Genial, el primer día de trabajo y llego tarde, pienso Natalia al mismo tiempo que entro en la ciudad de entrenamiento del Bayern Múnich. Esto de ser nueva en un ciudad y no hablar el idioma era más difícil de lo que pensaba. Llegar tarde no era mi culpa, bueno directamente no, estaba atrapada en un atasco, aunque si hubiese salido antes del apartamento de su amiga Lia...o si ella me hubiera traido.
–¿Señorita Ferrer? – me pregunta una voz femenina en inglés nada más entrar a las oficinas. Era una mujer de edad media, rubia, ojos azules, la típica mujer alemana.
–Sí, soy yo –respondo rápidamente.
–¿Me acompaña, por favor? Le enseñaré su lugar de trabajo y le presentaré al equipo –me comentó amablemente.
–Sí, claro –respondo con una sonrisa.
Después de hacer un tour por las instalaciones de entrenamiento del club, explicarle los horarios, funcionamiento, reglas y un largo etcétera, Mónica, la secretaría que le dio la bienvenida, le entrega su equipo de trabajo y su acreditación para empezar mañana puntual en el entrenamiento.
Al fin, después de haberme perdido y estar dando vueltas por la ciudad durante horas, reconozco la plaza que está cerca del apartamento de Lia. Mi querida Lia, mi mejor amiga, la conocí hace algo más de dos años en Italia, gracias a una beca que obtuve para estudiar fotografía en la mejor escuela de Roma. La adoro, aunque, a veces, estar a su lado no es bueno para mi autoestima, Lia es una rubia preciosa, ojos azules, alta, esbelta, parecía modelo, sin embargo, yo soy castaña con ojos marrones verdosos, cuvilínea y no muy alta. Somos tan parecidas, pero tan diferentes a la vez , tanto en lo físico como en personalidad. A pesar de todas estas diferencias nos adoramos y después de terminar nuestro año en Roma nos mantuvimos en contacto, así que cuando se enteró de que me habían aceptado en el Bayern no dudó en ofrecerme vivir en su casa para recordar viejos tiempos, le ofrecí pagar la mitad del alquiler, pero me respondió que el apartamento fue un regalo de sus padres al cumplir los 21, creo que tampoco hace faltar decir mucho sobre que ella tiene un nivel adquisitivo más elevado que el mío. Es muy rica, otra diferencia entre nosotras, yo soy de clase media, pero nunca ha hecho sentir inferior o nada por el estilo. Es la mejor amiga que podría tener .
Llego a casa sana y salva, pero muerta de hambre, voy a la cocina por algo de comer.
–Natalia, ¿eres tú? –pregunta gritando Lia desde su habitación .
–No, soy tu ligue de esta noche – respondo con burla.
–Muy graciosa, ¿qué horas de llegar son estas? –pregunta mi amiga un poco alterada entrando a la cocina –estaba muy preocupada por ti, pensé que te había pasado algo, estás en una ciudad que no conoces, te llamé al móvil y no res...
–Lia, cálmate, estoy bien. He llegado tarde porque me he perdido y...
–Podrías haberme llamado, podría haber ido por ti – comenta.
–No tenía batería en el móvil, además no te llamé porque no quería molestarte...Lia, pareces mi madre, de verdad, estoy bien – le digo mientras me preparaba un sandwich.
–Claro que no parezco tu madre, yo soy más joven y sin ofender más guapa – responde con un sonrisa.
–Por supuesto, eres un bombón de chocolate – le digo sacando la lengua.
–¿Qué tal ha ido tu primer día de trabajo? ¿Has conocido futbolistas guapos? – me interroga emocionada.
– Ha ido bien, he conocido el lugar y todo eso, pero todavía no futbolistas.
– Pues cuando los conozcas me los presentas – dice con un sonrisa–. Bueno cambiando de tema, ¿Cómo me veo? –pregunta dando una vuelta para enseñarse su vestido gris de lentejuelas y sus zapatos de tacón negros.
–Brillante – respondo.
– Mira como me rio –dice con burla – ¿Te gusta el vestido o no? –pregunta seria.
–Lia, sabes que te pongas lo que te pongas te ves espectacular – le respondo seria.
– ¿Ves?¿Cómo no te voy a querer si eres un pedazo de cielo? – dice dando saltitos de emoción, sin darse cuenta de que así me llamaba él–. ¿En qué piensas? Bueno, eso luego me lo cuentas llego tarde al trabajo, tengo que supervisar que todo este listo en la discoteca antes de que llegue la gente, que si algo sale mal es mi culpa. Si necesitas algo me llamas, ya sabes mi número –Lia habla y habla y yo apenas le presto atención, estoy pensando en él – Hasta la vista, baby – se despide mi amiga diciendo esta frase en español, lo cual me causa una sonrisa.
– Adiós, pórtate bien .
–Sabes soy una chica buena – responde lanzádome un beso al aire.
Lia sale corriendo, no quiere llegar tarde a la discoteca super chic en la que trabaja como organizadora de eventos y fotógrafa, hoy tienen una fiesta muy importante y si algo sale mal será su culpa. Termino de cenar, lavo los platos e intento ver la tele, pero no entiendo nada, todo está en alemán, por lo que la apago y de repente veo una foto en la que salimos Lia y yo, en nuestra época universitaria. ¡Cuántos recuerdos y cuántas locuras! La verdad no sé que habría hecho sin Lia, ella siempre me ha apoyado, estuvo conmigo cuando él me rompió el corazón... Miro el reloj, es muy tarde, mañana tengo que estar temprano en la ciudad deportiva del Bayern, me voy a la cama y trato de evitar cualquier pensamiento sobre en el pasado y poco a poco caigo en los brazos de Morfeo.
Suena el depertador, cinco minutos más, por favor, y así prolongo el despertador hasta cuatro veces, Segundo día y otra vez tarde, voy hacia el armario cojo el primer vaquero que veo, una camisa blanca, una americana roja y unas bailarinas negras, las cuales llevo en la mano junto con la americana, paso por la cocina y cojo una barrita de cereales, desayunaré por el camino, al abrir la puerta para salir me encuentro con Lia.
–Llego tarde, llevame al campo de entrenamiento...– me interrumpe.
–Buenos días, Lia, ¿qué tal tu noche?– me responde con sorna.
–Venga, Lia, no tengo tiempo para tus tonterias, por favor, por favor, llevame –le suplico
–Así hago cualquier cosa por ti – responde con una sonrisa.
Nos subimos en el audi rojo de Lia, donde aprovecho para desayunar, entiéndase por comerme la barrita, ponerme máscara de pestañas y arreglarme un poco el pelo. Por fin, llegamos, me despido con un beso de Lia, la cual me desea suerte, miro mi reloj las 8:50 ¡bien! Me quedan cinco minutos para entrar, no voy tan retrasada como pensaba, pero intento apresurar el paso y corro un poco, de pronto siento que choco como un muro y que voy hacía el suelo, pero unos brazos fuertes me arragan y al levantar la vista veo a un chico con una sonrisa preciosa y unos ojos marrones claros.
Pues hasta aquí el primer capítulo. Espero que os guste. Dejad comentarios. Besos :) (L)