capitulo VI

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El domingo, gracias a Dios, fue un día tranquilo y sin grandes acontecimientos. Al levantarse, Zoë se encontró de nuevo con el desayuno preparado y después de recoger la cocina los dos juntos, se sentaron a charlar y a leer el periódico. Nick se instaló en el sillón reclinable y ella, en el sofá, que compartió con el perro. Por la tarde, Nick se puso a ver el fútbol por la televisión y a beber cerveza, y ella decidió hacer punto con la idea de hacerle una manta al bebé.

Aquello era tan... hogareño. Y aunque a Zoë nunca le había entusiasmado el fútbol, ni ningún otro deporte, le gustó compartir la habitación con él. Había sido... agradable.

Era prácticamente lo mismo que había visto hacer a sus padres cuando no estaban trabajando, era decir, muy raramente.

Quizás fuese lo que hacían todas las parejas de verdad.

Nick preparó unas enchiladas picantes para cenar que estaban deliciosas. Quizás fue por su culpa por lo que Zoë se levantó el lunes como si alguien le hubiese echado ácido en el estómago.

No consiguió prepararse para ir a trabajar hasta las diez. Supo que había un problema nada más llegar al trabajo y ver a Shannon sentada en su despacho, mirándola con determinación.

«El beso».

Había estado tan ocupada durante el fin de semana que se había olvidado completamente de que alguien los había sorprendido besándose. Era evidente que el rumor había corrido y que Shannon estaba esperando una explicación.

Zoë se quitó la chaqueta y se sentó en una silla.

-Adelante, dime lo que tengas que decirme.

-Una cosa es que no me cuentes que tienes un lío con el jefe...

-Estupendo.

-... pero esta mañana ha llamado tu médico y me ha dicho que ha mandado tu receta a la farmacia. La receta para tus vitaminas prenatales.

Vaya. Zoë se sintió palidecer.

-¿Acaso hay algo que se te ha olvidado contarme? -inquirió Shannon sonriendo.

Zoë parpadeó. Ya era bastante malo que los hubiesen visto besándose. No estaba preparada para que nadie se enterase de que estaba embarazada.

-Tengo que admitir que me he sentido muy herida -añadió Shannon.

No parecía herida, parecía dispuesta a echarle a Zoë un buen rapapolvos, que era lo que iba más con su carácter. En la oficina, todo el mundo se había acostumbrado a no tomárselo como algo personal. Shannon se echó hacia delante, con los codos apoyados en la mesa y la barbilla apoyada en las manos.

-Pero teniendo en cuenta que me has hecho ganar aproximadamente quinientos treinta y ocho dólares, quizás te lo perdone.

-¿Cómo es eso?

-He ganado la apuesta.

-¿Qué apuesta? -preguntó Zoë a pesar de no querer saber de lo que estaba hablando Shannon.

-Cada vez que Nick deja a una de sus prometidas se hace una apuesta para ver quién adivina cuánto tiempo tardará en encontrar a otra. Yo dije que antes de una semana.

-¿Apostáis acerca de la vida amorosa de Nick?

¿Cómo era posible que no se hubiese enterado de eso hasta entonces?

-Era evidente que había mucha tensión entre vosotros desde el día de la boda. Muchas miradas a escondidas. Así que até cabos. Y parece que los até bien atados, ¿verdad?

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