Capitulo 1 (No controles)

141 12 0
                                    

Lo único que sintieron antes de ese día fue odio

5 días antes de la tormenta

Javier

Eran las ocho y media de la mañana. Un sábado cualquiera de 1989. Pero para mí no lo era. Ese día tocaba lo peor que me pudiera ocurrir: ir al psicólogo. Todos los sábados era la misma historia, por eso yo odiaba los sábados.

Bajé las escaleras y me dirigí a la cocina. Mi padre estaba sentado en la mesa, lleno de papeles y tinta en las manos. Parecía concentrado, así que decidí dejarle tranquilo. Era escritor de novelas históricas que solían ir a estudiantes de EBU. Mientras tanto mi madre estaba en la cocina, dejando mi plato del desayuno. Me senté en el taburete.

- Date prisa en desayunar, que hay que irse al...-

- Psicólogo, lo sé.- corté a mi madre la frase. Odiaba que me repitieran las cosas siempre y sobre todo que me controlaran tanto.

- Después de comer, vete a vestir y lávate los dientes, ¿vale?- Asentí de mala gana y empecé a comer las tostadas.

De pronto el teléfono empezó a sonar y mi madre se fue hasta él rápidamente. Mi padre dio un grito, había despertado de su sueño. Me miró y saludó con la mano, después volvió a trabajar.

Se puso el teléfono en la oreja. Después de unos segundos mi madre me llamó:

- Javier, es María, otra vez.- Fui corriendo al teléfono y empecé a hablar con ella. Su voz me relajaba y me llamaba todos los sábados por la mañana antes de ir a los psicólogos.

Al relajarme un poco, María me comentó si iba a ir al cuenta secretos. Sin pensarlo afirmé. Allí nos reuníamos para hablar de nuestros problemas y por una vez en la vida, estábamos tranquilos. Quedamos a las cinco de la tarde

Acabé de desayunar e hice todo lo que mi madre me dijo. Nos subimos al coche y nos fuimos a la ciudad: Lugo.

Eva

- Vete a la mierda gilipollas.- cerré la puerta de un portazo y pude oír como mi padre me insultaba y aporreaba la puerta. Antes de que pudiera abrirla, salí corriendo calle abajo. Un coche pasó por el lado y pude ver a Javier. Me miró extrañado, pero no le di mucha importancia, solo seguí corriendo.

Llegué a la casa de Lucía: la casa rosa. Llamé a la puerta con educación y me abrió su padrastro. Me miró de reojo y cerró la puerta. Me alejé de la casa y cogí una pequeña piedra que tiré a la ventana de la habitación de Lucía. También miraba calle arriba por si acaso mi padre venía a por mí, aunque nunca lo hacía. No creo que me abriera la puerta durante horas.

- ¿Que pasa?.- Lucía se asomó por la ventana con los ojos entreabiertos, recién despierta.

- Si,no te acuerdas habíamos quedado.-

- Hostia, es verdad. Ahora bajo.- desapareció de la ventana.

- ¡Trae el walkman!- Sacó su mano e hizo un gesto de vale.

Me dirigí al banco de enfrente de su casa y pude oír un pequeño gemido de detrás del pequeño muro que tenía. Decidí asomarme y para mi sorpresa era Oscar. Estaba lleno de botellas de alcohol y porros. Sus gemidos se transformaron en risas.

- Menudo imbécil.- Salté el muro y empezó a reír aun más fuerte.

- Vaya, ahora las chicas hacen deporte o que.- Cogió su porro y empezó a tomar caladas sin parar, riendo cada vez más fuerte. Me acerqué a él enfadado y le agarré de la camisa.

- Como vuelvas a insultarme, te juro que te quito tu cara de fumeta con mis puños.- Acercó su cara y sonrío.

- Marimacho.- Me empujó tirándome al suelo y él levantándose. Tiró el porro al suelo y se fue tambaleándose.

De repente, Lucía se acercó a mí corriendo y me ayudó a levantarme.

- ¿Que ha pasado?- Señalé a Oscar que se había quedado parado mirando a la ventana de esa zorra: Victoria.

Victoria

Al ver a mi novio lleno de vomito y alcohol por todo el cuerpo, me dio vergüenza ajena. Le quiero mucho pero hay veces que me hace pasar mucho ridículo y me pone nerviosa.

- ¡Sube antes de que te vea alguien!- Me hizo una señal de que me había escuchado y se dirigió casi a rastras hacia la puerta.

Baje las escaleras rápidamente y abrí la puerta. Le agarré y le subí al cuarto de arriba metiéndonos al baño. Casi no entrábamos los dos juntos y eso hacía que me tocara y me manchara de su vómito.

- Que puto asco Oscar. No quiero tocar tus líquidos joder.- di una patada al suelo y él empezó a reír.

- Eso no lo dijiste anoche, guapa.- Me intentó coger del culo y antes de eso le di una bofetada, cambiando su cara radicalmente.- Estas borracho, Oscar, pero no me vuelvas a decir eso, ¡me entiendes!- Este afirmó con la cabeza y volví a estar tranquila.- Dame la camisa y los pantalones. Voy a lavarlos.- Se quitó la ropa y se sentó en la tapa del vater. Abrí el grifo y empecé a lavar la ropa. - No me vuelvas a hacer esas cosas y menos si no estoy delante. Soy tu novia y debo controlarte.- Solo afirmó con la cabeza y no pude resistir en soltar una sonrisa maligna.- Así me gusta.-

EL MONJEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora