Capítulo 3: Cuéntame tu secreto y el regreso.

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Habían pasado un par de semanas desde que tuve aquella pesadilla tan extraña. No había hablado sobre el sueño con Fergus. No sabía como abordar el tema. No podía hablarlo con Nina. Hablar con Nina suponía un esfuerzo enorme, ya que ella siempre intenta ver más allá de las cosas simples, por lo que no se le puede explicar algo simple. Bueno, en verdad lo mío no era tan simple. A lo mejor para ver la solución del problema necesitaba verlo desde la perspectiva de Nina.

Llevábamos meses sin saber nada de Elana. Los informadores de Fergus habían traído noticias de que se le había visto en varias ciudades de Mesion. Por lo que sabíamos la habían visto haciendo preguntas sin sentido y algunas personas afirmaron que iba detrás de un objeto de gran valor. Fergus había comenzado a preocuparse un poco por ella y había comenzado a replantearse la idea de que la guardia saliera tras Elana. Su actitud era imprudente. Estaba llamando demasiado la atención.

Por otro lado, Erika ya se había ganado un hueco entre las filas de la guardia. Era una chica joven, pero no le faltaba valor. Había superado de una vez por todas el hecho de dejar a sus padres atrás. Desde que llegó a la guardia pasaba bastante tiempo con ella al cabo del día, casi tanto o más que con Fergus. Me agradaba tenerla cerca. Teníamos casi la misma edad, por lo que nos entendíamos bastante bien. Además me ayudaba a dejar a un lado mis problemas, a dejar a un lado la guardia, a dejar a un lado Mesion.

Como casi todos los días, Erika y yo acudíamos al templo de piedra que se encontraba al este del campamento. Todos sabemos que los niok son un pueblo humilde y que construyen sus casas con pieles, troncos y hojas, pero la casa de los dioses es superior a ellos. Las casas de los dioses se erigen en piedra.

La primera vez que llegamos al templo del bosque de Wig pensamos que estaba abandonado. Alrededor de éste crecían los árboles sin control ni orden. Las raíces y ramas se incrustaban incluso en la más minúscula de las grietas que quedaban entre un sillar y otro de las paredes del templo. Éstas lucían un color verde debido al musgo. La hojarasca nos llegaba por los tobillos y los arbustos casi ni dejaban ver la puerta del templo. Pero al entrar todo era diferente. El templo constaba de una sola habitación. Todo el suelo de la estancia estaba hecho con piedra pulida. Había cuatro columnas en el centro de la habitación formando un cuadrado. Estas columnas sujetaban la cúpula del templo, que al estar tapada por los árboles desde fuera no pudimos verla. El centro de la cúpula es una ventana, por lo que el templo siempre estaba iluminado. En la pared que estaba frente a la puerta había un fresco que representaba a una decena de dioses. Según me dijo Nina, faltaban bastantes dioses que se habían unido a estos tras la separación del reino de Xactec, hecho que marcó el año cero en el calendario de Mesion. Bajo el fresco se encontraba una especie de piscina de un par de metros de ancho. No era muy profunda y el agua estaba limpia y cristalina. Me sorprendió mucho no ver ni una sola raíz, ni rama dentro del templo.

Aún recuerdo la primera clase de Nina. Decidió impartir sus clases en el templo para estar así en armonía con los elementos y los dioses. Lo primero que nos enseñó es que había dos clases de magia. La primera magia era la innata, la heredada, es decir, la que se nos otorga por nacer, por tener vida. Todo ser posee este tipo de magia. El problema es que a algunos seres esta magia se les activa tarde o directamente nunca se les activa. A la gran mayoría de las personas jamás se les activa. Se llama magia heredada porque proviene de los primeros magos, creados por los dioses, que poblaron Mesion. Esta clase de magia no tiene límite, por lo que los magos herederos suelen ser más poderosos que los magos elementales. La segunda clase de magia es la elemental. Esta magia debe ser otorgada por los elementales, seres creados a partir de la utilización de una gran cantidad de energía mágica que no tienen un perfil determinado, por así decirlo son como el residuo de un conjuro que agote toda la energía mágica de un ser y que luego adopta la forma de lo que cree conveniente. Este tipo de magos es más numeroso. Dependiendo del tipo de elemental, tu magia puede estar consagrada por fuego, agua, tierra, viento, rayo, bosque, luz o oscuridad. Los magos elementales suelen manejar a la perfección su elemento, pero sus otras cualidades no suelen ser muy sorprendentes.

Vanyn Teler'm Yut: La voz oculta en tu interiorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora