EPILOGO

182 12 2
                                    

Nick tuvo que tener cuidado al bajar las escaleras hacia el primer piso para no tropezar con la Barbie que yacía medio desnuda y los coches que había tirados en la puerta de la leonera. Todo eso debía haber estado ya recogido.

Cuando vio el videojuego en la televisión, supo por qué no lo estaba.

Atravesó la habitación y apagó la televisión.

-¡Papá! -se quejaron sus dos hijos mayores, Steven, de nueve años, y Lila, de ocho.

-Nada de papá. Se suponía que ibais a recoger los juguetes. Es casi hora de irse a la cama.

Nathan, de seis años, que no sólo había heredado los ojos y el pelo oscuro de su padre, sino su gusto por el orden, ya estaba colocando los LEGOS en su sitio.

-Jenny ha eructado -le dijo a su padre señalando al bebé de seis meses que Nick llevaba debajo del brazo izquierdo, que luchaba por zafarse del abrazo de su padre y llegar al suelo.

Como no tenía ningún pañuelo a mano, limpió las babas de la niña con la manga de su camisa mientras se preguntaba si en los últimos nueve años había llevado alguna vez una camisa limpia.

-¡Papá! -lo llamó Olivia, de cuatro años, la más directa de todos. Hablaba a dos volúmenes. O alto, o muy alto-. Mamá está otra vez en la cocina comiendo galletas.

El se puso de cuclillas para ponerse a su altura.

-¿Cariño, qué te han dicho papá y mamá de acusar a los demás?

-Yo también quiero galletas -dijo ella.

-Justo antes de irte a la cama, no.

-¿Y por qué mamá puede comer galletas justo antes de irse a la cama? -preguntó Nathan.

-Porque es una adulta -respondió Lila-. Puede comer galletas cuando quiera.

-Mañana podrás comer galletas -dijo Nick.

-Mamá se está comiendo toda la caja. No quedarán para mañana.

-Eh, que te he oído -comentó Zoë apareciendo por la puerta con las manos en las caderas-. Lila, ¿puedes vigilar a tu hermana un momento? Papá y yo tenemos que hablar.

-Claro, mamá -accedió ella tomando al bebé de los brazos de su padre. Así no tendría que recoger los juguetes.

-Cinco hijos. ¿De quién fue la brillante idea? -preguntó Zoë

En realidad, no había sido idea de ninguno de los dos. Después de Steven y Lila, cuyos nacimientos habían sido planeados, ambos se habían dicho que ya tenían el niño y la niña. Pero cuando Lila había empezado a crecer, Zoë había vuelto a tener deseos de tener otro bebé.

Así que se habían relajado con la contracepción y se habían dicho que dejarían que fuese lo que tuviese que ser. Y Nathan llegó nueve meses después. Olivia había sido un desliz, como resultado de un exceso de champán el día de Nochevieja.

Jenny también había llegado por accidente, cuando ambos pensaban que estaban teniendo cuidado. Era evidente que no habían tenido el suficiente cuidado, les había dicho el doctor.

SECRETSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora