Narra Sarah.
¡Beep, beep, beep, beep, beep!
La alarma de mi móvil martilleaba mi cabeza una vez más como cada Sábado a las 22:30 de la noche.
Lentamente abrí los ojos volviendo a mi, cuanto menos, asquerosa realidad.
"Me debí haber quedado dormida cuando llegué" pensé y observé a mi al rededor mientras me frotaba los ojos con las manos.
Todo seguía igual que lo dejé al llegar a casa, con la excepción de que Doremi ya no dormía a mi lado, por las noches prefería salirse al diminuto balcón de mi piso de alquiler y encaramarse al bordillo (poniendo bastante en juego alguna de sus siete felinas vidas) para ver la frenética marcha de la noche madrileña.
Gente que iba y venía de un lado a otro sin fijarse tan si quiera en quienes pasaban a su alrededor, coches que circulaban, chicas muy cortitas de ropa que se asomaban a la ventanillas de los coches para negociar con sus clientes, pobres mendigos durmiendo en cajeros o simplemente en mitad de la calle tendidos sobre un cartón, y en general, un ambiente poco recomendable para cualquiera que tuviese menos de dieciséis años.
Cuando llegué a Madrid después de salir del orfanato pensé que todo sería diferente, sólo quería alejarme todo lo posible de aquel lugar, olvidar mis más temidos miedos en un lugar, que yo pensaba, que estaría lleno de oportunidades para mí, para volver a ser feliz, para retomar una vida normal.
Pero ocurrió todo lo contrario.
Habían pasado ya dos años desde que llegué a Madrid y lo más fascinante que había hecho en todo ese tiempo era rescatar a una pequeña gatita (Doremi) de entre las basuras. Nada de grandes oportunidades, de sueños cumplidos, de vida "normal"... Mi vida más que normal era una vida de trabajo y responsabilidades demasiado grandes para poder soportarlas yo sola...
Mientras pensaba caminé lentamente hacia el calendario que tenía pegado en la pared y taché un día más de mi terrible cuenta atrás.
-Cincuenta y nueve putos días...-susurré.
Cincuenta y nueve putos días quedaban, y yo todavía seguía sintiendo terror...
Moví la cabeza rápidamente de un lado a otro como si haciendo eso consiguiese despejar mi mente de todas las ideas que me hervían en ese momento.
Tengo mejores cosas en las que pensar, como darme prisa en arreglarme y vestirme.
"Zoológico" era una discoteca de Madrid, bastante conocida, en la que trabajaba todos los Sábados. Sólo abría ese día a la semana y yo, gracias a Dios, tan solo tenía turno de doce de la noche a cuatro y media de la madrugada, sé que sonaba agotador, pero los Domingos no tenía que trabajar, y podía despertarme a la hora que quisiera y recargar las pilas de toda la semana, o simplemente, no levantarme en todo el día.
Necesitaba ese trabajo tanto como un yonkie necesita droga.
Con lo poco que me pagaban en el "GAME" apenas me llegaba para poder pagar el alquiler, y yo tenía más gastos: comida, ropa, elementos de higiene... Eso a lo que no das importancia cuando vives con tus padres, o en mi caso, en el orfanato, y que cuando te emancipas empiezas a descubrir que se lleva una gran parte de tus ahorros.
Por eso, tuve que empezar a trabajar en "Zoológico" porque, aunque solo trabajaba unas cuantas horas a la semana, el sueldo era el doble que el del "GAME" y eso, junto con lo que ganaba en "GAME" me daba, más o menos, para poder vivir cómodamente, y dándome algún capricho de vez en cuando.
Me metí en la ducha y dejé que el agua caliente se deslizara lentamente por todos los recovecos de mi cuerpo.
Tenía la costumbre de ducharme siempre con agua caliente, incluso aunque fueran mediados de Agosto, pues en el orfanato, debido a la letra por la que empezaba mi nombre, siempre era una de las últimas en tomar el baño, y para cuando me llegaba el turno, el agua ya estaba más que fría.
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Los polos opuestos se atraen. [FanFic elrubiusOMG]
Fiksi PenggemarDicen que nunca se conoce a nadie al completo. Que cada persona es un mundo y que sus secretos más internos jamás salen a la luz. Y eso es lo que yo, Sarah Bécquer, de 21 años, espero que ocurra. Que nunca nadie llegue a conocer los fantasmas de mi...