15. Recordar

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Fue como si recibiera un llamado, pude haberlo callado de otra forma pero la única que me apetecía fue presionando mis labios sobre los suyos. Hace tanto tiempo que había besado a alguien y ahora lo estaba haciendo, estaba besando a Demian. Sus labios se movían lentamente sobre los míos haciendo que sintiera que me volvía loca lentamente, el muy maldito sabía cómo besar.

Peter me miraba desde al marco de la puerta del hospital. Nos habían encontrado y nos trajeron aquí, donde los mejores médicos les aseguraron a mis padres que estábamos bien.

Pasaron cosas cuando nos atraparon, una de ellas fue que apartaron a mi hermano de nosotros. Cuando los agentes llegaron sólo pudieron encontrar a Peter y a mi, ninguna señal de mi hermano. Pasaron solamente veinte minutos, los cuáles me parecieron horas, desde que...

—¿Cómo te sientes? —preguntó con timidez Peter, captando mi atención y salvandome de sumergirme en los recuerdos.

—Yo... es co-como si estuviera vacía, me duele mucho ahí —lo último había salido de mis labios como un suave susurro. No tarde mucho en sentir como Peter me envolvía con sus brazos haciendo que me sintiera nuevamente muy pequeñita, tan débil que volví a sollozar. Sólo salían sollozos de mi temía que había llorado tanto como para que mis lágrimas se terminarán y no quedarán más por derramar.

Trate de separarme de él, si algo no me gustaba era recordar, me aterraba el hecho de sólo hacerlo. Separe unos milímetros nuestros labios pero volvió a besarme, ahora con más ansiedad que antes y bordeando mis labios con su lengua.

Estúpida, estúpida, estúpida. No debo volver a confiar en mi primo. Había aceptado venir con un amigo de él al estúpido festival de primavera, habían pasado tan sólo dos meses desde que nos secuestraron y nos encontraron. Y ahora resulta que al amigo de Peter le gusta besar, el maldito tenía sus labios sobre los míos y trataba de tocarme, sacando a flote sentimientos que quiero olvidar. Me separé de él aplastando su pie y corrí fuera de donde estábamos.

Juro que no lo volveré a hacer —murmuró mientras me quito los zapatos de piso que combinaban con mi vestido. Habíamos llegado a la mansión y acababa de contarle a Peter lo que su dichoso amigo hizo y quería hacer.

—¿Hacer el qué? —preguntó mientras arquea una de sus castañas y definidas cejas, logrando que lo mirara frunciendo mi ceño en su dirección.

—No volveré a besar a alguien en mi vida.

Recuerdo que cuando lo dije estaba plenamente convencida de que no lo volvería a hacer. Si, me habían besado con anterioridad, pero nunca por voluntad; si dejaba que me besaran fue por el simple hecho de que eran misiones. Nunca había besado por voluntad propia, no había tomado la iniciativa de besar a alguien hasta ese momento y ahora no puedo dejar de besar a Demian, él no deja que me separe de él.

—¿Enserio lo vas a hacer? —preguntó Sarah logrando que rodará los ojos, era la séptima vez, en diez minutos, que preguntaba eso.

—Si, estoy segura que lo voy a hacer. Es como una iniciación y lo sabes —esperaba que dejará de preguntar, me comenzaba a desesperar.

Comenzaron a hacerlo justo donde había pedido que lo hicieran. Dolía pero era un dolor aceptable, había pasado tantas cosas y esto era como un simple pellizco.

—Listo,  esperemos para quitar el vendaje, procura que pasen de dos a tres horas y aplica está crema —me tendió una crema y después de pagar todos salimos del local.

Cuando llegamos a la casa de Sarah nos pusimos a ver películas y después de que pasó el tiempo que había dicho entre al baño a quitarme el vendaje, déjando ver dos pequeñas alas blancas, aunque hubieran sido negras; después de todo, yo era un angel y caí después de lo que me hicieron.

Yo siempre he dicho que hay tres tipos de personas que fueron violadas: las que se aterrorizan con el simple hecho de que alguien invada su espacio personal, las que siguen con sus vidas como si nada y las que comienzan a tener una vida sexual activa, verdaderamente activa. Personalmente me considero del tercer tipo, las que comienzan con su vida sexual, pues cuando fui un poco más grande comencé a tener una vida sexual activa. Debo aclarar que digo "cuando fui un poco más grande" por el simple hecho de que me violaron cuando era una niña. Así es, señoras y señores, me violaron cuando nos secuestraron a los tres, cuando sólo tenía seis años.

No era algo en lo que pensara todo el tiempo, pues mi trabajo como agente me mantiene muy ocupada, así que también me considero del segundo tipo, las que siguen con su vida.

Eso era lo que me tenía con miedo en este momento, leyeron bien, con MI-E-DO. Si antes había dicho que no sabía porque mis recuerdos salían a flote ahora compruebo que es por Demian. Yo no quería recordar pero sus labios se sentían malditamente bien sobre los míos, tanto que podría valer la pena recordar, pero eran más mis ganas de no recordar por lo que ganarían estas y me separé de él.

En definitiva sus ojos estaban más oscurecidos y apostaría mi Alfa Romeo a que los míos estaban igual, la respiración de ambos era irregular por lo que estábamos jadeando levemente. Antes de que alguno pudiera decir algo huí de ahí, por mi propio bien de aleje de esa Luz Bella que me hacía recordar.

—No olvides la regla principal, no olvides la regla principal, no olvides la regla principal, no olvides la regla principal... —murmuraba mientras me alejaba a paso apresurado del lugar. ¿El que él me hiciera recordar podía significar que estuviera violando la regla principal? No lo sabía, ni lo quería saber.

Al llegar a donde había dejado mi auto me quite las alas y las tiré en los asientos traseros antes de meterme en el lugar del piloto y comenzar a manejar una vez que el motor ronroneaba. Mi vista se nublaba por lo que me era difícil mandarles un mensaje a Beberly y a Jane informandoles que me tenía que ir, cuando sentí algo caliente deslizarse por mi mejilla supe que estaba llorando.

Estaba volviendo a llorar como cuando años atrás había sido violada, cuando osaron profanar mi cuerpo nada desarrollado de seis años. Cuando hicieron que callera muy bajo, me había costado recuperarme pero recordé y eso sólo hace que lágrimas caigan por mis mejilla y las aparte con furia mientras trataba de conducir.

ÁngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora