Segunda Hora; Monstruo

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El recuerdo de la punta de la navaja en su bolsillo trasero lo hacía sentir incomodo. Lincoln no era el tipo de chico que aceptaba concejos de extraños tan fácilmente, especialmente de vagabundos que vivían en medio de la basura y entregaban partes de viejas navajas manchadas con sangre. –Trotamundos. El dijo trotamundos, Lincoln. –Trató de recordarse eso pensando que quizás haría una diferencia, pero no lo hacía.

No se había sentido bien desde que la purga inició, y no sabía si se sentiría mucho mejor cuando terminara. Las cosas que había visto hasta ahora eran demasiado para que una mente infantil como la de Lincoln pudiera soportarla. Nunca en su vida se había metido en un problema como este. Los problemas pasados: exámenes, brabucones, cambiar pañales. Todo ahora parecía insignificante comparado con perder la vida de un momento a otro.

Lincoln caminó con la cabeza baja mientras trataba de pensar cual sería su siguiente movimiento. Siempre había sido bueno ideando planes, ¿Por qué ahora su cabeza estaba en blanco? No podía pensar en nada que no fuera las muertes que había presenciado hasta ahora. Una parte de él todavía tenía la esperanza de que todo no fuera más que una pesadilla de la que despertaría tarde o temprano. Pero también sabía que aferrarse a esa esperanza sería lo mismo que perder la cabeza en plena purga.

-¡Más fuerte! ¡Jódeme más fuerte, Mateo!

Lincoln escuchó el grito de una chica por una de las esquinas del callejón que daba a las calles. Siempre eran las calles las que estaban más animadas. Al final la guía de supervivencia a la purga de la Internet había resultado ser una total basura sin valor. Si hubiera seguido los concejos de esa guía sin lugar a dudas estaría muerto para este momento.

-¡¿Ves esto Verónica?! ¡Esto es lo que hacíamos en tú propia cama! ¡Aquí tienes lo que todos ya sabían para que lo veas!

Se asomó un poco esperando ver un espectáculo similar al que vio en el anterior callejón con los chicos con mascara de payasos, pero en este caso fue algo muy diferente.

No podía ver muy bien dado a que estaban algo lejos, pero podía ver que tenían un auto: no tenía ningún tipo de adornos ni nada por el estilo, era un auto común de color rojo algo derruido. Tenía unas cuantas abolladuras, pero nada serio.

Una chica vestida de negro y con poca ropa estaba inclinada sobre el capot con lo que parecía ser otro chico empujándola detrás de ella. Había otros dos chicos junto a ellos, uno de los chicos tenía una cámara con lo que estaba filmando a los dos mientras que el otro parecía estar fumando mientras tenía una mano metida dentro de sus pantalones y la movía bastante.

La realización de lo que realmente era no tardó en llegar a la mente de Lincoln. Podría ser un niño de once años, pero no era uno de cinco. La educación sexual son cosas que se estaban empezando a ver a una edad más temprana en estos días, sin mencionar todas las series y programas de televisión que pasaban a plena tarde. Incluso la novela de Lori tenía implicaciones sexuales de vez en cuando, y era una novela apta para todo público.

Aunque nada de lo que Lincoln veía parecía contener nada de ese amor del que tanto se hablaba. Era un acto puramente físico impulsado por la lujuria. Le daba asco sólo verlo.

-¡Más fuerte Mateo! ¡Más fuerte! ¡A mí me lo daba todos los días hermanita!

Lincoln no quería ver más, pero cuando las palabras del cartel colgado en el edificio frente al que todo se llevaba a cabo se hicieron más claras no le quedó otra más que releerlo tres veces más para saber que no era un error.

Congregación Cristiana de Royal Woods.

Lincoln nunca fue una persona muy religiosa, pero sabía mantener el respeto. ¿Realmente había personas que podían excitarse con esto? No quiso quedarse ahí un segundo más y simplemente se retiró. Seguramente no obtendría ayuda de esas personas, y después de ver esto se sentía más inclinado a creer las palabras de Rayan.

La Purga Loud: La noche de LincolnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora