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Sus venas picaban y se sentía tan sucio que el liquido carmesí que se deslizaba lentamente por sus piernas era lo de menos. El cinturón marcado en cada espacio de estas, dolía, pero no más que las palabras que rondaban en su cabeza. No quería odiarlo, era su sangre y no quería que se fuera como lo hacían constantemente sus progenitores. Estar solo era su más grande pesadilla.
Aún podía escuchar como intentaba abrir la puerta, le había pasado llave para que él no entrara y sinceramente no se arrepentía.
Colocando la cabeza entre sus rodillas y abrazándose a si mismo empezó a llorar, toda su vida era igual, un patrón vicioso de subidas y bajadas.
Le temía y había llegado al punto en el que a veces ni dolía cuando su hermano le hacía daño, se estaba acostumbrando al dolor y no quería hacerlo; Deseaba revertir cada palabra que él le decía para ser un hombre, cosa que huyendo a casa de su novio no lograría. Sin embargo, esta vez no lo hizo.
No era un enfermo que no podía soportar una simple paliza, de eso intentó convencerse hasta que su celular lo devolvió a la realidad. Gateando por el suelo; gracias al dolor que no lo dejaba incorporarse, fue que llegó a la mesita de noche dónde se estiró con las pocas fuerzas que tenía y tomó el aparato.
NovioDelfín♥~ »Descansabien, note duermas tarde. »Mañana te compraré un Helado. »Te amo💕 ›7;49pm.
Una sonrisa se posó en sus labios instantáneamente, si palizas tenía que recibir para estar con su persona favorita en el mundo, aguantaría quinientas si era necesario.
Como su Delfín siempre decía, tratadeverleellado positivo alascosas. Para JiSung, el lado bueno, su escape de la cruel realidad que lo rodeaba, era él.
