Capítulo 1: Rowick XI, rey de Maloria

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Al día siguiente Fergus me llevó a presentar mis respetos al rey de Maloria. A pesar de vivir tan cerca de los Nioks, los pobladores de Maloria eran humanos. Convivían en las mismas tierras en paz y en armonía. En maloria las casas estaban construidas con piedra y barro. Allí la gente tampoco le daba importancia al oro, las joyas o las ropas. Para ellos eran más importantes el honor individual y el de su pueblo y el culto a los dos mayores. Su economía se basaba en la explotación de un mineral que se conoce como Yut. Este mineral al fundirse es flexible como un papel y duro como el acero templado. Todo el territorio de Maloria está repleto de yacimientos de dicho mineral, de ahí que sea el principal motor de su economía. La capital del reino es el actual castillo de harina, llamado así por el curioso color blanco pálido de sus muros. Su rey es RowicK XI. Su linaje lleva gobernando Maloria desde la última llegada de un Dios menor de luz, unos dos mil años. Al cruzar el puente que nos llevaría dentro de los muros de la ciudadela me fijé en los estandartes. Eran verdes con los bordes dorados y en medio se encontraban dos urnas doradas que irradiaban haces de luz. La ciudadela estaba separada por sectores. Ya que la sociedad de Maloria no se dividía por estamentos de poder e importancia, los ciudadanos en la ciudadela se separaban por gremios y por encima de estos gremios gobierna sobre todos ellos la corte del rey. Se cuenta que hace unos 300 años un movimiento para derrocar al rey Seick IX intentó poner a unos sectores en contra de otros para desatar una guerra civil. Los instigadores de esta guerra vieron cumplidos sus objetivos, pero no contaban con la fuerza y el poder del rey. Éste ajustició publicamente a los instigadores de esta guerra civil y a todos sus seguidores y expuso sus cabezas a las afueras del reino para demostrar así que su trono aún seguía siendo poderoso. El reinado del rey Seick duró treinta y ocho años y fue conocido como el reinado oscuro. También se cuenta que en su lecho de muerte le dijo a su hijo Malick que restaurara la situación del país, que no cometiera el mismo error que él. Desde entonces a Malick se le conoció como Malick V, el bendito. Por último, el pueblo de Maloria es muy noble. Allí todas las disputas entre hombres, ya sean campesinos o caballeros, se resuelven en un duelo a muerte, por lo que a todo niño varón, en su décimo cumpleaños, su padre le regala una espada.

El rey Rowick nos recibió en la sala real junto a una fuente. Aunque la sociedad de Maloria no estaba diferenciada ni por la economía ni por el poder, el rey seguía siendo el rey, por lo que Fergus, al entrar y ver al rey, se arrodilló. Yo le imité y no nos incorporamos hasta que el rey nos lo ordenó. Comencé a observar la sala en la que nos había recibido. Era gigantesca y estaba llena de columnas decoradas con el estandarte real. De lado a lado de la estancia cruzaba una alfombra desde la puerta hasta la fuente en la que nos encontrábamos. En ella estaba esculpido el blasón del estandarte. En la fuente la alfombra se separaba y llevaba a dos escaleras que conducen a la balconera donde se encuentra el trono del rey. Tras el trono se encuentra una sala pequeña en la cuál el rey se reúne con los diez de la corte, un pequeño grupo de personas encargados de ayudar al rey a tomar las decisiones que conciernen al reino de Maloria. El grupo de los diez está formado por un representante de cada gremio, dos representantes de la iglesia, dos representantes de la comunidad mágica y un representante de la familia real.

Al cabo de un rato centré mi atención en el rey. Éste tenía aún el cabello castaño, no debía tener más de cincuenta y cinco años. Su melena era larga, pero no podía igualarse a la de ningún Niok. Sus ojos eran verdes como el color de sus estandartes. Tenía una barba pequeña y bastante perfilada, en ésta ya podían comenzar a verse algunas canas. Para la edad que tenía se coservaba muy bien. Vestía una armadura rojiza, color característico del Yut fundido, como el típico rey guerrero, y su capa era también del color de los estandartes y los bordes estaban perfilados con hilos de oro. Tras unos segundos de observación el rey saludó a Fergus:

-Bienvenido seas a mi castillo Fergus, hijo del bosque y capitán de la joven guardia de Mesión.-Después de decir esto me miró a mí y me dijo- Y bienvenido seas tú mi joven amigo, hijo de la Tierra. Dime, ¿Cuál fue el nombre con el que tus padres te bendijeron bajo el amparo de la Luna?

-Su majestad... supongo que se refiere al nombre que me pusieron mis padres al nacer... Si es así, le informo de que me llamo Rubén... Y si no es mucha molestia me gustaría saber por qué me han traído a este mundo.- Dije yo titubeante, debido al hecho de que nunca había tratado con un rey, y no sabía que palabras utilizar.

-Estás aquí para cumplir tu misión... Que de hecho... Fergus...- Me respondió el rey, al que Fergus interrumpió antes de que acabara de decir nada para decir:

-Lo siento mi señor por interrumpirle, pero de eso quería hablar con usted.

-Estás perdonado Fergus. Bueno, comentame lo que quieras.- Dijo el rey.

-Umm... mejor en la sala de reuniones. Sólo... los diez y nosotros.- Respondió Fergus.

-Como prefirais Fergus.- Concluyó el rey. Después me miró y dijo- Asistentas de la corte, reunan a los diez y mándenlos a la sala de reuniones por orden expresa del rey. Después acompañad al chico, hacedle entrega de unas vestimentas adecuadas para el campo de batalla y dadle una vuelta por la ciudadela. Cuando caiga el sol traedlo de nuevo aquí.

Después de decir esto, el rey se dio la vuelta y comenzó a subir las escaleras. Fergus comenzó a subir tras él. Yo me sentía impotente. No sabía aún nada. Nadie me había dado ni una sola respuesta. A esto se sumó el hecho de que estaba viendo como estaba siendo apartado e ignorado. Finalmente exploté y grité lleno de rabia:

-No paséis de mí joder.

No sé si me habían entendido, pero Fergus bajó y se colocó frente a mí. Me miró a los ojos y me soltó un guantazo. Me agarró por el cuello de la sudadera y me acercó a su cara para decirme:

-Insensato. Deja de comportarte como un crío. Disculpate ante el rey y cumple sus órdenes sin reprochar. Ya mañana en el poblado del bosque te comenzaré a explicar el por qué estás aquí.

Yo miré a Fergus a los ojos. Aún me sentía burlado por la actitud de Fergus y del rey, pero al final decidí callarme. Fergus me soltó y al instante tras pensarmelo unos segundos me arrodillé y dije:

-Discúlpeme su majestad... No tengo modales... Siento haberlo importunado con mis voces. Al atardecer estaré aquí esperándole.

Las asistentas de la corte me llevaron a una sala cercana a la sala real, allí comenzaron a traer camisas de todas las tallas, pantalones creados con cien tipos de tela distintos y chalecos y capas importados desde todos los rincones de Mesion. El rey les dio la orden de que me dieran todas las prendas que eligiese. No quise abusar de su confianza y solo cogí un par de botas de cuero, dos pantalones de lino marrones, una camisa de algodón, un chaleco de piel de Lumen, un ser semejante a un toro pero con una coraza similar a la de un armadillo, y un chaleco de pelo de Syn salvaje, esas criaturas parecidas a los dientes de sable, que cuando viven en libertad crean con su pelo una segunda piel que les guarda del frío. Me puse las botas, un pantalón de lino, la camisa y el chaleco de lumen y les dije a las asistentas de la corte que ya estaba listo para dar una vuelta por la ciudadela. En ese momento entró otra asistenta y me hizo entrega de una capa verde con capucha. Me explicó que era el regalo de la guía Gina, miembro del grupo de los diez. Me explicó que un guía era el que predicaba la religión y estudiaba las escrituras de los dioses. Había distintos tipos de guía. Existían los guías predicadores, que se dedicaban a ir de poblado en poblado enseñando los escritos de los dioses y aplicando la ley divina, los guías comunicadores, que dedicaban toda su vida a escuchar a los dioses y a interpretar sus mensajes, y los guías mayores, quienes se dedicaban a estudiar todos los mensajes y escritos de los dioses y a crear la ley divina. La guía Gina era una comunicadora mayor y dentro de la religión de los dos mayores ocupaba un alto cargo.

Si la gente de la Corte del rey Rowick ya había empezado ha enterarse de mi llegada quería decir que ya era noticia en Mesión. La verdad es que eso me aterraba. Si de verdad la gente que me perseguía era tan peligrosa cuanta menos gente sepa que he llegado a este mundo mejor para mí.

Vanyn Teler'm Yut: La voz oculta en tu interiorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora