La luz penetraba las grandes ventanas de la casa del generalísimo,los sirvientes quitaban los arreglos florales y los candelabros brillaban por los rayos del sol.Era la primavera de 1887 y como era costumbre, Amada veía el paisaje de la tarde desde un balcón:el humo de las locomotoras,los campesinos con sus grandes sombreros pasando y cubriéndose del calor,los ricos en sus carros manejando y las aves buscando un árbol dónde pasar la noche.
No pasó mucho y se sentó a leer un libro para poder matar el tiempo,sin embargo,no dejaba de pensar en aquel hombre que conoció en la fiesta,no dejaba de hacerse preguntas e interesarse más por su persona.Era obvio y lo sabía,no podía engañarse, estaba enamorada de Ignacio."¿Qué importa el tiempo de haber conocido a Fernando?" Decía para sus adentros,"el amor no conoce el tiempo".
Sin poder concentrarse,bajó a la sala principal y uno de los sirvientes la llamó de parte de su padre: "El señor desea verla en su despacho".Tenía miedo e incertidumbre,no sabía si su padre estaba harto de esperar su respuesta;lo que sí sabía era que a partir de ahí todo cambiaría,pues eran raras las ocasiones en que él la llamaba a su despacho.
Todos alguna vez pasamos ese tipo de situaciones,pensó, en el que la vida se encarga de que tomes decisiones. Quedamos en shock y al principio no sabemos cómo reaccionar,es como si alguien nos pusiera a prueba pero...¿Por qué? Es evidente para mí que el destino toma las mejores decisiones para nosotros y a veces éste mismo nos obliga a tomar una elección que no estamos dispuestos a resolver.A lo mejor el tiempo me obliga a tomar una decisión pero,¿Quién impone que las cosas deban suceder así,es decir,que todo tenga que suceder por que así tiene que ser?
He sido afortunada de tener un padre que es paciente conmigo pero no todos lo son,la mayoría de mis amigas están feliz o desgraciadamente casadas por esa misma razón,por pensar que las cosas deben ser como lo estipula un "reglamento inexistente",en el cual no existen reglas sino una conciencia interna de culpa y hasta cierto punto de vergüenza. No todas o todos soportan tales tormentos,sin embargo tengo la suerte de ser rica y quizá eso me hace inmune o por lo menos,no mal hablada.Creo que eso ha terminado a partir de hoy y el tiempo se ha encargado de hacer el trabajo.
Siguió caminando y llegó a la puerta del despacho de su padre,tocó la puerta y Porfirio le abrió y la invito a sentarse.Era una gran oficina,con estantes de madera barnizadas llenas de libros,con relojes elegantes y cuadros muy vistosos;su escritorio tenía muchos papeles regados y un teléfono de color negro,un lujo de su tiempo.
-¿Cual es el motivo de su llamada padre?-Dijo Amada un poco confusa-¿Es con respecto al marido que busco?-aseveró directamente.
-Así es Amada¿Has pensado en alguien que te llame la atención? En la reunión te vi muy a gusto con el joven Ignacio,¿Tienes algún interés en él?.-Expresó Don Porfirio.
-Siento que es una burla y una ofensa rechazar al general Fernando,pero he conocido a Ignacio y me ha llamado la atención. Es muy joven y sabe muchas cosas,creo que sería una muy buena opción para mí.-manifestó Amada.
-Pensaré lo que me has dicho y veré si el señor Ignacio es digno de pertenecer a ti y a la familia,puedes retirarte...-dijo tajante el General.
Amada se levantó de su asiento y salió de la oficina. Porfirio tomó un pequeño papel con números y marcó al teléfono, después de un rato dijo: "Necesito que vengas,tengo un trabajo para ti"
El rostro de Porfirio cambio por un instante,a él igual le intrigó saber sobre aquel hombre.Sabía solamente lo que le dijo a Amada en la fiesta,pero no la personalidad del varón ni las razones que lo motivaron a llegar a la capital.
Las luces de los faroles y los quinqués se iban encendiendo bajo la oscura noche de la Ciudad de México, y el humo ya no salía de los trenes sino de los bares y burdeles de la capital. Ignacio estaba en uno de estos,y no en cualquier burdel sino en uno muy especial, donde personas diferentes al resto se reunía.Era muy difícil saber quien era "diferente" a quien y tener la confianza de hacer cosas inapropiadas en privado.
Sólo se iba con personas que él conociera, no confiaba en nadie y en tal situación donde su condición se consideraba un delito, era mejor andar con cuidado.Mientras tanto,Fernando platicaba en su despacho junto con Porfirio Diaz:
-¿Que pasa señor,ha ocurrido una revuelta?-dijo el joven
-No Fernando,te quiero pedir información.Necesito que investigues a Ignacio de la Torre y Mier,el jovencito que llegó a la fiesta; eres general y quien mejor que tú para mover a algunas personas por un poco de información. Siendo sinceros no confió mucho en él.-Susurró mientras bebía su copa de vino.
Con un nudo en la garganta y presintiendo su derrota en el cortejo con Amada dijo:
-Disculpe usted¿Amada ya ha tomado su decisión con respecto a mí?-a lo que el señor le contestó-Ya lo ha hecho y este favor es tu respuesta,espero que lo comprendas.Aunque tengo la confianza de que Ignacio no sea un buen partido para ella y abra los ojos contigo-expresó con pena Don Porfirio. Luego prosiguió-Busca información donde puedas,mueve influencias y si es necesario manda espías para vigilarlo,debo conocer a quien tengo en frente.-Exclamó el presidente y acto seguido Fernando le contestó-Así será señor.
El general salió del despacho y el Generalísimo con una mano en la copa y otra debajo del escritorio,sacó de su bolsillo una foto del joven Ignacio,lo miró por un instante y lo escondió en uno de sus cajones.
(Ignacio de la Torre y Mier)
ESTÁS LEYENDO
El yerno
Historical FictionPorfirio Díaz amaba a su hija, pero no tanto a su yerno, pues ambos sabían el gran secreto ¿Podrá Ignacio mantener la discreción?