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 La tarde se presentó soleada aquel día, pero Ander no tenía plan mejor que quedarse en el jardín de su casa, estampando la pelotita de tenis contra la pared. Estaba resultando ser un verano de lo más aburrido aquel año. Con todo el asunto de Marina, Guzmán se había vuelto un poco paranoico y apenas contestaba sus mensajes, le tenía algo de recelo por andar enrolado con Omar, amigo de Samuel quien a su vez era hermano del supuesto asesino de la chica. Pero eso poco tenía que ver, ya que al musulmán solo podía verlo diez minutos por día de lunes a viernes, cuando el padre del chico salía. Lo que más hacían era escribirse, Ander le había regalado un celular a crédito, que el chico tenía bien escondido en su cuarto y solo sacaba por las noches, cuando toda su familia dormía. Solían perder la noción del tiempo y hasta llegaron a amanecer escribiéndose.

Ander dejo de rebotar la pelota y se tiró en el pasto. Tenía el celular apoyado en el pecho, siempre en sonido por si Omar podía mandarle algún mensaje furtivo entre rato y rato, que muchas veces el no contestaba para no arriesgarse a que el padre del otro lo descubriera con el celular. Pero nada le llegaba. Suspiro y puso sus manos por debajo de su cabeza en forma de almohada y cerró los ojos, imaginando que tenía al cuerpo del moro sobre el suyo, acariciándolo.

— Hey, ¿Que te estas armando la película porno?.

El ojiclaro abrió los ojos de golpe y se sentó sobresaltado, buscando al dueño de aquella voz tan conocida.

—¿Que haces aqui? — Del otro lado de la cerca del jardín, recargado por los codos, unos ojos negros de pestañas gruesas lo miraban sonrientes.

— ¿Me voy?— Preguntó risueño.

— No, pasa. — Invitó, sin levantarse del pasto.

— Pensabas en mí, espero — Dijo divertido el moro, abriendo la cerca y caminando hasta sentarse frente al chico.

Ander tardó un segundo en caer, pero enseguida un tirón en la entrepierna le hizo notar que estaba excitado, visiblemente excitado.

— Joder si—Aseguro, lejos de avergonzarse — Me acordaba cuando me la chupaste hasta que te llené de...

— Oiga que van a escuchar tus padres — Lo cortó el otro alarmado, sabía que los padres del chico no tenían problema con ellos, pero tampoco para que su presentación sea tan obscena.

— ¿Tú cómo lograste venir?— Preguntó con una sonrisa ladina en la boca

— Pues, mis padres salieron. Resulta que tienen una boda que planear.

— ¡Joder! - Maldijo — ¿Hasta cuando vas a permitir que sigan con esa puñetera mamada eh? ¡Que tu no puedes casarte! — Estalló el de ojos claros. Omar solo lo miraba con una media sonrisa, ojala fuera tan fácil para él como lo era para el otro. Había demasiadas cosas en el medio. — No puedo creer que me mires tan tranquilo, si fuera tu...

— ¿Dejarías todo lo que conoces?¿Huirías de tu familia y tu propia cultura solo por que....?

— Lo haría por ti, sin dudar.

— No es tan fácil, cabron— Aseguró el musulmán — Toda mi vida se a basado en convertirme en hombre y formar familia, seguir las tradiciones.

— Pero que tu no eres así. ¿Cómo vas a hacer para formar esa familia? ¿Qué harás cuando te la tengas que follar y no se te pare la verga?

— Bueno, calculo que podré aprender un poco de tu imaginación— Dijo en tono pícaro, intentado aflojar un poco el ambiente.— Ya vere como hare para safar, ya es la segunda que intenta arreglar y ya has visto cómo le fue en la primera —Recordó — Aun soy joven, no tengo obligación de casarme, ¿Si? Tranquilo, que ahora estoy aquí contigo, y todavía ni me has besado.

Ander sonrió intentando calmar su temperamento, era algo que el moro junto el siempre lograba.

— Vale. Os calmamos ambos— Dijo— Y que tu tampoco me has besado tio. — Omar le sonrió, mostrándole todos los dientes, mientras colaba su derecha detrás de la nuca del chico y lo traía hasta su boca, para fundirse en un beso que esperaban no terminará nunca. Cogieron aire y siguieron besándose.

Sin darse cuenta estaban los dos tirados en la hierba, Ander subido encima de la cintura de Omar, refregando sus cuerpos uno contra el otro en cada movimiento.

— Para para niño pijo —Lo frenó en seco Omar — Que están tus padres un poco de decoro.

— Vale, es que te he estado extrañando— Aseguro el de ojos claros, volviéndose a sentar en el césped.—¿Tu polla no me extraña?.

— ¿En qué momento te has vuelto un sexopata,tio? — Omar no podía contener la carcajada— Ya volveremos a tener nuestro momento.

Se quedaron en silencio unos segundos, el sol comenzaba a esconderse dejando en el cielo unos tonos anaranjados propios del atardecer.

—De verdad que te he extrañado — Aseguro Ander.

 —También yo — Le contestó, mientras le acariciaba con la zurda la mejilla — Y mi verga también — Le murmuró, robando una carcajada del blancuzco. "Cabrón" murmuró mientras deposita un beso tierno en la mano que lo acariciaba.

El ruido de unos pasos en la escalera de madera que llevaba de la casa al jardín rompió la magia del momento.

— Mamá —Dijo Ander sorprendido, los dos se habían puesto de pie de un salto— Hola — Dijo más sereno— El es Omar.

—Si, me lo imaginaba — Aseguró la mujer acercándose— A menos que mi hijo se hubiera conseguido otro musulmán, gay y camello en tan poco tiempo — La mujer habló sin rencor en la voz, con un tono que a Omar le sonó ¿divertido? pero no conocía a la directora de Las encinas, así que no estaba seguro—Aunque es muy guapo, a que seguro lo logra.

— Si, eso seguro — Contestó Omar, mirando de reojo a Ander que fulminaba con la mirada a su madre — Un gusto— Dijo, estirando educadamente la mano, que la señora cogió enseguida —Y que ya no se me da lo de camello, ¿Sabe?.

— Si, lo siento por ello—Contestó de nuevo con cierto sarcasmo, recordando que había sido ella quien habló con el padre del chico al respecto — Ander me dijo que necesitabas la plata para irte de tu casa. Pero estoy segura que puedes conseguir una forma más honesta.

— Ya está bien mamá — Intervino Ander — Que ya tiene bastante con sus padres como para que vengas tú también a tirarle el rollo.

— Bueno, se me escapa lo de la directora — Se excusó— ¿Te quedas a cenar Omar?.

— No, debo volver a casa. Pero no faltara oportunidad.

— Seguro— Le sonrió la mujer —Comemos en cualquier momento cariño.

— Cariñito — Lo mofó Omar cuando la mamá de Ander volvió a entrar a la casa.

—Callate gilipollas. ¿De verdad tienes que irte? ¿Tan fatídico será tu casorio que se arregla en dos horas?

— Nadia me está cubriendo en la tienda, no quiero abusar — Se excuso. —No habrá tal casorio, te prometo que me encargare de ello.

—Más te vale —Amenazó, mientras rodeaba al moro para ponerse delante de él —Te arranco la polla si no te ocupas —Le sonrió con sorna, y le estampo un beso en los labios a forma de despedida.

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 Se me va a hacer larga la espera a la segunda temporada, no puedo dejar de pensar en estos dos. Así que aliviare la espera por aquí, ¿Que pensais?

Desafiando destinosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora