CAPÍTULO 1

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YA ERES PARTE DE MÍ

CAPÍTULO UNO

La secretaria se quedó viendo al recién llegado, admirando su gallardía y elegancia; era un hombre muy apuesto el que estaba frente a ella; a sus 55 años, aún se sentía con derecho de opinar sobre quien era un buen prospecto masculino y quien no; Irma se acomodó los lentes sobre el puente de la nariz y le indicó al recién llegado que se sentara a la espera de que lo atendieran; luego de unos minutos le habló nuevamente

- señor...

- Smith, John Smith

Irma lo observó desde atrás de su escritorio, entendía que fuera desconfiado, e incluso la poca imaginación al escoger un nombre falso dada su situación; había dado la contraseña exclusiva y secreta al llegar a la compañía de alquiler de vehículos y eso solo lo hacían quienes venían enviados por alguno de los amigos de los altos estamentos del gobierno; la secretaria sacudió su cabeza cubierta de cabello castaño entrecano y sonrió más para sí que para su interlocutor; sabía que el nombre era más falso que una moneda de cuero; todos los de la compañía ya sabían quién era el posible nuevo cliente, no bien recibían la información de parte de quien lo enviara, le investigaban con minuciosidad, por algo eran tan buenos en su trabajo

- señor John Smith – intentó no ironizar mientras hablaba – solo está disponible un Mercedes por ahora, si gusta lo envío con él; a no ser que quiera esperar a alguno de los todoterreno

- veré su Mercedes, tal vez me entienda con él; aunque aún no puedo estar seguro de que es lo que en verdad me conviene

- comprendo; firme estas formas y luego podrá echarle una ojeada – luego de que el hombre firmara Irma le entregó una llave tarjeta y en un trozo de papel, le escribió una clave de 6 dígitos y tres letras – tenga, siga en línea recta por ese pasillo de la izquierda y en cada puerta abra con esa llave, la última puerta le va a pedir esta clave, apresúrese porque en siete minutos, la clave cambia

El hombre dio la espalda a la mujer y se encaminó al pasillo indicado; cuando ella lo perdió de vista, levantó el auricular y marcó un número rápidamente

- mi niña, prepárate; el hombre que va hacia ti, es un verdadero manjar, respira profundo y no te le quedes viendo cuando esté frente a ti; ten cuidado

- Irma por favor, no hace falta que hagas esto siempre; no voy a saltar sobre un posible cliente aprovechando que no está mi equipo de protección

- no los llames así, sabes que te aman; eres lo que los mantiene unidos

- gracias Irma, voy a cortar – y eso hizo

Samantha Paz, se acomodó en su silla ante el gran escritorio; preparó todo el papeleo, se acomodó algo el cabello y adoptó su postura desinteresada; aunque no lo aceptara frente a ella, le gustaba que Irma se tomara la molestia de advertirle cuando algún posible cliente la podía dejar sin respiración; aunque hasta ahora, ninguno había logrado afectarla de alguna manera; a sus 21 años, era una mujer completamente inocente sobre los temas del amor, la pasión y sus demás atenuantes; sus relaciones con los hombres se limitaban a los cinco que conformaban el equipo de trabajo con el que convivía en todo momento y del que no podía escapar ni aunque quisiera; ella y sus 5 hermanos mayores Michael, Tomas, Diego, Andrés y Maximiliano, manejaban una empresa fachada de alquiler de vehículos que cubría su real trabajo como mercenarios; llevaban varios años dedicándose a solucionar casos para gente adinerada que no quería esperar las largas investigaciones de la policía o los demás estamentos judiciales.

Samantha había estado al cuidado de sus hermanos desde la desaparición de sus padres hacía diez años; fue precisamente ese hecho lo que había impulsado a los hermanos Paz a dedicarse a la investigación privada y poco a poco se fueron convirtiendo en mercenarios; lo que les empezó a dar reconocimiento, fue cuando rescataron a la hija del secretario de defensa de manos de unos secuestradores oportunistas; consiguieron unos permisos especiales, que les daban cierta autonomía para realizar sus operaciones sin riesgo; habían aprendido a hacer las cosas sin dejar huellas.

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