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El acuerdo de compromiso se llevó a cabo en la aderezada estancia de la casa.

El párroco de la localidad había colaborado prestando a la familia un conjunto de muebles con tapiz de rosales que combinaban perfectamente con el juego de tazas, que, a su vez, un colega de la congregación había procurado brindar para esa ocasión.

 Mientras escuchaba en oportuno silencio  las negociaciones que su tía llevaba a cabo con el Marqués, la muchacha sorbía con elegancia y garbo, pequeños tragos de té de lirios; procuraba nunca perder la postura erguida o la frente alta. Mantenía su vista en un angulo adecuado que mantuviera en las sombras su "ojo desobediente".  En ese momento eran los modales quienes debían dar gala de la refinada señorita que era.

 Echaba de vez en vez vistazos furtivos hacia el prospecto sentado frente a ella, esperanzada de que notase la feminidad y los delicados modos tan dignos que la engalanaban. Lamentablemente aquél no se tomaba la molestia de reparar en cualquier cosa que no fuera el líquido humeante dentro de su propia taza de té, o la punta de sus finos zapatos. Alphonse se obstinaba en no levantar la mirada. 

—Supongo que tiene interés en abordar el tema de la dote —advirtió la señora Leone con pertinente puntualidad. 

Una vez habían sido tratados los temas apropiados sobre la petición, lo correcto sería pasar al asunto que correspondía a la familia de la novia: La dote. 

Cordelia tenía la sensación de que su tía había preparado un discurso entorno a ello durante años.

—Mi sobrina cuenta con una propiedad a su nombre. Una casa que heredó de sus padres. Está bien ubicada en el centro de París, y le aseguro que está en perfectas condiciones. Se evalúa en una cantidad de...

—Apuesto que es esplendorosa. Una dote aceptable —interrumpió el Marqués con brusquedad.

La expresión de Roberta se torció. Su gesto rebeló cierta sorpresa (y quizá contrariedad) que le causó ver la predisposición del Marqués. Imaginaría que, como era costumbre, inquiriría en el tema, como mínimo para estimar el valor de aquella casa, los muebles o las condiciones de restauración necesarias. De ser insuficiente, Roberta incluso estaba dispuesta a sumar algunos cientos de Luises a la dote de su sobrina; Pero el Marqués sencillamente había aceptado sin más, facilitando enormemente la negociación de matrimonio.

—Entonces tenemos un acuerdo —concluyó Roberta sonriendo satisfecha.

El padre de Alphonse asentó el rostro dando por oficializado el trato.

La chica reprimió el impulso de gritar de alegría e ir directamente a abrazar al muchacho que tenía delante, temiendo que una reacción tan infantil disuadiera a los Bonnet del reciente pacto del compromiso. Se limitó a morderse los labios y a clavar el ojo sano en su prometido. 

El chico respondió, por fin elevando fugazmente su mirada, con una escueta risa. Pero, una vez más, era imposible que la sostuviera por mucho tiempo. Alphonse era irremediablemente tímido.

—Cordelia es una chica muy bien educada —continuó hablando la señora Leone, viéndose en la obligación de seguir vendiendo a la muchacha como si se tratara del mejor de los acuerdos que hubiera hecho la familia Bonnet—. Sabe bordar, toca el piano, domina el inglés, algo de español y latín. Será una perfecta compañera para Alphonse. 

 La chica sentía que su tía estaba estafando a la familia con esas promesas.

 Bordaba, pero sólo si era por obligación. Sabía tocar el piano, pero por el bien del oído de cualquiera era preferible no ponerla frente a un instrumento (ya no hablemos de cantar). Las lenguas las hablaba con torpeza, habían sido su pesadilla en el internado.

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⏰ Última actualización: Mar 21, 2023 ⏰

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PIEL DE LEÓN | #MAGICAWARDS2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora