Conociendo gente

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Han pasado cuatro días desde que empecé a trabajar en el campo de entrenamiento, sigo con la misma rutina, Lia me trae en su coche, llego a la sala de fotografía, cojo mi equipo, voy donde están entrenando los jugadores, tomo las fotos, las envío al encargado de la página web y regreso a casa y espero a que Lia del trabajo o, cuando sale antes del trabajo, me recoge. Bueno, en realidad mi amiga no tiene un horario establecido, a veces trabaja por la noche, otras por la mañana, lo cual se me hacía raro, quiero decir trabajar por la mañana en un discoteca...es raro. Pero ella me explicó que cuando trabaja por las mañanas es para organizar los próximos eventos, presentaciones o fiestas.

Hoy trabajo por la tarde y, aparte de eso, todo ha salido lo mismo de todos los días hasta la hora de enviar las fotos, no va el ordenador, he intentado encenderlo tres o cuatro vez y no va, así que me dirijo a la secretaría para hablar con Mónica y me indique qué hacer con las fotos en estos casos, pero está en el mostrador hablando con un hombre rubio y alto por lo que logro distinguir, ya que solo lo veo espaldas. Siento vibrar mi móvil que está en mi bolsillo, lo miró, es mi madre y respondo rápidamente.

–Hola, mamá – la saludo –¿Qué pasa?

–¿Esas son las formas de saludar a tu madre ?–me pregunta algo molesta –. No has llamado desde que llegaste, estaba preocupada por ti, eso es todo.

– Claro, que no son las formas –intento arreglar la situación – solo que pensé que había pasado algo. No te he llamado porque he estado un poco liada – Mentirosa pienso para mis adentros, no la he llamado porque quiero desconectar un poco, quiero a mi madre y mucho, solo que a veces puede ser una persona muy agobiante y sé que cuando la llame empezará a preguntarme si he conocido algún chico e insistirá, al igual que Lia, en que busque novio y todas esas cosas –. Esta noche te llamo –le digo mientras veo pasar a mi lado a un chico alto, de piel clara, pelo moreno, que se queda mirando un momento y sigue su camino hacia el mostrador, creo que lo he visto antes, pero no sé dónde, aun así intento ignorarlo y continuar con mi conversación, él de vez en cuando se gira para mirarme, ¿es qué nunca ha visto a alguien hablar por teléfono o es un acosador? No lo sé, peor me incomoda –. Que sí, seguro que te llamo – insisto a mi madre, quien a través del teléfono dice que me olvidaré de llamarla – te lo prometo.

– Como no me llames tendremos problemas, Natalia Ferrer – intenta poner voz amenazante sin conseguirlo –. Cuídate, hija. Te quiero. Saluda a Lia de mi parte – se despide .

Unos minutos después de terminar de hablar con mi madre Mónica termina de hablar con los dos chicos ¡ya era hora, joder! El rubio se gira, veo su cara, lo reconozco , es el chico del balonazo y él también me reconoce porque cuando llega donde estoy se para y le dice algo al chico morena, que no entiendo, pero este se para a su lado.

–Hola, chica del balonazo – me saluda en inglés – ¿Estás bien? ¿El golpe no te ha dejado secuelas? –me pregunta con cierta burla.

–Hola, chico que tira balones a fotógrafas indefensas – le respondo– Si, estoy bien no te preocupes... – dejo la frase sin terminar al darme cuenta de que no sé cómo se llama , él lo nota y se presenta.

–Manuel, me llamo Manuel – dice con un sonrisa dándome la mano como saludo–. Manuel Neuer.

– Natalia Ferrer – digo aceptando su mano.

– ¡Eres española! – dice en español el chico moreno que estaba a su a lado, creo que fue una afirmación más que una pregunta.

– ¡Si! – respondí yo con emoción, por fin, alguien que hablaba mi idioma.

Amar otra vez (Mario Götze)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora