capítulo 18

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Este capítulo se lo dedico a mi hermana, quien dice ser mi fan numero uno, pero sin embargo aún no se ha leído ésta historia.
También se la dedico a mis chicas de la Baku-Scuat (🤣)

Había que joderse.
Los fieles seguidores de las creencias del antiguo líder se habían unido junto a más cabezas huecas de otros clanes y habían convocado una guerra.
Cuando su padre se lo dijo, no podía creerlo, justo ahora que todo parecía tranquilo.
Tanto él como todos sus hermanos estaban presentes, el nuevo líder del clan bestia, Fatgum, o Taishiro, también estaba allí, alto y delgado, para su sorpresa.
Ambos grandes alfas discutían entre ellos, sabiendo el peligro que corrían ya que habían fuertes aliados del clan demonio entre los renegados, como habían decidido llamarlos.
Se notaba la tensión entre sus hermanos, algunos estaban más nerviosos que otros. Sus hermanos pertenecían a distintos clanes, estaba claro que ninguno de ellos eran partidarios de los renegados, pero aún así había tensión. La madre de Tomura y la de Shinso también estaban entre los renegados. Habían pedido a sus hijos que se unieran, pero ambos se negaron, dando la noticia a su padre enseguida.

Él no quería ir a la batalla, no ahora que su dulce Omega estaba de tres meses.
¿Porqué tenía que suceder aquello? Las guerras eran un asco, había participado en una siendo muy joven y había durado casi un año.
¿Cómo iba a estar separado de su destinado tanto tiempo? ¿Acaso no iba a ver nacer a su bebé?
Apretó los puños, conteniendo más ganas de mandar al diablo a todos los presentes, incluido líderes, generales y a su propio padre.
Podía sentir la presencia de su Omega al otro lado del pasillo, este estaba inquieto, sabía que algo malo pasaba.  Y no era bueno darle malas noticias en esos momentos.
-Padre -dijo con voz fue.e, haciéndose sonar entre todas las voces. Endeavor se giró a verlo y alzó las cejas. -¿Es necesario que éste presente aquí?
El alfa se acercó a sus hijos, todos estaban en fila y todos reflejaban lo mismo en sus ojos. Querían estar con sus familias, incluso Shinsou, parecía querer estar en otro lugar que ahí.
Suspiró e hizo una señal para que se maechasen.
-Esta noche os quiero ver a todos aquí. Os pondré al día de las decisiones tomadas.
Los cinco hermanos hicieron una reverencia y se marcharon del despacho de su padre. Cada uno tomo un rumbo distinto, Katsuki fue corriendo al cuarto donde convivía con su Omega.
Lo vio allí, sentado en el borde de la cama mientras acariciaba su vientre. Se veía tan bello como siempre y se lanzó a abrazarlo con fuerza.
No hablaron, no dijeron nada, solo se quedaron así, abrazados mientras sentían la respiración ajena y escuchaban los latidos de su corazón, que parecían sincronizados.

Al cabo de unas horas Izuku se quedó dormido entre sus brazos, con cuidado lo tumbó en la cama, cubriéndolo con las mantas y se quedó mirándolo durante horas, hasta que cayó la noche.
Beso su frente antes de partir al despacho de su padre. Los pasillos estaban silencioso, solo podía oír sus pasos y el murmullo de la gente en el interior de las habitaciones.
Frente a la gran puerta estaban sus otros hermanos, todos lo esperaron para poder entrar juntos.
Parecía como si ya se fuesen al campo de batalla, y en cierto modo así era.

La guerra era inminente, habían mandado a varios hombres para intentar llegar a un acuerdo pacífico, pero los rebeldes solo devolvieron a esos mismos hombres mutilados.
Entre los actuales Líderes de los clanes tomaron la decisión. Harían que los rebeldes se rindiesen de cualquier manera, vivos o muertos.
Los jóvenes hermanos se preparaban mentalmente para ir al frente. Para abandonar a sus hijos, y en caso de Katsuki, fue extremadamente difícil decir adiós a aquel chico de ojos esperadas cubiertos de lágrimas.
Izuku se rompió por la noticia, no estaba preparado para aquello, no se sentía capaz de estar alejado de él tanto tiempo.
-¿Porqué tienes que irte? ¿No puedes quedarte ? Shoto y Shinsou se quedarán...
-Izuku... Shoto tiene un bebe... y no podemos dejar a tantos omegas solos, al menos dos grandes alfas como ellos deben permanecer aquí.
-No quiero... Kacchan... -su labio inferior temblaba mientras contenía los sollozos. A Katsuki se le rompió el corazón cuando vio su rostro, no podía seguir mirándolo más tiempo.
-Izuku... Mi amor -dijo cerrando los ojos y apretándolo contra su pecho y le dejó llorar. Él también se permitió soltar algunas lágrimas aquel día. Se separó, limpiando las lagunas ajenas que lo debajan de salir. - Te juro que llegaré antes de que nazca el bebé. Te doy mi palabra Izuku.
-Pero... Yo te quiero aquí.
-Izuku. Tú eres fuerte, se que puedes con esto. -apoyo si frente a la ajena, suspirando - Tendrás noticias mías todos los días. ¿Recuerdas el teléfono que te regalé? -el Omega asintió- Cada día te llamaré.
Izuku hizo un mohín al contener un sollozo.
-¿Porqué tiene que pasar esto? ¿Porqué ahora?
No lo sabía.
Posiblemente por su culpa, por haber humillado públicamente a ese anciano. Posiblemente por la rebelión del general Fatgum en su Clan. Posiblemente por la necesidad de cambio, de la constante lucha entre las ideas de que un Omega es un objeto y que los Alfas con los líderes.
Habían muchas cosas influyendo, posiblemente todo lo sucedido fue el detonante para que esa rebelión comenzase.

Izuku le acompañó hasta la mismísima puerta, aún apretando su mano con fuerza. Allí habían muchas familias despidiéndose, niños, mujeres, omegas, betas, algunos alfas.
Katsuki lo abrazó con fuerza, sintiendo su calor, su inocencia, su tristeza, intentó trasmitir su fuerza para que no se siente de abandonado.
-Izuku... Sé que no te digo cosas románticas muy a menudo, pero tú sabes que te quiero, te quiero de verdad. Te amo.
El menor, que aún ocultaba su rostro contra su pecho, apretó con más fuerza el agarre de su abrazo.
Los primeros soldados comenzaron a partir, habían coches, carruajes e incluso dragones y bestias que esperaban a ser montadas.
Cuando se separaron, Katsuki se puso de rodillas, besando su vientre y susurrando algunas palabras. Cuando se incorporó de nuevo se lanzó a los labios ajenos, perdiéndose en ellos, disfrutando de los pocos segundos, que le quedaban juntos.
Escucho que lo llamaban pero se negaba a separarse aún de sus labios.
No fue hasta el tercer llamado que se separó, dejando un beso en su mejilla y acariciando sus manos una última vez, antes de tomar su mochila y llamar a su fiel dragón. Su hermano Tomura se acercó pues iban a ir juntos.
Antes de tomar vuelo lo miró a los ojos, modulando que lo amaba con los labios, Izuku hizo lo mismo, viendo como el magnífico dragón se iba a alejando en el cielo.

Su dragón estaba inquieto, pero era porque él mismo estaba en estado de tensión. Mientras volaba, acompañado de su hermano Tomura, y con otros dragones a su alrededor, solo podía pensar en su pequeña felicidad. En su pareja y el bebé que había en su interior.
Por un carajo iba a perder esa batalla.
Iba a derrotarlos a todos si era necesario, cualquier cosa para no volver a abandonar a su destinado.
Apretó los puños y chasqueó la lengua aguantando la rabia interna que se iba apoderando de su cuerpo.
-Pareces más del clan demonio que yo. -La voz de Tomura lo sacó de sus pensamientos y le hizo relajarse. Solo un poco. -Se que es difícil separarse de tu ser amado, pero tienes que calmarte o tu dragón acabará estampandose contra una montaña.
Era cierto que Tomura no tenía una pareja, pero tenía una hija, además de un fuerte vínculo con Denki.
-Estoy bien.
-Claro que sí hermano -dijo dando unas palmadas en su hombro. -¿Sabes cuál es mi mayor temor?
Katsuki alzó una ceja, en señal de que siguiese hablando.
-No es morir, porque sé que Denki hará un gran trabajo cuidando a Himiko. -hujo una pausa antes de que continuase. - Mi mayor temor es que mi hija piense que la abandone. Que no la quise lo suficiente para quedarme a su lado.
Aquello le hizo pensar.
Himiko. Quería a su padre con locura, siempre andaba persiguiéndolo de un lado a otro, desde que nació.
Los vínculos de padres con hijos eran fuertes, él mismo, a pesar de tenerle tanto rencor a su padre, en el fondo lo quería.
Si su bebé nacía y él no estaba allí para verlo, nunca se lo perdonaría.
Una sonrisa macabra se formó en su rostro mientras hacía un sonido para que los dragones acelerasen el ritmo.
-Vamos a terminar con esos bastardos.

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