Capítulo 31

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Nos aferramos tanto a una persona, tal magnitud que creemos que no habrá otra persona que pueda hacernos sentir lo mismo

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Nos aferramos tanto a una persona, tal magnitud que creemos que no habrá otra persona que pueda hacernos sentir lo mismo. Pero todo en algún momento acaba, y la burbuja en la que estabas de repente explota, y sales a la vida, exploras nuevas cosas, nuevas personas, y finalmente entiendes que tu vida estaba dependiedo de otra. Y lo dejas ir, y la brisa de la libertad te acaria la piel, el alma.

No renuncies al amor solo porque alguien rompió tu ilusión. Ten paciencia, la vida es para aprender. Tú solo ama sin limites, y si alguien no te valora, no te preocupes, llegará alguien que sepa hacerlo. No es tu culpa ser una persona con coraje, porque solo las personas con coraje aman, aman sin esperar nada a cambio. 《Valientes, les dicen.》

Siempre diré que el amor de tu vida no se trata de una sola persona. Que no vale la pena esperar para amar. Pienso que el amor de tu vida es aquella persona que tienes en este momento a tu lado, y que también lo fue la persona  pasada que tenías a tu lado.

La vida es corta, deberíamos amar sin reglas, sin condiciones. No debemos de callar lo que sentimos. Si amas a alguien, díselo. Si extrañas a alguien, buscalo. Riega la palabra te amo cada oportunidad que tengas; ama sin temor, besa con pasión, abraza en cada ocasión y sobre todo... no esperes “al amor de tu vida” porque el amor de tu vida ya lo tienes a tu lado.

Atte: Ingrid Berenice.

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Narra Adaline.

A unos metros de mí, está su sublime presencia. Tan concentrada en su examen, mientras se muerde el labio. Su cabello brilloso caen a cada lado de su rostro. Me aprovecho de la oportunidad, admirando todo de ella. No conozco el límite de su belleza. Hay belleza en cada partícula de su cuerpo.

Todas las cuerdas están desalineadas, no veo con claridad, porque ella es como una droga impregnada en mis venas. Es una mezcla de morfina y heroína, me volví adicta a ella.

De repente levantó la mirada hacia mi dirección y sus cejas se elevaron en una curva retadora. Le sonreí picaronamente y advertí en como bufó a lo bajo, al mismo tiempo que volcaba los ojos. Se puso de pié con la hoja del examen en la mano y caminó malhumorada hasta a mí.

—Terminé. —informó cortante, dejando la hoja del examen sobre mi escritorio. —¿Puedo esperar afuera mientras que los demás terminan con lo suyo?

—Puede. —afirmé con tono casual. —Melanie... —hablé a lo bajo antes de que se vaya. —Dentro de media hora, cuando todos hayan abandonado el salón, te espero aquí.

—No creo que...

—Media hora. —no la dejé hablar y resignada dio media vuelta y salió del salón.

Adaline. (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora