El joven terrateniente llegó por la mañana a la hacienda Borromeo en Morelos. Dejó sus maletas para que la servidumbre lo llevara al cuarto que compartía con Mariano y tomó el desayuno pues llegaba muy hambriento; cuando le trajeron la comida recordó al joven con quien había tenido una aventura y lo llevó al colapso contra Fernando. Había tocado fondo y no sabía qué hacer ante la situación.
En su tristeza había olvidado que necesitaba un caballerango el cual Mariano se había comprometido a conseguir. Preocupado preguntó en el establo si ya había uno para la hacienda a lo que un campesino le respondió que sí; acto seguido ordenó que se lo presentaran para saber si era de confianza o no. Fue a los establos y viendo a los caballos recordó el monumento de su hogar, quien fue testigo de tantas desgracias.
Ignacio nunca pensó que la libertad sexual de muchos costaría su propia felicidad. Se preguntaba dónde se encontraba Mariano y qué fue de él.
Don Porfirio ocultó el secreto de Ignacio durante todo su mandato pero era imposible tapar el sol con un dedo que hasta el mismo Generalísimo se vio envuelto en chismes; la vergüenza le hacía pensar al joven si debía ocultar lo que era o de plano asegurar lo que muchos especulaban, pues en tal situación ya ni se sabía que era lo correcto. En toda la historia de México era la primera vez que un tema como este salió a la luz pública y de manera tan abrupta.
Por los registros de los nombres tomados en la cárcel y los informes que se dieron en la comisaría donde fueron detenidos,Ignacio supo que Mariano fue capturado y llevado a lo que ahora es Quintana Roo,lo que significaría la muerte segura pues algunos hombres eran tirados en medio de la selva con el peligro de ser comidos y destrozados por los jaguares, además de que en ese lugar se encontraban en plena Guerra de Castas.
Ignacio mandó una carta a pesar de las dificultades pero Mariano le respondió reprochándole su egoísmo; "el amor se acabó y tú acabaste con él" fueron sus últimas líneas y quizá sus últimas palabras. No volvió a saber de él.
-Patrón-Le interrumpió un campesino- En un momento viene el joven para que lo conozca, solamente está ensillando a uno de los caballos.
El patrón con la mirada pensativa le contestó: -Solo que no se tarde...oye ¿Sabes algo de él?
-Pues ya que en el país corre la noticia de los 41, no está pos de más decir que a este muchacho lo cacharon un día con otro joven, según dice la gente. El hombre con el que según lo encontraron revolcándose le apodan "El Ave Negra" y se llama Manuel Palafox. Bueno, eso es lo que dice la gente...Ahí viene, lo dejo patrón. -El campesino quitó su sombrero charro y lo puso en el pecho a modo de reverencia,acto seguido se retiró.
-Gracias...-Ignacio volteó a ver al joven caballerango. Y pese a su tristeza no pudo evitar apreciar la belleza de su trabajador. Era moreno de ojos negros y penetrantes,con un gran bigote,fornido y de buena postura. Era el típico macho que las señoritas del México porfirista deseaban.
-¿Tú eres el nuevo caballerango?¿Cuál es tu nombre y por qué estás aquí?-Dijo Ignacio.
El joven le observó de pies a cabeza, la mirada seria cambió por el semblante de una persona amable:
-Sí, soy el nuevo caballerango. Mi nombre es Emiliano Zapata. Encantado de estar aquí patrón, ojalá que en este tiempo nos podamos conocer mejor...
(Emiliano Zapata)
CONTINUARÁ...
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El yerno
Historical FictionPorfirio Díaz amaba a su hija, pero no tanto a su yerno, pues ambos sabían el gran secreto ¿Podrá Ignacio mantener la discreción?