1 - Ocultando

46 1 4
                                    

Son las 7:30 de la mañana.

Me encuentro despierta, intentando secar mi cuerpo húmedo con demasiado cuidado, paso la toalla por mi brazo derecho y al rozar mi codo siendo una punzada de dolor. Para no lastimarme, evito tallarme con la toalla y solo palpo la zona en la cual está un raspón bastante reciente y un hematoma. Continuo secando mi cuerpo, repitiendo el mismo movimiento sobre mi cadera, donde otros dos hematomas y el dolor al siquiera palpar mi piel me hace detenerme en mi labor.

- ¡Auh! ¡Ah diablos! -

Grito con frustración. Y es que no solo es mi codo y mi cadera. Tomo la toalla, la extiendo en mis manos y la acerco a mi rostro para que ésta absorba el resto de gotas que aún se deslizan desde mi cabello húmedo. Logro con éxito no causarme ninguna clase de dolor con esto.

La tensión en mis hombros y cuello vuelve a hacerse presente, haciéndome recordar como mi cuerpo reacciona al estrés. Me coloco la primera prenda del día, unas pantaletas negras con encaje rojo frente al espejo de cuerpo completo de mi habitación.

Suspiro con pesadez, me siento bastante cansada y devastada, pero no puedo dejarme derrumbar. Hay mucho trabajo el día de hoy, no puedo permitirme sentir ansiedad estas semanas y con la agenda llena de deberes, por más que desee ponerme de nuevo el albornoz y tirarme a mi cama.

Me coloco la última pieza de mi conjunto de ropa interior, un sostén copa C negro, haciendo juego con mis pantaletas. Termino de abrochar el sostén y ese dolor en mi codo derecho regresa para interrumpir mis movimientos. Muestro una mueca de dolor, doy un vistazo a mi reflejo en el espejo de cuerpo completo de mi habitación, observo de nuevo las hematomas de la zona de mi cadera, los raspones de mi codo derecho y dirijo mi vista con pesar hacia mi pómulo izquierdo así como mi ojo.

Una herida aún sin cicatrizar, todavía con resto de sangre y la piel empezando a tonarse de rojo a morado, el resultado de un golpe a puño cerrado en mi pómulo, resultando mi ojo afectado, pero no lo suficiente para incapacitarme.

Me observo de los pies hasta las puntas de mi cabello que empiezan a decolorarse ese color violeta en los últimos centímetros dejando ver mi color natural: un castaño chocolate. Intento distraerme en mi cabello o mis tatuajes para no mirar las marcas del día de ayer. Desde ese día he sentido mi orgullo pisoteado, he estado molesta conmigo misma por no haber podido detener a tiempo ese episodio de violencia en contra mía.

Concentro mi vista en mi expresión cansada y abatida, pero no deseo dejarme derrumbar, no por esto. Paso las manos por mi cabello húmedo por el reciente baño, lo sacudo soltando ligeras gotas por el resto de mi cuerpo y de paso el espejo frente mía.

- Puedes salir de esto, ya no te volverá a buscar, no puede amenazarte... - Me repito a mi misma, observando mi reflejo y cubriendo mis mejillas con mis palmas.

Me retiro del espejo y saco mi secadora para cabello de uno de los cajones de mi closet, la conecto y empiezo a pasar el aire caliente del aparato por mi cabello. Observo la hora en mi reloj de gato montado a la pared de mi cuarto.

- Todavía tengo dos horas... - Reflexiono en voz alta mientras paso el cepillo para facilitar el secado a mi cabello.

Observo de nuevo las puntas de mi cabello con el resto de tinte violeta, bajo la mirada hacia los diferentes tatuajes de mi cuerpo y empiezo a reflexionar sobre que usar para cubrirlos y esconder el resto de tinte descolorido de mi cabello para dar una buena imagen.

- Debo estar lo mejor presentable posible... esta es una buena oportunidad para mí y expandir mis creaciones a otro tipo de clientes -

Este fin de semana, un viejo amigo de la Universidad, Gabriel Simmons, se contactó conmigo, no para preguntarme, sino para decirme, que me había recomendado a un superior suyo en la empresa donde trabaja, para organizar y preparar una mesa de postres para una cena de gala de un evento de caridad por parte de la empresa Carter Corp.

DouceurWhere stories live. Discover now