Capítulo 4: Un bosque, un lago y una montaña. Nos persiguen.

59 2 2
                                    

A la mañana siguiente hicimos caso al posadero y nos pusimos en camino hacia Demeng. Estábamos a un día de viaje y daba la casualidad de que aquel día salía un grupo de comerciantes desde Villa Verde hacia Demeng, por lo que nos unimos a ellos para así pasar más desapercibidos. Como ya he dicho anteriormente, desde que abandonamos el campamento de la guardia de Mesion, Erika y yo estuvimos recolectando hierbas medicinales y hongos. Mientras viajábamos, ella se dedicaba a seguir enseñándome cosas sobre este mundo. Era demasiado buena conmigo. Era muy raro que una persona no supiera nada acerca de su supuesto mundo, pero ella jamás me pidió explicaciones.
Por lo visto dentro de pocos días se iban a celebrar las conocidas fiestas estacionales del ducado de Demeng. Sereno Ilgfam era el primo del rey de Reifem y duque de Demeng. A pesar de poseer sólo el título de duque, éste era más poderoso que su primo. Era cuestión de tiempo de que se alzara con el poder del reino, pero por lo que se veía, por ahora le gustaba gobernar desde la sombra. La gente lo conocía por el sobrenombre de rata. Era igual de escurridizo y asqueroso que aquellas alimañas. Además por lo que decían era mezquino, cruel y avaricioso, aunque siempre intentaba limpiar su imagen organizando grandes fiestas para tener a su pueblo contento.

Al igual que en otras ciudades, los grandes festejos de Demeng estaban amenizados con torneos y concursos. Cualquier guerrero tenían la oportunidad de demostrar su valía con la espada, su puntería con el arco, su templanza en la batalla y, en general, su destreza con todo tipo de armas. Sereno no se identificaba con los guerreros que participaban en sus torneos. Para él la mayoría de los participantes eran bárbaros y mercenarios que sólo iban en busca del oro. Él no había sido criado en un campo de batalla. A pesar de ser un hombre bastante odioso, Sereno Ilgfam contaba con una curiosa cualidad muy escasa en aquellos días. Sereno era bastante culto e inteligente. De pequeño su refugio fueron los libros, los cuadros, las esculturas... Ese afán por el arte es lo que llevó al duque de Demeng a ser el primero en convocar un certamen literario que atrajo la atención de los mejores escritores e historiadores de Mesión.

Al caer la tarde comenzamos a divisar la estructura de la ciudad. Ésta había sido emplazada sobre el río Gish, el cuál dejaba la ciudad dividida en dos. Un gran puente de piedra comunicaba los lechos del río. A ambos lados de éste se extendía un paseo con árboles. Las casas estaban mucho más elaboradas que en Maloria, pero a diferencia de éste, en Demeng sí existía la pobreza. Fuera de las murallas que protegían la ciudad podían verse chozas y casuchas apiñadas que pertenecían a los ciudadanos más pobres de Demeng. En la parte que quedaba al norte del río se podía reconocer el enorme palacio de la rata. Era la construcción más grande y más decorada de todo Demeng. Cuatro filas de columnas, cada una de ellas con tres columnas, flanqueaban la puerta principal del palacio. Sobre estás descansaba el gran balcón desde el cuál la rata solía dirigirse a su pueblo. Al igual que las demás casas, el palacio lucía de un color blanco perlado. Este color era característico de la ciudad. La piedra que se extraía en las canteras del Gish conseguía ese acabado perlado al ser pulida con las técnicas de los maestros artesanos de Demeng. Ésta era una de las principales fuentes de ingresos del reino de Reifem. La piedra pulida de Demeng había conseguido tal fama que la mayoría de los templos de Mesion que fueron construidos en la quinta Era de los Hombres, la segunda época blanca de Mesion, habían sido construidos con este tipo de piedras.

Por fin traspasamos los muros de la ciudad. Ésta estaba totalmente iluminada. Las paredes de las calles principales de Demeng se encontraban revestidas con infinidad de estandartes, antorchas, banderas, ... La gente iba de un lado para otro sin un rumbo fijo. Los niños correteaban entre los adultos mientras jugaban con pequeñas espadas de madera. Los más ancianos del lugar simplemente se dedicaban a observar la fiesta desde los puestos de fermentados de frutas. Mientras tanto toda esta escena era amenizada por un par de músicos que se encontraban en la plaza de Demeng, pero que podían ser escuchados desde cualquier rincón de la ciudad. A un lado y a otro de la calle sólo había puestos de mercaderes y pequeñas tabernas. En los puestos podías encontrar productos traídos de todos los rincones de Mesion y si eras bueno buscando rebajas y haciendo trueques podías conseguir cualquier cosa por un módico precio.

Vanyn Teler'm Yut: La voz oculta en tu interiorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora