Otoño Parte I

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Roma, otoño 2011

Lia, Martina y yo habíamos hecho buenas migas, en el poco tiempo que llevábamos viviendo juntas no hemos tenido problemas, todo lo contrario parecemos hermanas: Lia, es la hermana mayor, siempre está preocupada por nosotras, se pone seria cuando es necesario y deja su locura a un lado; Martina, es la alegría en persona, siempre está pensando en ir de fiesta, conocer chicos guapos e ir de compras, creo que es una fashion victim, siempre que sale compra algo nuevo, lo que no sé es de dónde saca el dinero, aunque sé que eso no es mi problema; y yo soy la hermana pequeña, me tratan como si fuese la ingenua del grupo, aunque soy la más responsable en lo que se refiere a los estudios, ellas siempre están pidiéndome los apuntes prestados.

Estamos a finales de octubre y según me ha dicho Martina queda poco para el cumpleaños de Lia, hemos pensado hacerle una fiesta sorpresa, tenemos unos 8 días, intentamos por todos los medios que no se de cuenta. Martina se encarga de invitar a los amigos de Lia, algunos son de toda la vida y otros de la universidad, ya que no conozco también a Lia me encargo de organizar la fiesta, todo antes la supervisión de Martina para comprobar si le gustara o no a nuestra amiga. Por fin, el día ha llegado, hoy es la gran fiesta, el cumple de días es dentro de dos días, hemos decido adelantar la gran fiesta por dos motivos: uno para que no sospeche y el otro para hacerla un viernes y no tener que ir a clases al día siguiente. Unos amigos de la universidad se la llevaran a su casa con algunas excusa tonta mientras Martina y yo nos quedamos en casa preparando todo.

–Sí, sí,sí, viene –grita Martina dando pequeños saltitos–.¡No me lo creo!

–¿Quién viene? –le pregunto poniendo las canapés en la mesa.

–¡Mi hermano Alessandro! –exclama emocionada–. Lia se va alegrar muchísimo hace años que no lo ve y tampoco es que yo lo vea mucho, el cabrón no se digna a visitarme a pesar de que estudiamos en la misma ciudad–comenta suspirando–. Se me hace raro que haya encontrado encontrado hueco para venir, seguro que algunos de sus ligues lo ha dejado tirado.

–No sabía que tenías un hermano –comento.

–Sí, no suelo hablar mucho con él. Se fue de casa poco después de la muerte de mi madre. Se distanció de mí, bueno de todas –dice Martina en un tono melancólico. Se acerca donde estoy yo y me ayuda. Tampoco sabía sobre la muerte de su madre y al ver su reacción prefiero no preguntar.

–¿Es mayor que tú? –pregunto intentando cambiar de tema.

–Sí, tiene 22 años –responde y añade–: Él es la razón por la que estoy aquí, intentando recuperar el tiempo perdido. Hace un par de años dejó Milán y se vino a estudiar aquí Administración de Empras y Derecho aquí, tendría que haber terminado la carrera hace un año, pero como se la pasa de fiesta en fiesta, de viaje en viaje, de mujer en mujer – me cuenta, pero se calla de repente–. Es mi hermano, sabes y a pesar de todo de que no me haya venido a visitar y de que no nos veamos mucho, lo quiero, él siempre ha estado pendiente de mí, me llama a menudo, por lo menos más que mi padre –dice Martina intentando contener las lágrimas, me acerco a ella y la abrazo, rápidamente cambia de tema y seguimos con los preparativos. Nos arreglamos: yo llevo un sencillo vestido negro por encima de las rodillas, tiene los tirantes hasta la abertura de los brazos, la parte de arriba es de encaje, el pelo suelto ondulado y unos zapatos de tacón rojos; Martina lleva un top color blanco, una falta de lentejuelas plateada, unos tacones negro y el pelo amarrado en un mono del que le caen algunos mechones rubios. Poco a poco la gente la gente y van dejando los regalos en una mesa que hemos preparado al lado de la puerta.

Son las las 08:55, se supone que Lia llegará en 5 minutos, la sala está completamente oscura, algunos estamos escondidos detrás del sofá, somos unas 20 personas y aun tienen que llegar unas cuantas más. La verdad es que la decoración ha quedado muy, al entrar Lia se va a encontrar con un cartel que pone Happy Birthday, debajo hay una mesa, donde hemos puesto la comida, la cual consiste en patatas, cheetos,pizzas, bocadillos y las bebidas, hemos llevado dos sofás al balcón, donde hemos puesto una toldo por el frío, para formar una especie de mini-sala y dejar espacio en el centro para bailar, a un lado está el sofá grande, ese lo hemos dejado allí porque no hemos podido moverlo más. Escucho que alguien mete la llave en la cerradura, abre y enciende la luz y todos gritas a coro: ¡Sorpresa! Y salimos de nuestros escondites, dígase el sofá, debajo de la mesa...

Amar otra vez (Mario Götze)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora