— ¿Quien te hizo esto Omar?. —Preguntó Ander, mientras sentía que una rabia innata crecía dentro de él, aunque todavía no sabía contra quién.
Omar había aparecido en la casa de Ander la tarde del jueves, con cortes en la cara pero una sonrisa en el rostro, de esas que mostraba todos los dientes. El pómulo derecho le sangraba, al igual que la comisura del labio y la nariz.
—¿Omar? — Lo llamo Ander, con el rostro desencajado por la confusión y preocupación - ¡Hablame joder!¿Quien te ha dejado así? .
—Se lo he dicho Ander— Murmuró el moro — Se lo he dicho.
Ander lo miraba sin comprender, ¿Quizás los golpes lo habían dejado lelo?. Omar avanzó dos pasos y se colgó de Ander en un abrazo, como si su vida se le fuera en ello.
—Que se lo he dicho a mi padre —Volvió a murmurar — Que me van los tíos. Que estoy contigo.
—¿Qué?—Musitó el de ojos miel, sorprendido. Entonces le devolvió el abrazo con la misma o más fuerza que el de ojos negros se lo daba —No te puedo creer. ¿Y él te ha dejado así tío?
Omar se llevó la zurda a la cara y se sacó un hilo de sangre que le caía por la mejilla e hizo una mueca de dolor. Parecía que recién en ese momento fue consciente de que sangraba.
Minutos después Omar esperaba sentado en el comedor a que Ander volviera con gasas y algo de alcohol para curarlo, todavía algo shockeado por todo lo que había pasado. El dueño de casa volvió al rato con un botiquín improvisado, apoyó en la mesa y se puso unos guantes de látex para comenzar a curarlo. Arrancó por limpiar la sangre seca del labio y el pómulo, la nariz ya no sangraba y sólo le había quedado un pequeño corte. Después, con cuidado comenzó a desinfectar los cortes con alcohol.
Omar mantenía los ojos abiertos, aunque el contacto con el alcohol le hiciera arder hasta el apellido la expresión de Ander, tan concentrado, era algo que no quería perderse.
— Estais muy guapo —Le ronroneó, Ander lo miró con una ceja alzada.
— Pues justo ahora tu no tanto— Le contestó—Cómo te ha podido dejar así, debería ir y devolverle el doble, por gilipollas...
Omar se carcajeó, el de ojos miel le quería tanto que estaba más enojado con su padre que el mismo que había recibido los golpes y las miradas de vergüenza y desprecio.
— Cuéntame —Pidió Ander cuando ya había terminado su trabajo de enfermero, al menos por el momento.
—No hay mucho que contar, solo se lo dije— Dijo, encogiéndose de hombros—Delante de la familia de Jamila. Creo que eso no le ha sentado muy bien— Agregó, jocoso.
—¿Como podeis estar tan divertido tío?
—¿Es que no entiendes Ander? ¡Joder! ¡Libertad! - Casi gritó, sonriendo - Se ha cabreado y me hecho de casa, pero es mejor que casarse, ¿Verdad? Con un poco de suerte y hasta en unos meses se le acaba la rabia. - Ander lo miro comprensivo, todavía desde su lugar en la silla, a unos centímetros de Omar.
—Puedes quedarte aquí.
—Seguro Samu me hecha un colchón —Dijo, negando con la cabeza.—Va a ser lo mejor por ahora, hasta que consiga algún trabajo y pueda irme solo.
—¿Sabes que cuentas conmigo, verdad?
Omar asintió, todavía con una sonrisa en los labios. Claro que lo sabía, por eso había sido la casa de Ander el primer lugar al que fue.
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Una escena muy muuy cortita media sacada de la galera, necesaria para lo que viene.
Pronto más!
Besos muchos.
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Desafiando destinos
RomanceAnder y Omar vienen de mundos distintos, eso esta claro. El desafío no es aceptarlo, es hacer que funcione.