::: Capítulo 1 :::

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Aquella muchacha de ojos verdes y cabello negro azabache, como cada mañana, se encontraba sentada en el jardín de su casa; mientras un hombre poseedor de una mirada verde intensa y piel bronceada la contemplaba desde el balcón de su mansión. Era una costumbre el despertar y encontrarla sentada ahí, con una frescura inmensa y una sonrisa encantadora; deseaba poder acercarse y saludarla, preguntarle su nombre o invitarla a salir, pero por alguna extraña razón nunca se había atrevido, él, que siempre se rodeaba de mujeres, por primera vez se sentía intimidado por esa bella joven. De pronto alguien lo interrumpió de sus pensamientos.

S: ¿a quién miras con tanta insistencia hijo?

E: a nadie padre, no miro a nadie (nervioso)

S: (mirando por la ventana) vaya, veo que tienes interés en la hija de Fernández (sonrió)

E: ¿quién te ha dicho semejante barbaridad? (aparentando)

S: vamos, para nadie en esta casa es secreto que a diario te levantas para mirarla desde la ventana, ¿me lo vas a negar?

E: (desvió la mirada) eso es una mentira, no sé quién te ha contado tal cosa (serio)

S: ¿por qué no vas a saludarla? Tengo entendido que es una chica muy buena y sencilla.

E: ya te dije que no me interesa, ¿por qué insistes en lo mismo? (Cansado)

S: ella ha escuchado hablar de ti, quizá le agrades, me parece que ha cruzado algunas palabras con tu madre.

E: ¿con mi madre? (Sorprendido)

S: sí, ya conoces que Alba habla hasta con el perico si es que le responde (rieron)

E: ¿conoces a su familia?

S: sí, su padre murió hace poco pero fue un socio mayoritario de las empresas hijo, así que tenemos un trato bastante cercano porque Carmela sigue al frente.

E: ¿por qué no está al frente la hija?

S: porque tiene un problema de salud que le impide trabajar, aunque desconozco qué tipo de problema.

E: no sabía, bueno, tengo que irme a trabajar (evadiendo más el tema) te veo más tarde padre.

S: de acuerdo, que tengas buen día (viéndolo salir) ¡ay este muchacho!, cree que puede engañarme cuando claramente se le ve en la mirada el interés por esa joven (sonrió)

>> Paralelamente <<

>> Mansión Fernández Acuña <<

Carmela contemplaba a su hija, esa muchacha que a pesar de lo difícil que durante 18 años le había pintado la vida, siempre tenía una sonrisa para mostrar; una mujer fuerte que soñaba con encontrar el amor verdadero y la felicidad.

C: ¿qué haces corazón? (dulce)

M: (melancólica) recordaba a mi padre, hoy cumple dos meses de haber fallecido.

C: no te hagas más daño, piensa que a él no le gustaría verte así (la abrazó)

M: hubiera dado lo que fuera por no perderlo, me hace mucha falta (unas lágrimas cayeron por su rostro)

C: pero estás aquí, aún vives y tienes que disfrutar (tratando de animarla)

M: me siento mal, fue mi culpa y eso nada lo podrá cambiar (agachó la mirada)

C: ya no recuerdes eso, suficiente es la secuela que te dejó aquel accidente como para que sigas lamentándote por lo que ya no tiene remedio.

M: no creo poder superarlo, es muy difícil para mí, la culpa no me deja tranquila pero trataré de salir adelante (esbozó una sonrisa)

Sedúceme Entre SombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora