Narra Sarah.
Todo a mi al rededor estaba patas arriba.
Después de toda una mañana empaquetando cosas la casa parecía, incluso, más desordenada ahora.
Por el suelo había miles de cajas de cartón, cerradas con cinta adhesiva, repletas de objetos míos.
No era consciente de que tenía tantas cosas hasta que tuve que amontonarlas todas para guardarlas.
El piso en alquiler, obviamente, estaba amueblado, así que, cuando llegué, no me hizo falta comprar gran cosa. Tan sólo una cafetera y un DVD para poder ver ahí todos mis animes.
Debo reconocer que, al principio, tan sólo me decidí en alquilar ese piso porque el precio se adaptaba a mis condiciones. Pero, después de dos años viviendo allí, se había convertido en mi pequeño santuario, en mi sitio de relax, en mi zona de descanso. Era mi pequeña guarida. Allí me sentía tranquila, en paz, protegida, y a gusto.
Tenía unas vistas bonitas y estaba cerca de la boca del metro, algo que me facilitaba mucho las cosas.
Poco a poco, al paso de dos años, acabé llenándolo de objetos, postes, DVD's, utensilios, regalos...
Realmente, era mi hogar.
Beep, beep, beep.
El sonido de un nuevo SMS hizo que apartase esos pensamientos de mi cabeza y comenzase a buscar, por todos lados, mi móvil.
Lo debí de haber dejado tirado por algún lugar cuando me puse a ordenarlo todo, así que no me sorprendí mucho de encontrarlo dentro de un cajón del mueble de la tele.
Cuando extraje el dispositivo móvil del cajón, algo llamó mi atención.
Era una fotografía, y no tardé en reconocerla.
Reconocería esa fotografía en cualquier lado.
En el desgastado trozo de papel se veía la imagen de un pequeño bebé de tez perlina, siendo abrazado por una mujer de cabello rubio cobrizo, piel pálida, ojos grisáceos y labios pintados de rojo. Era realmente parecida a mí.
Me quedé observando la foto unos momentos más, y acaricié con la yema de mis dedos el rostro fotografiado de aquella mujer.
Mamá...
Llevaba cerca de año y medio buscando esa foto, y, cuando ya la había dado por perdida, aparecía. Así, sin más. Como recordándome que seguía conmigo, como evocándome momentos del pasado, como dándome a entender que no estaba sola...
Beep, beep, beep.
Otro SMS me reclamó y opté por dejar la foto encima de la mesa del salón, y ver quién me estaba escribiendo.
Era un SMS de Juan.
“Que puta mierda es esto de que no tengas Internet tía” decía en un principio.
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Los polos opuestos se atraen. [FanFic elrubiusOMG]
أدب الهواةDicen que nunca se conoce a nadie al completo. Que cada persona es un mundo y que sus secretos más internos jamás salen a la luz. Y eso es lo que yo, Sarah Bécquer, de 21 años, espero que ocurra. Que nunca nadie llegue a conocer los fantasmas de mi...