Es viernes y no tengo que trabajar, cuando me lo dijo Mónica no me hizo mucha gracia, pero hoy ya no me parece tan malo.
Ayer al llegar a casa Lia no estaba, no sabía que hacer, así que hice lo que tenía que haber hecho desde que llegué al club: buscar en internet información sobre los jugadores, sobre la historia del Bayern. Vi fotos de algunos jugadores, no sé por que pero se me ocurrió buscar a Mario. Se llama Mario Götze, tiene 22 años, fichó hace menos de un año por el Bayern, el rival de su ex-equipo, marcó el gol que dio el Mundial a Alemania, eso no lo sabía, desde el momento que España quedó eliminada deje de verlo. Aparecen fotos suyas con una chica, imágenes muy comprometidas en un barco, no puede evitar reírme, supongo que le hubiera pasado a cualquier, digo la chica es muy guapa, llegué a la conclusión que es su novia y no puedo evitar sentirme un poco disgustada, pero ¿qué coño estoy pensando? Me molesté conmigo misma, cerré el portátil y fui al salón a ver un película con pizza y palomitas. Intenté estar despierta para ver a Lia, pero me mandó un mensaje diciendo que estaba bien y que llegaba tarde. Hora de irse a la cama.
Estoy en la cocina preparando el desayuno cuando veo que Lia aparece con una bata blanca de ducha.
–¿Qué haces aquí?¿Te han echado del trabajo por llegar tarde? –me pregunta llevándose las manos a las mejillas, como en el cuadroEl grito de Munch. Miro el reloj son las 11:37, la verdad es que no he sentido haber dormido tanto.
–Tranquila, hoy tengo el día libre. Cuando el equipo juega fuera de casa las fotos las hace otra persona –le explico.
–Tienes tres días de vacaciones ¿Qué piensas hacer? –me pregunta.
– No lo sé –digo encogiéndome los brazos y poniendo el pan en la tostadora–. Nada interesante supongo– respondo buscando tomate y jamón ibérico en el frigo.
– Pues ya tienes planes. Mejor dicho: tenemos –dice mi amiga ilusiona.
–Dispara –digo rallando el tomate.
–Mira –Comienza a decir sentándose en un taburete de la isla– hoy haremos turismo. Sé que desde que has llegado no has visto casi nada de la ciudad y es mi culpa, soy una mala anfitriona. Sabiendo lo mala que eres para ubicarte te he dejado sola. Hoy recorreremos la ciudad y mañana te vienes conmigo a la super fiesta de mi discoteca. Al trabajar allí puedo llevar a quien yo quiera. Dicen que los que van son unos clientes mega VIP, no sé quienes son porque quieren privacidad y eso, creo que son famosos –dice mi amiga emocionada.
–La primera parte de tu plan me gusta, la segunda ya no mucho. Hace tiempo que dejé esa parte fiestera y alocada –digo poniendo las tostadas y el café con leche en la isla de la cocina–. Además, creo que no tengo ningún vestido adecuado para tu super fiesta –hago comillas.
–¡Desayuno español! ¡Me encanta! –exclama Lia juntando sus manos y haciendo pequeñas palmaditas–. Por la ropa no te preocupes, ayer fui de compras con Melisa. Te dejo algún vestido ¿qué me dices? –me pregunta–. Nos lo pasaremos genial, solo trabajo un par de horas y el resto nos lo pasaremos bailando – dice en español, pues a Lia y a mi nos encanta Enrique Iglesias y su canción bailando.
–Está bien, pero no me dejes sola, que no conozco a nadie –acepto mientras unto de tomate mi tostada.
–¡Bien, fiesta! –vuelve a decir en español.
Terminamos de desayunar y vamos a recorrer la ciudad. La ciudad es preciosa y tiene muchas que ver, Lia está enseñándome los principales sitios hasta que vamos a comer, recibe una llamada de Melisa preguntando por su paradero y se une a la comida. Me cae bien, creo que es buena persona. Después de comer también se nos une al recorrido turístico y nos echamos un montón de fotos.