Doy vueltas en la cama, no puedo seguir durmiendo, miro mi móvil, está pagado, tengo que cargarlo, busco en la mesita de noche a tientas con la mi reloj, son las 08:13. Mierda. Llego tarde otra vez. Salto de la cama, voy al armario elijo unos vaqueros negros, una camisa blanca, una chaqueta roja y unas bailarinas del mismo color. Voy a la habitación en busca de Lia. Joder, no está. No me iré sola, no correré el riego de perderme y no llegar, llamaré un taxi, voy hacia el teléfono cuando Lia entra por la puerta. Genial.
–Lia, llevame al trabajo – digo rápido mientras la llevo de la mano hacia la puerta.
–Creo que no puedo conducir así – dije entre risas, estaba borracha, la madre que la parió, Lia apenas bebe alcohol, pero justamente hoy se tiene que pasar con las copas–. ¿Sabes a quién he visto en el trabajo? No te lo vas a creer –Me estaba comentando, yo la interrumpo, no tengo tiempo para sus anécdotas laborales.
–No lo sé, ni me importa, Lia –le respondo cortante –. Lo único que quiero es llegar a mi trabajo.
–¡Uyy alguien se ha despertado de mal humor! Luego te arrepentirás de no haberme escuchado, no quiero quejas. Te lo advierto. Si vas a llegar tarde coge mi coche – dice dándome las llaves.
–¿Cómo voy a coger tu coche? Hace mucho que no conduzco, además no se cómo llegar al entrenamiento –digo alterada.
– Relax, baja la voz, que me duele la cabeza – dice cogiéndose la cabeza con las manos –. Con que llegues viva es suficiente. Pon el GPS, llegarás sin problema y yo que tu me iría ya –comenta quitándose los tacones para acostarse en el sofá del salón.
Me despido de mi amiga y salgo corriendo hacia el coche, me pelea con el GPS, que para variar está en alemán, lo pongo en español, meto la dirección y allí vamos. Rezo para no tener ningúna accidente y no llegar muy tarde. Son las las 08:32. Manuel tardo unos 20 minutos en traerme, espero tardar lo mismo. Me pongo en marcha y llego. Gracias a Dios. Sana y salva. Estaciono el coche, no sin antes mostrar mi acreditación al entrar, corro hacia el mostrador, saludo a Mónica, llego a la salade fotografía, agarro mi equipo y voy al campo de entranamiento.
Miro mi reloj las 08:59. Bien, celebro interiormente, he llegado antes que los jugadores, los cuales van saliendo poco a poco. Veo a Javier saludandome con la mano, le respondo el saludo y empiezo con mi trabajo hasta que veo a Manuel bromeando con un chico rubio...MIERDA. Es él, el idiota guapo. Es jugador del Bayern. ¿Pero por qué no lo había visto antes? Recuerdo lo que Javier me dijo, algunos jugadores lesionados están trabajando en el gimnasio. Cuando llegue a casa tendré que buscar información sobre el Bayern, anoche se me olvido. Manuel me ve y me saluda agitando la mano, al igual que Javier, le respondo y veo que comenta algo con el rubio que se rie. Idiota. ¿Por qué se ríe? ¿Se está riendo de mí? Llega el entrenador y reune a todos los jugadores en el centro y empieza a dar un charla, de la cual no entiendo nada.
Empiezo con mi trabajo, trato de buscar la mejor luz. Los jugadores se separan en grupos y hacen rondos, intento sacar fotos de todos los grupos, pero si saber por qué hago unas cuantas fotos solo a Javier, que se da cuenta y posa para mí, se le une Manuel, un jugador de piel morena con cresta y el rubio levantando el pulgar. El entranamiento sigue durante unos minutos más, pero yo me retiro, ya he hecho mi trabajo. Voy a la sala de fotografía y veo las fotos, hay algunas muy buenas, pero otras un poco movidas, las paso al ordenador e intento retocarlas suavizando la luz o el fondo, llego a la foto de Manuel, Javier, el moreno y el rubio, la miro detalladamente, es guapo, tiene un sonrisa preciosa ¿qué coño estoy pensando? Intento sacar esos pensamientos de mi mente y sigo a lo mio con las fotos. Después de un rato mis tripas crujen, miro el móvil, tendría que haber regresado ya a casa. Envio las fotos, guardo el equipo y voy hacia el estacionamiento, por el camino me despido de Mónica. Subo al coche, miro otra vez el móvil y tengo un mensaje de Lia en italiano: