Cómo criar a un superhéroe (sin enamorarse de su otro padre) ||Ironstrange||

Capítulo 7: Tela de araña

-Los papás durmieron juntos -Peter le guiñó el ojo a su niñera.

-Ahora no los molestes.  Ya era hora de que se centrasen.  Déjales porque tendrán muchas cosas que hablar.

-Anoche volví a soñar que escalaba un edificio.

-Sabes que solo puedes subir las paredes de tu cuarto, que está acolchado.

-Lo sé.

Peter espero a quedarse solo. No le apetecía jugar.  Quería saber qué se escondía tras la puerta cerrada del cuarto de sus padres y no podía.

Salió al pasillo.  Todo el mundo estaba ocupado y distraído con sus cosas.  Más aún con sus padres ausentes.  Había negocios que en las industrias Stark no podían parar. 

Se detuvo a mirar una fotografía que siempre le llamaba la atención.  Eran sus padres junto al resto de Los Vengadores pero faltaba alguien.  Tony había arrancado a alguien, alguien con unas mallas rojas que le hacía sentirse extraño al verlo.

Salió al jardín.  Era otoño y estaba lleno de hojas.

Le dio unas patadas a unas cuantas hojas.  Se fijó entonces en una telaraña que había casi colonizado un árbol.

Era enorme.  La araña no.  Era pequeña pero había hecho todo eso, ella sola.

Era admirable.

Se quedó mirándola trabajar.  Como se movía haciendo cada vez mayor la tela, la red...

Le vino a la cabeza un pensamiento absurdo.

Él quería hacer eso.  Él podía hacer eso.

Se alejó de la araña y de los pensamientos raros. 

Ya iba a entrar en la casa cuando su mirada se quedó fija en el canalón de la tubería que subía al tejado.

Ni siquiera pudo pensar.  Actuó por instinto.

-¿Señores?  Se que están ocupados pero necesito que salgan del cuarto.

Tony se puso el pijama.  Stephen le cogió uno de los suyos. 

-Happy, más te vale que sea importante.

-Juzgue usted mismo.

Tony y Stephen estaban boquiabiertos. 

Su hijo estaba en lo alto del tejado, envuelto en tela de araña.  Había dejado restos de tela también en el canalón y las paredes.

-Peter, ¿Qué has hecho?

-No sé.  Solo ha pasado.  Y luego no he podido pararlo.

-Ya subo a por ti -gritaron ambos padres a la vez – No te muevas.

Peter gruño.  Como si pudiera.