capitulo VII

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Cuando Zoë llegó a casa aquella tarde vio que había un coche aparcado en la puerta.

-Maldita sea.

Se lo merecía por haber evitado las llamadas de teléfono de su hermana. Y por haberle dado un juego de llaves. Debía haberse imaginado que Faith se presentaría allí sin avisar.

Quizás su subconsciente quisiese que estuviese allí. Quizás necesitase que alguien le dijese lo que tenía que hacer.

Aparcó el conservador Volvo al lado del pequeño Miata color carmesí de su hermana. Siempre habían sido polos opuestos. Zoë era la hermana práctica y responsable y Faith, la rebelde.

Cuando eran niñas, Faith siempre quería enseñar a Zoë a dejarse llevar y divertirse, mientras que ella siempre intentaba sacar a su hermana de todos los líos en los que se metía. Si sus padres hubiesen sabido la de veces que Zoë la había cubierto cuando llegaba a casa después de medianoche tras haber estado con uno de sus novios o en una fiesta loca, les habría dado un ataque.

Recogió sus cosas y se dirigió hacia la puerta principal. Entró y gritó:

-¡Ya estoy en casa!

Faith salió de la cocina, llevaba el pelo color caoba muy corto y engominado, estaba muy cambiada desde la última vez que la había visto, que llevaba el pelo rizado largo hasta la cintura. Llevaba puestos unos pantalones vaqueros negros y un jersey exactamente del mismo color que sus ojos, verde.

Atravesó la habitación subida en unos altos tacones y le dio un abrazo a Zoë.

-¡Sorpresa!

-¿Qué estás haciendo aquí?

-No finjas que no sabes qué hago aquí. No me has devuelto las llamadas últimamente, y eso significa que algo va mal.

-Nada va mal, te lo prometo.

Zoë dio un paso atrás para mirar a su hermana de arriba abajo. Estaba perfecta, como siempre. Iba maquillada lo justo para estar atractiva, sin excesos. Sus uñas acrílicas tenían la longitud adecuada y estaban pintadas de rosa pálido. Bonitas pero no llamativas. Faith siempre había sido la más guapa de las dos.

-¡Estás estupenda! Me encanta tu corte de pelo.

-Y tú pareces agotada. Pero no cambies de tema de conversación. ¿Qué hace ese enorme perro en tu casa y por qué hay cosas de hombre en la habitación de invitados?

-Son las cosas y el perro de Nick -contestó ella mirando a su alrededor y preguntándose por qué Tucker no había salido ya a saludarla-. ¿Dónde está el perro?

-Lo he dejado salir. ¿Por qué está Nick aquí? ¿Le están fumigando la casa o algo así?

Antes de que Zoë pudiese contestar se abrió la puerta principal y apareció Nick, tan guapo como siempre. Zoë lo miraba entonces con ojos distintos, y se preguntó si todo el mundo se daría cuenta de lo que sentía. Iba a tener que contárselo todo a su hermana.

-¡Chuleta de cerdo! -la saludó Nick dándole un abrazo y levantándola del suelo.

-¡Terroncito de azúcar! -respondió ella abrazándolo también.

Zoë se sintió un poco celosa. Faith siempre había sido extravertida y simpática. Siempre había sido cariñosa. ¿Por qué no podía ser ella así?

Nick la dejó en el suelo y la observó de pies a cabeza.

-Estás muy guapa.

-Tú también. Zoë iba justo a contarme por qué te estás quedando aquí. ¿Ha pasado algo? ¿Has perdido tu apartamento?

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