La llegada

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Aomine bostezaba con pesadez mientras negaba con la cabeza. Kise lo fulmino con la mirada, mientras se acomodaba a su lado en las gradas. El ruido de las porras llenaba el lugar que se encontraba hasta reventar. Era la final, ganar ese partido lo definía todo y aun así el tonto que tenía a su lado no hacía más que bostezar

-¿hasta cuando piensas aceptarlo? Ya ha pasado mucho tiempo, vive con eso Aomine

-¡oohh no me sermones! –El otro levanto una ceja –bueno no puedes negar que esto es difícil

-bueno si, lo fue un poco al principio pero aprendí a verle el lado bueno

-pero ¿Por qué? ¿Por qué demonios escogió beisbol?

Kise solo negaba con la cabeza, tenía años escuchando esa misma pregunta, los mismos años que tenía su hijo Yuuki jugando beisbol. Si, el mismo Yuuki que ahora era capitán del equipo de Seidou. ¿Qué si había sido fácil aceptarlo? Claro que no, sobre todo porque no se esperaba que el hijo de dos prodigios del basket escogiera otro deporte que no fuera el mismo, por suerte para ellos tuvieron compañía en su aparente decepción...

-Dai-chan quita esa cara nuestros niños, están en la final

Aomine fulmino con la mirada a su amiga de la infancia que llegaba preparada para el partido. Ella no le había dado tanta importancia a que sus hijos, primero Ryouseke y luego Haruichi, decidieran jugar beisbol. En ese momento se sentía super orgullosa de poder ver a sus dos niños en el mismo equipo y en el campo de la final. En cuanto los diviso salto y empezó a agitar su mano para atrae la atención de los dos jugadores

-¡HARU, RYOU! -ambos niños saltaron al escuchar la voz de su madre, el mayor solo volteo ligeramente antes de seguir con lo suyo, mientras que el más joven levantaba tímidamente la mano y saludaba con la cara roja de la vergüenza –¡mooo son adorables¡

-Satsuki siéntate ¿Qué no notas que los avergüenzas?

-¡Dai-chan que cruel eres!

Ryouta reía con la actitud de los otros dos, parecían un par de niños.

-buenas tardes

Ryouta se giro para responder al saludo, una enorme sombra apareció ante él, anunciándole de quien se trataba, Murasakichii y Himurochii, saludaban amablemente, bueno ver la cara de flojera del gigantón no era sorpresa, sin embargo en ese momento sus ojos buscaban entre los jugadores

-Muro-chin parece que si durmió –Himuro busco a Furuya entre los jugadores, y en efecto se veía bien, sonrió ligeramente, había estado preocupado que su hijo no hubiera dormido o lo que era más probable hubiera dormido de mas, pero tenía una mirada de concentración.

La escandalosa risa de un jugador los hizo a todos desviar su mirada hacia él, Eijun no podía pasar desaparecido por mas que lo intentara. Un ligero suspiro los hizo sobresaltarse. Kuroko y Kagami habían llegado justo detrás de Himuro. Tetsuya sonreía tiernamente mientras que Kagami veía a su hijo con el ceño fruncido

-nadie imaginaria que es tu hijo Tetsu,

-lo saco de su padre, no puedo hacer nada.

-hahahaha tienes razón, el escandaloso es Bakagami

-¡cállate Ahomine! que esto es tu culpa

Y ahí estaba de nuevo la eterna discusión de esos dos. Kise y Kuroko suspiraron, no era la primera vez que Kagami acusaba a Aomine de ser responsable que su querido Eijun escogiera beisbol, Yuuki era su ejemplo. Y como siempre no llegaban a ningún lado

-¡ay por favor ya cállense los dos¡ que su misma cantaleta ya nos la sabemos

Esa voz les hizo callarse en el acto y voltea lentamente para encontrarse con la mirada amenazadora de Hiuuga y a Riko golpeando su puño contra su palma en señal de lo que les podía pasar. Kuroko y Kise sonrieron, era bueno tener a la antigua entrenadora de Seirin como aliada, en un segundo calmaba a sus dos idiotas.

La particular risa de Kuramochi rompió el encanto de la amenazadora pareja, a Riko le salieron destellos de los ojos y todo en ella se volvió dulzura al ver a su hijo en el campo.

-KURAMOCHI –era casi como tener un deja vu, con la diferencia que, en el momento en que escucho su nombre el campocorto dio un respingo busco a su madre y cuando la encontró le dedico una enorme sonrisa y un pulgar arriba.

Kiyoshi y Hanamiya venían con Hiuuga y Riko, por suerte para ellos Miyuki estaba cerca de Kuramochi y también el siguió la dirección a la que veía y se encontró con sus padres, el no fue tan efusivo, solo levanto la mano en forma de saludo pero basto para que Kiyoshi pusiera una enorme sonrisa de bobo, de esas que seguido se le veían en Seirin. Hanamiya solo rodo los ojos ante la actitud de su pareja.

Ya casi era hora de comenzar el juego cuando llegaron Midorima y Takao. Este último arrastrando un enorme pingüino, era el objeto de la suerte de su hijo Isashiki y por supuesto Shintaro no permitirá que su hijo jugara sin él. Takao lo fulminaba con la vista pero no se quejaba, haría lo que fuera con tal de aportar algo para la buena fortuna de su hijo, que dicho sea de paso tampoco entendían como podía el serio de Midorima tener un hijo tan escandaloso, eso definitivamente lo había sacado de su madre.

Ahora si estaban todos y el partido estaba a punto de dar comienzo. Sin embargo tanto la mirada de Kuroko como la de Kise se desviaron a lo alto de las gradas por unos instantes, ahí en lo alto se encontraba Akashi, también su hijo jugaba beisbol pero lo hacía para el otro equipo. Mei igual que su padre era todo un prodigio para el deporte. Al notar la mirada de sus dos ex compañeros, Akashi hizo una pequeña reverencia antes de moverse hacia su lado de la porra.

Esa era en realidad la única preocupación de Kise y Kuroko... que sus hijos se enfrentaran a la decepción a manos de un Akashi.


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