Capitulo 11 (Live and let die)

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No pudieron resistirse a la muerte

3 días antes de la tormenta

Lucía

Antes de las 10 yo ya estaba despierta. Me encontraba en la cama, cansada y sin ganas de hacer nada. Ayer no había salido de casa. Las luces de mi cuarto habían estado apagadas y las cortinas cerradas. No quería que nadie supiera de mi presencia.

De pronto mi madre entró en la habitación y se puso al lado mío.

- Hija, sal de la cama y haz algo. Me estas asustando ya.- Me giré de lado para no discutir con ella. Ella seguía insistiendo en sacarme de allí rápido y desayunar, amenazándome de que mi padrastro vendría a por mí. No la creí en un primer momento, sin saber de que él ya esperaba en la puerta.

- Levántate de la cama ya.- Alcé la vista a su silueta. En su mano llevaba el cinturón de cuero con el que siempre pegaba a mi madre.

Rápidamente me levanté y me puse al lado de su mujer, que temblorosa se puso detrás mío. Sonrió picaresco y se fue hablándonos:

- Que bien que tengo este amigo para que me respeten.- Se fue a la habitación y nos dejó a las dos solas.

Mi madre se fue a la cama y se tapó la cara, llorando silenciosamente para él, pero ruidosamente para mí. Volví a sentarme con ella, después de cerrar la puerta.

- Tranquila, un día esto se acabará.- Dije a mi madre.

- Nunca se va acabar, no nos dejará en paz hasta que una de las dos acabe herida y él acabe en la cárcel.- espetó. En ese instante mi madre cambió la cara a una más iluminada y tranquila. Se le había ocurrido algo. Se levantó de la cama y fue al cuarto de él. Al volver traía con él su cinturón.

- Mamá, será mejor que lo dejes donde estaba, si nos ve con eso nos matará de verdad.- aun así siguió empeñada y me contó su idea.

- Pégame con él. Crearemos una denuncia falsa contra él y le llevaremos a la cárcel.- me dio el cinturón y se quitó la camiseta poniéndose de espaldas a mí.- Hazlo ya.- Raramente querría hacer algo contra alguien, sobre todo a mi madre, pero esa vez, era necesario para el bien de nosotras dos.

Empuñé con fuerza el cinturón y con la hebilla empecé a darle con toda mi fuerza. Pegó un breve grito. La herida empezó a sangrar y llenó su espalda con ella.

- Sigue hija, así todo acabará.- Recogió mi almohada y la puso en su boca rápidamente. Apretó los dientes cuando le di la segunda vez. Empezó a tambalear, pero le di una tercera, una cuarta, una quinta hasta llegar a veinte golpes.

Después de ello, toda mi cama incluso mis manos estaban con ello y cada vez que veía la ensangrentada espalda de mi madre me entraban arcadas.

Lentamente se giró a mi y puso sus manos en mi cara, quitándome las lagrimas. Después de lo que había pasado, tenía una sonrisa tan real, que hasta daba miedo.

- Le vamos a meter en la cárcel.- paso seguido fue a dejar el cinturón en su sitio y se dirigió al teléfono. En breves minutos la policía estaba en casa.

14 de febrero de 1989

Mi madre y yo llegamos a casa de María. Allí nos abrió una madre destrozada, de negro y poca autoestima. Le dimos un abrazo mi madre y yo y nos metimos en su casa.

Casi todo el pueblo estaba allí, hablando con el padre y su hermana, que estaba en un sillón, con la mirada perdida en la foto de Julia. Llevaba un rosario en la mano y un pañuelo en la manga del vestido.

Me acerqué a ella y toque su hombro, haciendo que reaccionara y me mirara. Cogió de nuevo su pañuelo y se sonó la nariz.

- María, tenemos que hablar.- Susurré. Tristemente se levantó del sillon y fuimos a su habitación, cerrando la puerta con pestillo.

- ¿Que hacías liándote con mi hermana antes de que se suicidara?- Preguntó María.

- Ella quiso hacerlo y yo también. Ese es el único motivo.-

- No te creo Lucía. A mi hermana no le gustan las tías.-

- Pues deberías conocer mejor a tu hermana, porque no tienes ni puta idea.- Hubo unos segundos de silencio en los que María se quedó pensando. Después me hizo otra pregunta.

- ¿Fue por tu culpa que ella se suicidara?- Negué con la cabeza.

- María, ella no se suicidó. La mataron.- De pronto, levantó la cabeza y como una bala se abalanzó a mí.

- ¿Quien fue?-

- Oscar y Victoria. La mataron después de liarse conmigo, cuando iba al baño. Lo hicieron parecer un suicidio para que nadie les pillara. Pero yo si los pillé.- Del bolsillo saqué el anillo que estaba en el suelo cuando encontré a Julia muerta y se lo mostré. En la mente de María ya todo tenía sentido: por ese anillo que Victoria se había llevado, Oscar se había puesto celoso y para vengarse intento hacerle daño a Julia.

En un golpe de ira, agarró su mesa y tiró todo lo que había en ella, dando golpes haciéndole hendiduras pequeñas. Arrasó con toda su habitación, gritando llorando y pensando en Julia.

En medio de ese estado, llamaron a la puerta y abrí para que me ayudaran a pararla, sea quien fuera. Detrás de ella estaban Javier, Mario, Sergio, Cristian y Eva. Entraron asustados a la habitación. Cinco desconocidos en ese momento, pero que pararon la rabieta de ella.

Al pararla los miró extrañados en silencio. Estábamos alrededor de ella, agarrándola de los brazos cuando de pronto su piel se volvió blanca. Sus piernas se desplomaron y calló al suelo soltando un breve aliento.

EL MONJEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora