposo y un gran padre.
Mi madre nos abrazó con dulzura mientras dejábamos escapar nuestra tristeza por medio del llanto, para después de ello hablar con nosotros.-Hijos míos, esta decisión que tomó su padre es dolorosa, pero ha sido lo mejor para Egipto. Sin embargo, ahora que el faraón ha abandonado su cuerpo, solo bastarán algunos meses para que su vida concluya -dijó mi madre firme al mirarnos directamente a los ojos.
-¿Cuánto tiempo tardará en morir el cuerpo de Papá? -pregunto Anuket, quien tenía doce años de edad.
-Un cuerpo sin alma no puede durar con vida por mucho tiempo, así que tal vez muera dentro de un mes o dos -respondió mi amada madre mientras tocaba ligeramente la gargantilla que mi padre le obsequio. -Abidos, cuando el cuerpo del faraón muera tú subiras al tronó como el rey más jóvenes.
-¡No! -exclame para interrumpírla. -Madre, se que en unos días cumpliré quince años, pero aún no estoy listo para llevar la pesada carga que recae sobre mis hombros.
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El legado de mí padre
FanfictionAbidos tercero, siendo el hijo mayor del faraón Atem y la sacerdotisa Mana, narra como ha sido su vida después de subir al trono de Egipto, mientras busca la formar de ser participe de la profecía que traerá a devuelta a su padre. Secuela del fanfic...