capitulo IX

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Zoë abrió los ojos con dificultad, adormilada. La televisión estaba apagada y Nick estaba a su lado, sonriendo.

-¿Qué hora es?

-Más de medianoche.

-Imagino que me he quedado dormida. ¿Qué tal en el hospital?

-Nada grave. Tiene un par de costillas partidas y la clavícula rota. Estará de baja una temporada, pero se recuperará completamente -le explicó Nick tendiéndole la mano-. A la cama. A dormir. Me parece que los dos estamos demasiado cansados para cualquier otra cosa.

Tenía razón. Había sido un día muy largo para ambos.

-¿Vienes tú también?

-¿Contigo? ¿Quieres que durmamos juntos?

-Sí.

-Entonces lo haré.

-Primero tengo que lavarme los dientes.

-Yo también. ¿Te importa si compartimos el lavabo o prefieres que lo hagamos por turnos?

De niña había compartido el lavabo con tres o cuatro de sus hermanos, todos con prisa por llegar a la escuela: Además, era algo normal cuando se vivía en pareja.

-No me importa.

Le resultó extraño ver cómo Nick se lavaba los dientes. Era una cosa rutinaria, en la que Zoë nunca había pensado, pero que al hacerlo juntos se convertía en algo personal e íntimo.

Salió del baño para que él lo utilizase a gusto, algunas cosas era mejor hacerlas a solas y subió a ponerse el pijama. En su habitación se encontró con Tucker y Dexter, los dos tumbados en la cama.

-Pequeño traidor.

Dexter la miró con aire de culpabilidad.

-Bájate.

Ambos animales saltaron de la cama y se dirigieron juntos hacia las escaleras, como dos buenos amigos.

Incluso Dexter se había acostumbrado a tenerlos allí. Eso debía de ser una señal.

Zoë se quitó la ropa y se puso una camiseta enorme para dormir. Estaba lista para meterse en la cama justo cuando Nick llegó arriba. Ella se acurrucó en su lado y observó cómo él se sentaba en el borde y se quitaba primero las botas y después los calcetines. Luego se desabrochó la camisa, se la quitó y la echó a los pies de la cama.

Zoë suspiró de placer al disfrutar de aquella piel desnuda y aquellos músculos. A pesar de que Nick era de tez morena y tenía una barba muy abundante, no era nada peludo. Sólo tenía algo de vello en los pectorales, que descendía en forma de flecha dividiendo en dos sus abdominales y desaparecía debajo de los pantalones.

Nick parecía estar muy a gusto en la habitación de Zoë. Se levantó y se desabrochó los vaqueros, se los bajó y les dio una patada con sus fuertes piernas. A Zoë no solían entusiasmarle las piernas de los hombres, pero las de Nick eran perfectas.

Se metió en la cama en calzoncillos. Se puso de lado, frente a ella, se acercó y le dio un beso rápido pero increíblemente tierno. Al hacerlo le rozó la barbilla con la barba. Olía a pasta de dientes y a jabón y quedaba un ligero rastro del aftershave.

-Buenas noches.

-Buenas noches -contestó Zoë alargando la mano para apagar la lámpara. Cuando sus ojos se adaptaron a la oscuridad, vio que Nick tenía los suyos cerrados. Debía de estar muy cansado, teniendo en cuenta que solía levantarse antes de las seis de la mañana.

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