Ignacio bajó las escaleras con su bata de tela gruesa color blanca y una taza de café en la mano,la Ama de Llaves no tardó en acercarse y dar los buenos días seguido de dejar un recado pendiente.
-¿Un recado,de quién?-fue la pregunta del patrón a lo que la sirvienta contestó-Es de parte del general Fernando,quiere reunirse con usted en un bar de la ciudad al medio día-.El dueño quedó sorprendido y sólo asintió con la cabeza,acto seguido,se dio cuenta que en uno de los espejos de la sala el joven de aquella noche lo observaba;y al descubrirlo,le lanzó una sonrisa.
-¿Es guapo el muchacho, no señor?-le dijo con voz quedita Antonia a Ignacio.
-No es un gusto frecuente, pero hay excepciones...-contestó. La Ama de Llaves era la antigua nana de Ignacio antes de que falleciera su señor padre. Cuando el señor Torre dejó viuda a su esposa,esta se vio forzada a despedir a la servidumbre.
Antonia más que una trabajadora, era considerada parte de la familia. Para él era una confidente que sabía su mayor secreto y su única verdadera amiga,quien supo quererlo sin importar lo arriesgado que era para ella. Ignacio tomó el desayuno y se vistió con un traje formal para la cita con el general Fernando.
El humo de cigarro y el olor a cerveza no tardaron en impregnarse en el traje de Torre y Mier mientras buscaba dentro del bar al general.No fue difícil encontrarlo,su uniforme lo distinguía de los demás y casi nadie se acercaba a él, quizá por miedo o por respeto a su labor.
-¿Cómo está señor Ignacio,quiere tomar algo?-Dijo el general.
-Sólo acostumbro a tomar de noche,muchas gracias.Pero dígame¿A que debo el honor de su invitación?-Expresó con intriga el lagartijo.
-Pues seré sincero,yo quiero mucho a Amadita y estoy dispuesto a hacer lo que sea por tener su amor.He luchado varios meses por su atención y no dejaré que un muchacho vago como tú me la quite-Mencionó Fernando con un olor a alcohol saliendo de su boca y mostrando la pistola de su bolsillo.
-Claramente esta ebrio,sera mejo...
El general lo tomó de un hombro y acercó su rostro al suyo
-Quiero que hablemos como hombres,bueno,con usted no se puede. Sé tu secreto y hoy el presidente se enterará de esto;ya quiero ver su cara cuando Porfirio lo tire a la cárcel...-Fernando se carcajeaba con un tarro de cerveza en la mano mientras Ignacio lo veía con asombro;su piel palideció y sus ojos lagrimaban de la vergüenza, se puso de pie y se retiró con gran urgencia.
La noche llegó y los segundos que pasaban en el reloj eran un infierno para Ignacio y se hacían cada vez más eternas para Fernando,con ganas de que su compadre supiera el secreto de aquel joven.
Eran las 9 de la noche y Fernando estaba reunido en el despacho con el señor Porfirio. El general le entregó un sobre tamaño rotafolio al presidente y dijo "esta información es todo sobre Ignacio de la Torre y Mier,sus bienes y su vida personal se escondían en una caja de madera debajo de su cama,según lo que supe", mencionó el hombre.
Don Porfirio tomó el sobre cuando un sirviente tocó la puerta de la oficina.
-¿Qué se te ofrece?-dijo el presidente.
-Señor,Ignacio de la Torre y Mier lo espera en la sala principal,su hija lo está atendiendo pero él quiere verlo personalmente-.Fernando se sorprendió y no podía creer tal atrevimiento de su rival." Terminemos con esto de una vez"exclamó tajante Porfirio. Abrió el sobre, lo revisó y luego de observar los documentos,el presidente se enteró de que el chico que cortejaba a su hija era digno de su familia.
-No veo nada malo con respecto al joven-expresó con una sonrisa el presidente.
-¿¡Qué!?-exclamó el general, pero al darse cuenta de su actitud se disculpó y no dijo nada. Ambos salieron de la oficina y lo primero que dijo Ignacio al ver al señor Díaz fue:-¡Que alegría y honor mi presidente de verlo a usted y a su distinguida hija!.La furia se apoderó de Fernando,sus ojos rojos del coraje observaban a Ignacio y su impotencia se encontraba en el límite.
-Señor,he pensado en algo muy serio los últimos días...-dijo sincero Torre y Mier-y es que desde que conocí a su hija no he dejado de pensar en ella y he visto que mi amor es correspondido y creo que no deberíamos esperar por algo tan evidente. Sería un honor ser uno más de su distinguida familia-.-Yo acepto y entrego la mano de mi hija si ella así lo desea -dijo con un poco de nostalgia el padre.
-¡Claro que acepto señor!-exclamó con alegría la chica llena de ilusión.El noviazgo ya estaba acordado y por ende el próximo matrimonio.El general presenciando esto quedó en shock,tantos años de esfuerzo y de un amor verdadero se fueron por un tubo. No sabía si sacar su pistola y matar al chico o quedarse de brazos cruzados,no obstante,se abalanzó contra él del coraje y eso le costó que fuera echado de la mansión Díaz para siempre. "La batalla ya estaba hecha y sólo podía haber un ganador", pensó Ignacio mientras abrazaba a Amada y veía la sonrisa del Generalísimo entregando a su hija.
ESTÁS LEYENDO
El yerno
Historical FictionPorfirio Díaz amaba a su hija, pero no tanto a su yerno, pues ambos sabían el gran secreto ¿Podrá Ignacio mantener la discreción?