Capítulo 35

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Siento la demora, he tenído días extraños y con mucho trabajo. Ahora me pude hacer un tiempo, edité muy flash (lamento si aún quedan errores) y publiqué. Os quiero y son todo lo bueno de este mundo. 


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Capítulo treinta y cinco

"Por éste amor"

Ese soy yo, por haberte amado a ti, un mal bohemio que no acepta que te pierde y aunque el engaño me lo pusiste en la frente, no puedo arrancarte de mi alma y de mi mente. Por éste amor que se enterró en mi corazón, por dios que estoy pecando pero de buena gente la mala racha está conmigo desde que aprendí a quererte. –Por éste amor –Griss romero.



—Y la segunda y más importante es porque... familia del sur... Louis esposo... –ella miró a su hombre— Vas a ser papi, cielo. –Terminó de decir para sonreír ampliamente en dirección a su marido—

Porque siempre hay una señal que te informa que el tiempo ya concluyó. –respondió Robert— Y el tuyo con Louis, aún no lo es.

¿Sería tan así? ¿El lograría darse cuenta cuando sería aquella señal? ¿Sería ÉSTA la señal?, pero de ser así, ¿Por qué su padre le decía todo esto? O... ¿Por qué Robert no había enloquecido al saber su amor incestuoso hacia su primo? O... ¿por qué él ahora mismo se estaba poniendo desesperadamente una sudadera blanca y unos jeans sin siquiera abrocharlos bien, y corría en dirección a la puerta de su casa para ir hacia la casona de su abuela? Y lo final... ¿Por qué al abrir la puerta de su casa, bajo la fría noche de Tennesse, que incluso amenazaba con llover, estaba del otro lado Louis?

El recuerdo de la señal inundo de pronto la mente del ojiverde quién miraba estático como todos sus familiares, en una aparente cámara lenta abrazaban y felicitaban a los futuros padres. Si bien Harry poco atrás sentía que aún Louis le pertenecía esto cambiaba las cosas rotundamente. Un hijo cambiaba los hechos, absolutamente.

Esta era la señal definitiva que lo de él y Louis había llegado a su final y dolía como el infierno aceptarlo. Tomó aire, necesitaba salir de allí pero sus pies no se movían, maldita sea, no se movían en nada. Así que, como pudo tomó las fuerzas –pocas— que le quedaban y caminó intentando ser cuidadoso de no ser visto.

No tenía el coraje de ir y darle un abrazo a Leonor o dar un abrazo a Louis y felicitarles por la bella familia riquilla que formarían en la ciudad en su castillo. No, no, Harry no tenía el ánimo ni el coraje de hacerlo. Sentía un mareo terrible golpear en su cabeza incluso sentía deseos de vomitar.

Llegó hasta la cocina y tomó un vaso desocupado con su mano temblorosa, lo llenó con agua... temblaba terriblemente, su pecho latía con fervor. Como pudo sintió el liquido fresco recorrer su garganta. Cerró sus ojos, tal vez esto era una pesadilla. Los abrió y era la vida real. Suspiró y terminó de beber lo último, se acercó a la mesa y dejó el vaso allí.

—¿Quieres ir a casa? –decía, la voz femenina de Michelle. Harry alzó su vista para ver a la peliroja entrando a la cocina, le miraba con preocupación y tristeza, incluso lastima, joder, Harry quería desaparecer—

—Si yo... me iré ahora, ando con mi caballo así que no te preocupes... –respondía, el ojiverde intentando sonar sensato—

—No puedes irte así, solo... –articulaba, la peliroja— Lo siento de verdad –

Summer in Tennesse  «l.s»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora