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Y ahí estaba JiSung frente a él, con el rostro pálido y conteniendo las lágrimas. ChenLe supuso que el hermano del chico otra vez había hablado de más. Algo mareado por el sueño se apartó de la puerta haciéndole señas al contrario para que pasase.
El mas pequeño entró y de inmediato se tiró al sofá, tomó un cojín y la abrazó fuertemente, como si fuese a desaparecer en cualquier momento.
El de cabello verde lo abrazó por detrás y depositó su cabeza entre el cuello ajeno. El contrario empezó a llorar como si no hubiese un mañana, para ese momento ChenLe lo tenía sujeto con más fuerza.
—ChenLe ¿Y si de verdad estoy enfermo?— Preguntó JiSung entre sollozos, esa frase había rondado por su mente todo el día, y es que la había escuchado tantas veces que empezaba a creerla verdad.
—No, Sung. Tú no estas enfermo, no tienes nada malo, no dejes que él te haga pensar así de nuevo ¿ok? Estas en tus cinco sentidos, incluso podría decir que estas más sano que toda la ciudad junta.
El chico asintió entre el llanto y se dió vuelta para encontrarse con los ojos del contrario. JiSung trató de dedicarle una sonrisa que no flaqueara mientras sentía los dedos de su mayor acariciar sus mejillas húmedas eliminando todo rastro de lágrimas.
—Te odio Hyung— Habló el menor en un tono juguetón que hizo sonreír al chico que tenia al frente mientras golpeaba su hombro sin fuerza.
—Yo también te amo Sungie— Respondió besando su frente.
