CAPITULO XII

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Zoë se tomó el resto de la semana libre, y aunque Nick pensaba que debía descansar todavía más, ella estaba cansada de estar sentada en casa, compadeciéndose de sí misma, y volvió al trabajo el lunes.

Era lo adecuado. Cuatro días más tarde sintió que había empezado a curarse, tanto física como mentalmente. Se sintió preparada para seguir adelante.

No dejaba de recordarse lo que le había dicho el doctor, que todo habría sido mucho más difícil si hubiese estado embarazada de cuatro o cinco meses. El bebé habría estado casi desarrollado por completo. Habría sido una pequeña persona. Habrían sabido si era niño o niña. Y durante los días posteriores habrían tenido que planear un funeral en vez de una boda. Sólo la idea hacía que se estremeciese.

Dado que Nick estaba deseando tener hijos, Zoë había esperado que se lo tomase mucho peor, pero él se había mostrado más preocupado por ella que por el hecho de que hubiese perdido al bebé. Aunque también había dicho que le preocupaba la posibilidad de poder tener hijos en el futuro y se había sentido aliviado al oír que con una operación se solucionaría el problema.

Pero Zoë no dejaba de preguntarse qué pasaría si no se solucionaba. Nick ni siquiera había querido hablar de ello. ¿Qué sucedería si algo iba mal y Zoë no podía tener hijos? ¿Querría Nick seguir casándose con ella?

Por entonces, ya estarían casados.

Quizás fuese por eso por lo que él había sugerido posponer la boda. A lo mejor quería estar seguro de que Zoë estaba bien antes de atarse a ella. Quizás no quisiese casarse con una mujer que no pudiese darle descendencia.

Zoë cerró los ojos y sacudió la cabeza.

Aquello era ridículo. Nick le había comprado un anillo precioso y se había comportado de manera increíblemente dulce con ella durante los últimos días.

En el hospital, Zoë había soñado con volver a casa, pero una vez allí, se había sentido como si todo hubiese cambiado. Había sido muy difícil volver a la rutina. Nick había estado a su lado todo el día después de que perdiesen al bebé. Le había llevado té, la había abrazado cuando lloraba, era decir, prácticamente todo el tiempo.

¿Por qué habría hecho Nick todo aquello si no quería casarse con ella? ¿Si no la amase?

Y si la quería, ¿por qué no se lo decía?

-Eh, Zoë, ¿qué tal estás?

Levantó la cabeza y vio a Shannon en la puerta de su despacho. Otra vez. Era la tercera vez aquel día que pasaba a verla, y sólo eran las tres de la tarde. Llevaba toda la semana preocupándose por ella, como una madre.

-Puedes dejar de rondarme, estoy bien.

-Ya sabes dónde estoy si me necesitas -respondió ella antes de desaparecer.

Toda la empresa se había enterado de lo que había ocurrido. Zoë había recibido varios ramos de flores y tarjetas de condolencias durante el fin de semana. Todo había estado dirigido tanto a ella como a Nick, así que todo el mundo estaba al corriente. De todos modos, no habrían tardado en enterarse. También sabían que iban a casarse.

Algunos compañeros de trabajo habían querido organizarle a Nick una despedida de soltero aquella noche, pero él había dicho que no le parecía apropiado, dadas las circunstancias. Zoë también había contestado lo mismo cuando las chicas le habían propuesto a ella ir a ver un espectáculo de strip-tease masculino.

Lo único que quería Zoë era que pasase la boda. Cada día que pasaba tenía más ansiedad y estaba más preocupada por que Nick pudiese rechazarla en el altar.

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