16. Mi regla de oro

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—¿Cómo va tu misión hasta ahora? ¿Hubo un avance desde que hablaste con Green?

Habían pasado dos semanas desde que sucedió lo de la fiesta. Mis padres volvieron de su misión la semana pasada y los hermanos J no se han ido aún. En estas dos semanas he estado evitando a Demian de manera discreta, él ha querido acercarse a mi pero por algunas cosas no lo ha logrado.

Mario me había llamado desde ayer oara hablar conmigo, estuve casi una semana desaparecida de la agencia, lo único que podía hacer era ir a la universidad y regresar a mi casa. El asunto del beso nadie lo sabía, ni Peter que es como mi confidente.

—Va muy bien hasta donde se puede decir. Davis ha tratado de acercarse a mi después de la fiesta pero no lo ha logrado porque Peter o alguien llega hablando a cualquiera de los dos, haciendo imposible que él hable conmigo. No se decir si el disfraz funcionó del todo —debo de recordar que las alas las proporcionó la agencia por tratarse de una misión.

—Perfecto, te puedes ir —doy un asentimiento con mi cabeza y me levanto de donde estaba para caminar a la puerta, cuando mi mano toca el picaporte de la puerta la voz de mi tío me detiene —Y, Aless. No olvides la regla principal —doy un asentimiento sin voltear a verlo y salgo de su oficina.

La regla principal.

No, nunca olvidaría esa regla, nos protege a los agentes de involucrarnos personalmente, aunque tampoco es como si ellos lo pudieran controlar. Ni las agencias más importantes de los países pueden controlar los sentimientos que alguien tiene.

Nuestra educación en la academia abarcaba de todo, hasta los sentimientos. Nos enseñaban a no sentir con nuestras intimidades, que los enemigos aprovecharía cualquier debilidad de nosotros para doblegarnos.

«No deben de haber sentimientos involucrados en las misiones»

Recuerdo claramente las palabras del profesor que nos daba esa clase, fue muy claro y puso un ejemplo que cualquier niño entendería. Nos dio a cuidar a un cachorro por el resto del año, un día nos pidió que lo llegáramos y salimos al patio, cuando llegamos nos entregaron una pistola a cada uno, nos pusieron frente a nuestros perros y nos dijeron que jalaramos del gatillo.

Ninguno lo hizo.

Así que para que aprendieramos les dijo a los demás instructores que dispararan por nosotros. Dispararon sin pensarlo, enseñándonos que los sentimientos son debilidades pues tratamos de que no dispararan. El que trato de impedir que le dispararán a su perro recibió un disparo cerca de su muslo, pasó rozando.

Luego nos mostraron que las balas eran de goma, todas menos la que recibió el niño, demostrando que siempre debemos obedecer a nuestros superiores.

Todos hablaban de que debemos respetar la regla principal, pero yo tenía mi regla de oro y la había violado. Había besado a Demian logrando que violara mi regla de oro: no besar a nadie. Decían que teníamos que respetar las reglas que la agencia nos decía pero no decían nada de las reglas personales de uno, no los importaba si alguien tenía reglas o no.

—¡Alessandra!

Mire a Jake saliendo de mi ensimismamiento. Caminé junto a él mientras leía una carpeta que me había entregado momentos antes. En la carpeta había información sobre la reciente desaparición de un agente de la DGDI que sabía información sobre un par de agentes de China.

—¿Porqué tenemos que encargarnos nosotros si es un asunto de la seguridad francesa? —pregunta Matías. Llegamos a la sala de reuniones donde nos esperaba el equipo élite juvenil junto con Mario. Los agentes del equipo estábamos sentados al rededor de la mesa de heradura mientras Mario estaba paseando entre el espacio que dejaba la mesa.

—Alguien le podría decir a el agente Thell, ¿por qué nos tenemos que encargar nosotros?

—Al ser una agencia internacional tenemos que velar por todos los continentes. El que un agente cuente con información de un par de agentes ajenos a su continente los pone en riesgo, puede vender esa información a cualquiera —habló Andrea mientras giraba entre sus dedos un bolígrafo.

—Gracias agente Grop —rode los ojos y deje de prestarle atención a mi tío para seguír pensando sobre que enfermedad haría mi ensayo de 7 ,000 palabras, tenía que entregarlo el lunes al medio día. Suspiré dejando de pensar en mi tarea, la podría hacer luego, y decidí volver a prestar atención a mi tío —.  Por lo cual necesito que vayan a Texas para ir por el agente. Como en otras misiones, tendrán una identidad y aspecto nuevo por este fin de semana. Saben a donde ir por sus respectivas cosas —apago las pantallas y salió de la sala de juntas dejando que todos respiramos, en ocasiones mi tío puede imponer si se lo propone.

Poco a poco cada agente fue retirándose de la sala. Por mi parte yo fui al área de make up para que me dijeran, y me explicaran, como me iba a maquillar. Al llegar pusieron una red sobre mi cabello, de tal forma que quedó aplastado a mi cabeza, para posterior ponerme una peluca negra azulada que llega hasta mis hombros. Me entregan unos pupilentes negros y me los pongo sin replicar.

—Ya sabes como es esto —asiento en respuesta, aunque no haya sido una pregunta —. Procederemos a maquillarte y necesito que prestes atención, esta vez tendrás unas cuantas pecas en la zona de tu nariz.

Me maquillaron explicando cada cosa que hacían y siento más minuciosos a la hora de pintar mis pecas. Una vez terminado el maquillaje me entregaron unas gafas tipo aviador y unas vendas para poner en la zona de mis pechos, después de eso fue cuando me pude retirar para que fuera a buscar mis papeles para el viaje.

Una vez que tuve mis papeles salí de la agencia para ir a mi casa a buscar la ropa que llevaría. Al llegar no había nadie en casa. Subí a mi cuarto y entré al vestidor para buscar la ropa que me pondría, una vez que tuve todo listo pedí un taxi que me llevara al aeropuerto.

Una vez en el aeropuerto fui al estacionamiento para tomar la jardinera que nos llevaría al hangar privado de la agencia. Una vez en el hangar entré directamente al jet después de mostrar mi identificación de la S. I. S. y que me pusieran mi rastreador.

—¿Cuál va a ser tu nombre y de donde eres? —evité rodar los ojos en dirección de Matias quien ahora lucia un pelirrojo que podría pasar por natural. Mire la identificación falsa que me habían entregado recién y sonreí a mis adentros, al menos escogieron un nombre lindo a mi parecer.

—Kikey Salvador —hice una mueca al ver la foto de la identificación. Estaba mirando de manera distraída la cámara y tenía los labios entreabiertos, no pude evitar llevar una mano a mi frente cuando la vi, salía pésima.

Una vez que los restantes llegaron nos dispersamos entre los asientos del jet. Por mi parte me senté junto con mi primo para que me explicara la misión.

ÁngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora