NOTA: Lo que aparece entre paréntesis, es porque están susurrando, así como para las intervenciones en voz alta se usan las mayúsculas y signos de exclamación.
Estoy bastante nervioso. He llegado un poco pronto, para no correr riesgos de que nos encontremos antes. Ya estoy sentado en nuestra mesa. Es bastante agradable, al parecer. Está casi totalmente oscuro, salvo por unas velas suaves, que decoran la estancia, pero no se encuentran en la mesa. Están colgando elegantemente de unas paredes como si fueran pequeñas antorchas. Es una oscuridad agradable, a la que uno se puede acostumbrar. Se siente el calor de velas que, por cierto, son algo aromáticas. La música es de piano muy suave. Es una sensación rara, pero encantadora a la misma vez.
Tenemos todo planeado. Hemos dicho a los camareros, una frase para poder identificarnos sin dar nombres. Es como una especie de contraseña que hará que coincidamos en la mesa.
—Buenas noches, ¿es usted el príncipe maldito? -dijo un camarero.
—Sí, sí claro que sí. ¿Hay algún problema?
—En absoluto. Ya está aquí la princesa que hará que deje de ser un sapo.
Vaya, ya ha llegado, qué nervios. Esa es la contraseña.
—(Buenas noches sapito)
—(Buenas noches... Mmm ¿Debo llamarte anonimo91?)
—(Con princesa es suficiente. Qué raro es todo. No estoy acostumbrada a susurrar)
—(Ni yo tampoco, pero parece divertido)
—(¿Qué se supone que vamos a cenar?)
—(Ahí está la gracia, que no lo sabemos, pero lo vamos a adivinar probándolo, oliéndolo, sintiendo cada bocado.)
—(¿Y si algo no nos gusta?, soy algo caprichosa con la comida eh)
—(En teoría, al entrar nos han preguntado si tenemos alguna alergia o intolerancia a algún alimento. Al menos de salud estaremos bien. Solo es cuestión de probar y decidir que nos gusta y que no. A eso hemos venido ¿no?)
—(Vale, empecemos. Soy la primera. Antes, voy a olerlo y finalmente me lo meteré en la boca.)
Se metió el tenedor en la boca con algo de miedo. Del miedo paso a la sorpresa, de la sorpresa al agrado, y del agrado a la fascinación. Masticó cada bocado lentamente, e incluso emitiendo algún que otro gemido.
—(¡Dios mío! ¿Esto lo preparan ciegos?)
—(¿Cómo va?)
—(Mmm veamos... Huele mucho a especias, y es consistente. Por lo que descarto caldos o sopas. ¡¡Los platos son enormes!!)
—(Será para que no tiremos la comida al suelo sin querer. Para que no nos manchemos. Continúa.)
—(Mmmmm... Por dios esto está buenísimo.)
—(¿Te gusta el lugar?)
—(Mucho, es muy original)
¡Otro punto para el sapito! Se ve que algo estoy haciendo bien. Aunque no recuerde del todo como debía seguir. La originalidad ya la tengo. Creo que tenía que empatizar con ella en algo. La preguntaré algunas cositas. Lo bueno de todo es que, susurrando, lo hace más sensual.
—(Princesita, ¿qué haces en tu tiempo libre? ¿Cómo te diviertes?)
—(Mmmm me apasiona la lectura. Me encanta llenarme de libros y libros maravillosos.)
Vaya, eso es algo que no me interesa en absoluto. ¿Qué se hace si la empatía no funciona? Ojalá Gina estuviera aquí. Libros... A mí solo con oír la palabra me produce escalofríos. Vale que se lea para estudiar, que se lea para aprobar; siendo ésta básicamente mi única razón para hacerlo. Pero ¿leer por placer? Probemos con otra cosa.
—(¿Y qué me dices de Shakira? ¿Te gusta alguna cantante actual?)
—(La verdad es que no mucho. Yo prefiero algo más suave y tranquilo. Preferiría música clásica en volumen bajo, mientras leo mi libro, por ejemplo. O mientras escribo o dibujo.)
Vaya, otros dos puntos menos. Espero que, en la parte intensa, conectemos más. Me da a mí en la nariz, que está señorita es una romanticona. Y yo no sé ser así. Venga, último intento.
—(¿Y qué te gusta más de nuestra página web común? ¿Has hecho video chats privados?)
—(No me malinterpretes, pero esto empieza a parecerse más a una entrevista que otra cosa. Vale que he dicho que vayamos lento, pero conocemos el objetivo de esto, ¿no?)
Uhhh vaya, esto me está gustando un poco más. Que aumentemos la velocidad de las cosas. Pues vayamos a la parte intensa, como pide mi princesita.
—(Cuéntame qué te hace sonrojar)
—(Los halagos a mi aspecto físico, que me miren directamente a los ojos, cuando comienzo a tener contacto físicamente, entre otros...)
—(¿No estás acostumbrada a ello? Seguro que te sobran las oportunidades.)
—(Sí así es. Sin embargo, suelen tener otros intereses, más allá del sexo.)
—(¿Hablas de dinero? Porque sabes que, en mi caso, digamos que de ello me lucro. Espero no te incomode)
—(Sapito, yo misma entré en esa web. Yo misma me cree un perfil y yo misma pagué. Tu no me has robado nada. De todas maneras, no solo a eso me refiero. Creen que el estar conmigo, les puede beneficiar a nivel de influencias.)
—(¿Eres productora de cine y aún no me he enterado?)
—(Ja ja ja ja ja, sapito por dios. Sé que me has entendido)
¡Sí sí y SI! Esto está mejorando. Igual si que saquemos algo productivo de todo esto. Es o tiene a alguien influyente. Y vamos acercando posturas poco a poco. Me he encaminado.
—(Ojalá pudiera verte para poder hacer algún bonito halago, seguro lo mereces.)
—(Eso es trampa, no podemos vernos. Pero si puedes tocar, rozar suavemente e incluso acercarte. Podemos olernos, sentirnos...)
No la dejo terminar y me acerco un poco más, solo un poco. Lo suficiente como para que lo entienda como un permiso para seguir hacia delante. Un poco tonto, sí, teniendo en cuenta que estamos a oscuras. Pero sé que lo siente. Esta tensión no solo está en mi cabeza. Pongo mi mano en la mesa en busca de la suya, y en cuanto la encuentro, la noto temblorosa. Está nerviosa, y no es para menos. Incluso hace un pequeño intento de retirarla, pero la cojo firme y suave a la vez.
—(Shhh, no te preocupes, princesa, no hay ninguna prisa)
—(La verdad es que yo quiero, pero, no me resulta nada fácil)
—(No pasa nada, déjamelo todo a mí y si te sientes incómoda con cualquier cosa solo házmelo saber)
Ahora es ella la que aprieta mi mano, palpándola hasta subir por mis brazos y buscando mi cara. Quiere reconocerme, seguramente. Cojo su mano y la paso por mi cara lentamente, la muevo a mi pelo, la reconduzco a mis labios, y poso un dulce beso sobre ella.
Siento sus manos sudar, por un momento, y hasta el pulso fuerte de ella.
Reteniendo aún sus manos entre las mías, busco acariciar su brazo, solo un poco, quiero tantear el terreno en el que me muevo. Siento su vello erizarse tras mi paso. Tiene la piel suave y delicada. Me acerco aún más, y ella se estremece al sentir mi cercanía.
Dejo su brazo y voy a su cara. Tiene la piel tersa y fina, muy cuidada. Se elevan las comisuras de sus labios formando lo que sospecho que es una sonrisa. Lo cual me hace sonreír también. Toco también sus labios, un poco finos para mi gusto, pero tampoco estoy como para ponerme exquisito precisamente yo. Si me equivoco, y no es la hija de la directora, esta chica desaparecerá en cuanto me vea. Pero en cambio si lo es, estaré de suerte porque se supone que ya le gusto.
Ahora estoy tan cerca que puedo notar su respiración. Está bastante agitada. Huele a vainilla, un aroma que me encanta. Sus reacciones me están afectando, en toda la extensión de la palabra. Estoy deseando besarla. Tanto que me duele la entrepierna, del bulto que se empieza a formar en mi pantalón. Me acerco más... más y más hasta sentir nuestros alientos y respiraciones, uno en la cara del otro.
—Tan solo hazlo. ¡Hazlo ya! -Dice ésta gritando casi desesperada.
—¡NO ME JODAS! ¿Qué haces tú aquí?
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ME DICEN EL SAPO
RomanceSiempre he sido un ser feo, bastante feo. Incluso me llamo ser solo para no considerarme humano. Eso no sería un problema si la sociedad en la que estamos no le diera mayor importancia. Las mujeres buscan un príncipe azul, un gran hombre guapísimo...