●Narra Melanie.Agobiada y desesperada, una sensación extraña que jamás creí llegar a sentir. Verla allí sentada en la camilla de enfermería del Instituto me hace sentir inútil en no poder hacer algo y ayudarla.
Quisiera tener el poder de hacerla sentir mejor. Me siento frustrada verla en ese estado.
—Padece de mala alimentación e insomnio. — informó la enfermera como si estuviera regañándola.
—He estado estresada estos últimos días. —explicó cansada.
—Lo que puedo recomendarle es que vaya y se alimente lo mejor posible, y está de más sugerirle que descanse.
—De eso me encargaré yo.—hablé sin pensarlo.
¡Cierra la boca, tonta!
Las dos mujeres me atrapan con su mirada, pero a mi sólo me importa ella. Su mirada es intrigante, como si se estuviera preguntándose miles de cosas y luchando contra ellas. De repente una media sonrisa cansada y tierna aparece en sus labios. Siento que de algún modo quiero bailar de felicidad. Me ha sonreído, a mí. Sé que no es su mejor sonrisa en este momento, pero es la sonrisa más hermosa y sincera que he visto en toda mi vida.
—No tienes porque hacerlo Melanie.
Me produce una sensación rara al escuchar como pronuncia mi nombre en sus labios. Estoy tan confundida con todo esto que estoy sintiendo. Y todo por ella.
—No es problema.
Se dispone a ponerse su tapado blanco y seguido un pañuelo negro que combina a la perfección con sus zapatos. Me mira por un largo momento como si estuviera dudando de algo.
—Conozco un restaurante Italiano aquí cerca, uno de los mejores, yo invito.— asentí emocionada.
Nos despedimos de la enfermera dirigiéndonos fuera del Instituto en total silencio. Advertí su mirada en mi pero e intenté disimular mi nerviosismo.
El sonido de sus zapatos se adueñaron del lugar produciendo ecos por todo el pasillo. Por mi parte en cambio me siento tan pequeña a su lado. Ella tan extravagante y segura de sí misma con ese atuendo tan elegante, y yo tan vulnerable que con solo estar a su lado me siento pequeña. Llevo puesto unos jeans azules y un polo verde asesorada con una bufanda y mis amadas botas marrones del mismo color que casi siempre llevo puesta.
Provengo de una familia normal. Sólo somos dos en casa, mi madre y yo. Mi madre es contadora y el dinero que gana alcanza para lo necesario que necesitamos en el hogar y en mis estudios. No nos hace falta nada.
Y él, bueno él se ha ido. Recuerdo que hace 13 años atrás en mi séptimo cumpleaños, lo esperaba con ansias, pero no llegó.
Vi a mis padres discutir fuera de la casa, también la vi llorar. Él se acerco a mí y dijo que iría a traer mí regalo de cumpleaños, yo lo esperé, pero él no volvió. Pregunté a mi madre por qué él no llegaba, es entonces que ella me abrazó y me susurró al oído que él se fue.
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Adaline. (PAUSADA)
Romance"En los ojos de Adaline podría perderme y volverme a encontrar. Ella me destruye y me reconstruye." Adaline: Profesora de 40 años; sofisticada, fría y elegante. Su vida está envuelta en caos y monotonía, pero todo cambia al conocer a la joven alumna...