CAPITULO 35

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Leandra bajó del autobús de pasajeros y se acercó para que le entregaran su equipaje

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Leandra bajó del autobús de pasajeros y se acercó para que le entregaran su equipaje. Suspiró y miró a su alrededor. ¡Regresaba a ese sucio lugar! Había pensado que al mudarse a los Estados Unidos iba a tener una vida llena de lujos y no volvería a pisar de nuevo ese asqueroso pueblo. Pero estaba de vuelta, regresaba como una fracasada y todo por su estupidez.

Caminó lentamente hasta la salida y abordó un taxi que la llevó hasta la pequeña casa de su abuela. Llamó a la puerta y espero a que la mujer abriera. Esta al verla lanzó varios gritos de júbilo pero después la miró con furia y la metió a la casa jalando una de sus orejas.

-¡Abuelita, me lastimas! – se quejó Leandra - ¿Por qué tiras de mi oreja?

-¡Porque eres una bruta! – gritó la mujer – No haces nada bien, ¡te pareces a tu madre! Par de burras, ¡a ver! Dime, ¿dónde está el provecho que le ibas a sacar a los Estados Unidos? ¿Dónde está la plata que le ibas a sacar a los gringos? ¡Muchachita pendeja! Pero si te digo, en lugar de ir para adelante vas para atrás, ¡cómo los cangrejos! – le dijo su abuela – Le dije a tu madre que cuidara bien de ti cuando naciste, ¡pero no! Tanto te cuido que esas caídas de la cama te afectaron los sesos, ¡no piensas!

-Pero ya no me regañes ni me grites – se quejó la chica – Hice las cosas mal y por eso estoy de regreso.

-¿Al menos trajiste plata? – preguntó su abuela - ¿Dónde están los dólares? Qué según tú le ibas a sacar a tus amantes.

-¡No tengo dinero! – lloró Leandra – Ya te dije que me fue mal, ¡no tengo nada!

-Pues yo aquí no voy a mantener huevonas – le dijo su abuela – Así que mañana te me vas a buscar un trabajo.

-¡Sí, abuelita! – respondió Leandra – Pero tengo hambre.

-¡Ahí está la cocina! – dijo la abuela señalando la habitación – Ahí hay huevos, frijoles y queso. Puedes comer todo lo que quieras, porque ¡mírate! Estás toda flaca y esquelética, ¡por algo no te quisieron los gringos! A nadie le gustan los huesos, ¡ni a los perros!

-¿Pero por qué me dices todo eso tan feo? – preguntó la muchacha – Pensé que te iba a dar gusto verme.

-Si me da gusto, pero me hubiera gustado que hubieras traído dinero, ¡no ropa! – dijo la abuela y salió de la casa.

Leandra entró en la cocina y se preparó unos tacos de frijoles con queso. Se sirvió un enorme vaso de Coca – Cola y se sentó frente a la ventana. ¿En qué podría trabajar? En ese lugar no había nada y a lo único que aspiraba era a trabajar limpiando la casa de algún rico terrateniente como lo hacía su abuela. Pero si actuaba con inteligencia, podría sacarle provecho a eso.

La abuela de Leandra regresó minutos después, llevaba entre sus manos un frutero lleno de guayabas y plátanos. Lo colocó en el centro de la mesa y miró a su nieta con ternura.

GAME OVER (Tom Hardy & Sebastian Stan Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora