Salir de aquí...

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Tenía que salir de aquí....

El no moriría en este nauseabundo lugar...

Haría lo que fuera por escapar, por....

No terminaría como todos los demás...

Esos pobres diablos, cuyos cadáveres adornaban en sótano de este psicópata...

No...

El sobreviviría.

Y solo había una cosa que lo salvaría.

Aprovechando que el novio se había ido de la casa, forzó un poco sus cadenas.

Era una suerte que estuvieran tan corroídas por la humedad, al punto que jalarlas un poco hicieron que los eslabones más débiles se rompieran.

Si tuviera las condiciones para escapar lo haría, pero su pierna rota no ayudaba en mucho.

La última vez que logro romper sus cadenas, Gluskin se había encargado de romperle la pierna.

Decía que era un castigo justo por dañar un obsequio suyo.

Aun así, él no se rendiría.

Ahora tenía un mejor plan, y su primera parada era el baño.

Tomo una relajante y caliente ducha, lavando los restos de sangre y mugre de su cuerpo.

Era extraño como el agua parecía calmar sus miedos.

Pero no era tiempo de relajarse, tenía mucho trabajo y poco tiempo.

Así que en cuanto se secó un poco, tomo la navaja de afeitar de Eddie.

El solía quejarse de sus antiestéticos vellos, así que los elimino sin pensarlo.

Era extraño la sensación entre ardor y frio que sentía en sus piernas, pero como dije antes no había tiempo para eso.

Desnudo camino por la casa, en medio de la oscuridad de la tarde.

Apenas eran las cinco de la tarde, pero las ventanas bloqueadas apenas dejaban pasar la luz.

Pero quizás ahora eso era una ventaja, pues nadie vería su cuerpo desnudo y húmedo.

Era una suerte que Eddie Gluskin no parara de hablar de su casa, describiendo cada rincón de esta.

Al principio era tan aburrido, pero ahora le era de gran utilidad.

A pesar de que era la primera vez que caminaba por estos pasillos, sentía que los conocía de antes.

Como si su mente hubiera olvidado algo...

Algo importante...

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Con fuerza sacudió su cabeza, no tenía tiempo...

Eddie volvería a casa y el aun no tenía la cena...

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Maldición aun esos pensamientos le atormentaban.

Ese maldito loco le había jodido tanto la cabeza.

Y ahora no podía pensar con claridad.

Además, tenía tanto que hacer.

Comenzando por elegir el vestido correcto para esa noche.

Había tantos y tan hermosos.

Rojos, azules, morados, rosados, verdes...

Jamás imagino tantos colores, tantos moños, tantas faldas abultadas.

Deseaba tanto probarse todos ellos....

Pero Eddie volvería pronto...

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Qué diablos estaba pensando...

Jodido psicópata le tenía vuelto loco.

Solo deseaba irse, volver a su casa...

Él tenía una familia, amigos...

Una vida.

Y haría todo para recuperarlas.

Así que, sin pensarlo, tomo el primer vestido que encontró.

Se peinó frente al gran espejo que estaba en la sala.

El cepillo era tan suave, y se notaba que era caro, quizás plata.

Había un perfume en aquel tocador, olía tan dulce y familiar.

Le gustaba...

Rociarse un poco no le costó nada.

Se tomó unos segundos para oler su propia piel, encantado con el resultado.

Se colocó después unos zapatos de tacón, azules igual que su vestido.

Caminar con ellos era incomodo, pero cuando antes se acostumbrará sería mejor.

Así que aun cuando se tambaleaba logro llegar a la cocina.

Había un gran libro rojo lleno de recetas.

Varias de ellas marcadas con notas y sugerencias.

Al parecer a Gluskin le gustaba mucho cocinar.

Una suerte para él, pues no sabía mucho de esto, apenas y se preparaba algunas sopas en el microondas o uno que otro emparedado.

Sus favoritos eran los de jamón y queso derretido.

Amaba la sensación del queso caliente contra él su paladar, y el pan crujiente.

Así que se le ocurrió, porque no preparar algo con queso.

Fondue, sonaba delicioso en ese momento.

Había visto unas fresas deliciosas en el refrigerador, parecían incluso recién cortadas.

También podría preparar un poco de carne, lo cual en ese momento era perfecto, pues hace días que no había comido nada de carne y tenía un gran antojo.

Cocinar en aquella hogareña estufa era bastante cómodo, descubrió que no le costaba nada adaptarse a esta.

Incluso se sorprendió al encontrar todo lo que buscaba sin contratiempo alguno.

Además, mientras buscaba el aceite adecuado para la carne, encontró un hermoso mantel verde y varias velas.

Eso le ayudo bastante con la decoración del comedor.

El cual por suerte estaba bastante limpio, así que el solo tuvo que quitar algunas sillas, acomodar el mantel, prender las velas y esperar.

Pues con toda su misión completa, había consumido las 3 horas de su tiempo y Eddie llegaría en cualquier momento.

Lo cual hacia que su corazón latiera.

Estaba ansioso por que Eddie le viera.

Deseaba tanto cenar con su dulce esposo.

Que viera lo hermoso que se había puesto para él.

Que le besara y abrazara.

Pues lo amaba tanto y no quería volver a ese sucio sótano.

Donde los cuerpos de esas zorras colgaban.

El no deseaba las cadenas, solo los brazos de Eddie.

Su amor y su cariño.

Hasta que la muerte los separe.

Hasta que la muerte....Where stories live. Discover now