Mi primer amigo

Su Padre

Damián abre los ojos a la luz del día, se encuentra en su cama y no recuerda como ha llegado a ella, a su lado los ojos de Jon azules como el cielo se abren y le sonríe a modo de saludo y buenos días.

-¿Tú me trajiste hasta aquí?- le pregunta con la voz ligeramente ronca por la modorra matutina.

-No, fue tu papá-le dice Jon disfrutando del calor de la cama compartida, lleva un tiempo despierto esperando por el otro.

Damián parece ofuscado por las palabras de Jon, pero asiente aceptándolo, bosteza y se estira para ponerse de pie –Iré a ducharme primero- le dice para encerrarse en el baño y comenzar la rutina matutina.

Cuando ambos están aseados hacen su camino a la cocina únicamente para encontrarse con Bruce, quien no ha ido a trabajar contrario a su costumbre. 

El hombre tiene entre las manos unas cajas de comida a domicilio y la sirve en unos platos, que seguramente nunca se han utilizado. 

-El desayuno está listo- musita extendiendo un plato a Damián, quien le mira con una ceja alzada, su padre nunca cocina, en todo el tiempo que ha estado ahí no se han sentado a comer juntos en ninguna ocasión.

-No sueles preparar el desayuno – dice analítico mirando sus waffles con fruta y miel, encargados seguramente de algún restaurante cercano.

-Encargar comida no es cocinar – le dice Jon objetivo demeritando el esfuerzo del mayor, Bruce duda por un segundo en entregarle su plato, pero al final se lo extiende, ambos se miran evaluándose un segundo y el menor le sonríe  inocente sentándose a la mesa con Damián.

-Hice café- murmura Bruce llevando la cafetera y tres tazas sentándose con ellos.

-He pensando que contrataré personal, así podrá prepararte la comida y hacer la limpieza de la casa, un mayordomo que se haga cargo- dijo dándole un sorbo a su café.

-¿Un mayordomo?, ¿no será un gasto inútil? solo como yo, y casi siempre lo hago en la calle o en casa de Jon- murmura Damián cortando sus waffles. 

-No puedes comer toda la vida en una casa ajena Damián- 

-Si puede, el ya es de la familia -le dice Jon sonriendo al otro adolescente - A mis padres no les importa alimentarlo- le asegura. 

-No es correcto de cualquier forma, despejaré una de las habitaciones para el mayordomo y cenaremos y desayunaremos juntos- dice como veredicto final. 

Damián le mira asombrado por ello y asiente, hay una diminuta sonrisa en sus labios mientras come en el agradable silencio que sobreviene después. 

-Gracias por el desayuno padre-  Damián finaliza dando los últimos sorbos a su café negro levantándose de la mesa. 

Bruce mira a su hijo y asiente, el ambiente no es tenso y Jon les observa, aquel podría ser un inicio para mejorar su relación.

No tiene demasiado tiempo para analizarlo, su celular suena y es su padre quien pasará a recogerlo pronto.

-¿Debes irte ya?- le pregunta Damián con ligera tristeza y Jon asiente.

-Nos veremos  en la escuela- le asegura Jon apresurándose a recoger  sus cosas, Damián le acompaña a la puerta y le ve irse diciéndole adiós.

Cuando regresa a su casa, su padre está en su oficina recibiendo una llamada, Damián lava los platos limpiando los vestigios de la comida, su mente distraída no escucha la voz de Bruce hasta que este le llama.

-Damián, es tu madre, quiere hablar contigo-

Cuando toma el teléfono la voz de Thalia le saluda.

-Iremos a visitarte- le informa alegremente -Quiero verte pronto, tengo algo importante que decirte –le dice ella con su voz misteriosa, Damián sabe que planea algo.

-Espero verte pronto madre- le dice suave despidiéndose cortando la llamada.

Un malestar le recorre el cuerpo, ama a su madre, pero no desea ver a su nuevo esposo Slade. 

Muerde su labio lleno de estrés al saber que el encuentro es inevitable, su madre es caprichosa, no le dejará en paz hasta satisfacerse. 

No le queda tiempo, debe hablar con su padre y buscar la manera de permanecer en Nueva York.