Capítulo 13

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Henry: La madre de nuestro querido Alexander, mucho antes de pedirme el divorcio, invirtió una cantidad increíble de dinero en un proyecto que, según ella, nos traería más ingresos a la cuenta conjunta.

Escorpio: ¿Qué proyecto?

Henry: La granja de su tía. Creyó que transformarla en una posada sería una buena forma de devolverle la vida al lugar.

Tauro: Y ¿es lo... suficientemente grande para albergar a doce personas?

Henry: Es enorme. La casa en sí tiene cinco habitaciones, pero luego están las mejoras. El granero se remodeló para tener garaje, baños y cuatro dormitorios en el piso superior. Y como colofón...-pero un golpe sordo lo interrumpe. Capricornio, quien tiene la cabeza pegada en la mesa.

Capricornio: Que tú me ocultes cosas es algo normal ya... -su voz suena fría. -Pero mamá... -le tiembla el pulso.

Henry: Hijo, no irás a hacer un numerito ahora, ¿no?

Capricornio: ¿Por qué nunca estuve al tanto de esa granja?

Henry: Pero ¿qué importa? No es más que un activo. Bueno, intento de. Apenas lo visitan tres personas al año, y los beneficios...

Capricornio: ¡Me importan una mierda los beneficios! -grita furioso. -¡No me interesa su valor financiero! Siempre estoy al margen de todo, siempre... En cambio, estoy seguro de que Martin conocía hasta la última esquina de ese lugar.

Henry: Alex... -se levanta con lentitud. -No quieras ir por ese camino...

El coreano no dice nada. Simplemente, con los ojos enrojecidos, se pone en pie, tirando la silla, y sale de la sala. Piscis se disculpa y corre tras él.

Henry: Este muchacho... -se tapa los ojos con la mano. -Vamos... Vamos a continuar.

Fuera, en la calle, la morena mira a ambos lados de la carretera en busca de su amigo, pero el ruido de la puerta del Chevelle al cerrarse lo delata. Se acerca con paso lento y trata de abrir la del copiloto, pero tiene puesto el seguro. Rodea el coche, quedando frente la ventanilla de Capricornio.

Piscis: ¿Capri? -golpea dos veces el cristal.

Capricornio: ¡Vete! -a pesar de lo mal que se escucha, es evidente que está llorando.

Piscis: Capri, déjame entrar, por favor.

Capricornio: ¡Que me dejes! ¡No quiero ver a nadie!

Piscis se frota los ojos y piensa cómo puede convencer al cabezota de su amigo. Una ráfaga de aire frío la golpea y se abraza a sí misma, empezando a tiritar.

Piscis: Vamos... No me dejarás aquí fuera con el aire que hay, ¿verdad?

Capricornio: Pues vuelve adentro. Aquí no se te ha perdido nada.

Piscis: No tendría a mi mejor amigo al lado si volviera. -Capricornio alza la vista y la mira a los ojos. -Alex, por favor.

Aunque su respuesta no es instantánea, al final cede y desbloquea las puertas. Piscis se apresura a entrar.

Capricornio: Hacía mucho que no me llamabas por mi nombre.

Piscis: Bueno, tú tampoco es que me llames por el mío muy a menudo.

Capricornio: He montado un numerito, como ha dicho mi padre. -se sorbe la nariz.

Piscis: No es verdad. Has reaccionado como lo haría cualquiera que estuviera en tu lugar.

Doce... y deja de contarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora