14. Un misterio

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Costaba trabajo pasar entre tantas personas, habíamos llegado desde hace tiempo a la fiesta. A buena hora decidí utilizar un traje con alas, no pesan pero si estorban. Me estoy preguntando a que hora le sacó un ojo a alguien por ellas, pero aún así me gustan.

Me había maquillado acordé al color del disfraz, el cual me quedaba de maravilla, y mi cabello lo dejé suelto con sus ondas naturales. Mi disfraz constaba de un bralette blanco, un short que bien podría pasar por ropa interior, era alto de cintura, también blanco. Unos tacones blancos de dieciséis centímetros junto con unas alas blancas, las cuales completaban mi disfraz de Ángel blanco.

—Yo voy por acá, quedé con unas chicas del equipo —¡Mierda! Hasta ahora recuerdo que tengo que entrar al equipo de porristas, sino fuera porque Beberly menciona algo relacionado no me acuerdo. Caminó entre la multitud de personas dejándome sola, Jane también me había dejado sola diciendo que iba a ver a otra amiga.

Camine por el lugar viendo todo, tenía que acercarme a Demian, hacer que sintiera atracción por mi, para así acercarme a su tía. No lo había visto desde que llegamos y menos a su hermana. Peter había venido aparte, alegando que el buscaría la manera de acercarse a Alexa, ella era su misión, mismo objetivo.

Camine un poco más, esquivando a las personas para no lastimarlas con las alas, fue cuando lo vi. No sabía cómo describir su disfraz, sólo podía decir que era un ángel caído por las alas cortas y negras que tenía en su espalda. Si me hubieran preguntado yo hubiera dicho que era nada más y nada menos que Lucifer, Satanás, Beelzebub o Luzbel; como lo conozcas o prefieras decirle. No me refería a que fuera alguien malvado, me refería a su belleza. Se dice que Luzbel era unos de los más gloriosos, elevados y bellos Ángeles de la corte celestial de Dios,  aunque, cegado por su orgullo se reveló contra Dios, haciéndose adversario de su creador y levanto su rebelión contra Dios.

Fue el primer ángel en caer.

Me miró fijamente y comencé a caminar lejos de él, sabía que me estaba siguiendo pues de vez en cuando lo había volteado a ver. Cuando supe de esta fiesta le había pedido a Mario el plano del almacén para llevar acabo mi plan, tenía que llevarlo apartado de todos y luego..., luego tendría que hacer algo que no pensaba que haría, no estaba en mis planes pero al final lo tuve que hacer.

Llegué hasta un cuarto vacío, estaba hasta el fondo, era más como un pequeño almacén, privado, justo lo que quería. Vi que entró detrás de mi y me acorralo contra una pared, haciendo que lo mirara fijamente a sus ojos y desatando una pelea entre plata y marrón. Me miraba fijamente, sosteniendo mi mirada, con sus malditos ojos grises, ahora estaban oscuros; en ellos lo único que podía ver era mi reflejo, no mostraban alguna otra cosa, fueron los primer par de ojos inexpresivos que recuerdo haber visto hasta ese momento.

Muchos dicen que los ojos son la ventana del alma, que ellos dicen más cosas de las que la boca habla o los oídos escuchan. Los ojos muchas veces actúan con  rapidez y nos dicen lo que queremos o que esperar; pero podía jurar que los ojos de Demian no mostraban nada, sólo mi reflejo mirándolo fijamente.

—¿Qué me estas haciendo? —pregunto con voz ronca y en ese momento tuve que agarrar mis bragas para que no se callera — ¿Quién demonios eres y porque causas esto en mi? ¿Qué hiciste en realidad? Debes tener miedo —la última pregunta me deshubica en realidad, ¿qué hice en realidad? No lo se ni entendía esa pregunta, que decía todo y a la vez nada; me daba a entender que el estaba investigando sobre mi, no tengo idea de cómo, pero me imagino que con ayuda de Google, pero en realidad no dijo nada.

—¿Porque dices eso? —en ningún momento mis ojos dejaron de ver los suyos y viceversa.

—Eres como un maldito misterio —me sorprendí cuando dijo eso, cosa que hizo que levantara una de mis cejas. Alguien había estado leyendo La sombra del viento y se había aprendido una parte, me negaba completamente a seguir el guión del libro, estaba demente si... — y los misterios hay que resolverlos.

—No te recomiendo que resuelvas este misterio, por tu bien y por el mio —más por el mio que por el suyo, si el descubría que era en realidad tendría que matarlo y no quería.

En la agencia, cuando estábamos pequeños, impartirán clases a los agentes. Clases sobre como actuar bajo cualquier circunstancia en la que nuestra identidad corriera peligro, cuando descubrían lo que éramos.

—Si eso llega a pasar sólo pueden hacer lo que tienen permitido. Si es alguien que estamos protegiendo en la misión deben pedir absoluta discreción; pero, si es alguien que no tiene porque saberlo, deben saber que están autorizados a matar, más cuando es de alguna asociación enemiga. No sabemos que pueden hacer si saben quienes somos realmente.

Recuerdo esa clase aunque Peter hubiera estado molestando mucho y nos llamarán la atención por lo mismo. Éramos los únicos niños en esa clase de adultos. Yo nunca había tenido que matar por mi identidad, Peter una vez lo hizo y fue a un agente de la orquídea negra. Eso lo supimos después gracias a los exámenes forenses.

—Estoy dispuesto a correr tal —no quería que terminará de hablar y dijera lo que tenía que decir. Me negaba rotundamente así que hice lo primero que cruzó por mi mente. Nunca lo había hecho, no por voluntad propia y menos teniendo uso de razón.

ÁngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora