2. Desastre.

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Mi grupo de hienas, después de disculparse medianamente, me convencen para que las lleve a comprar alcohol al supermercado más cercano, una hora de viaje casi. Cuando llegamos a la sección de la bebida no sabemos ni que comprar. Llevamos tanto tiempo sin beber de manera descontrolada que ya no sabemos que nos apetece beber en grandes cantidades, nuestra época de desfase total ha quedado bastante lejana, y no estoy segura de querer volver a revivirla por unos días. Soy de ese tipo de personas que tienen una resaca que le dura tres días.

Cuando llegamos a la caja registradora para pagar todo, llevamos dos carros hasta arriba, uno con casi cuarenta botellas de alcohol y otro de bebidas para acompañar el alcohol más la comida basura para acompañarlo.

-¿To... Todo en la misma cuenta?.- Pregunta el cajero con los ojos abiertos como platos al ver la cantidad de alcohol, tendrá un par de años menos que nosotras. Y comprendo que esté alucinando en colores con toda la bebida que llevamos para cuatro personas que estamos presentes.

Después de una decisión rápida grupal, mi tarjeta sufre el desembolso de casi ochocientos euros. Al ver la cuenta, creo morirme. ¿¡Que narices hago con mi edad comprando tantísima bebida para tan solo cinco días!?. La lista es enorme, igual que mis ganas de matar a mis amigas. El chico nos sonríe mientras yo escupo una reata de insultos hacia las locas de mis amigas, si fuese él ante esta situación cómica probablemente me estuviera riendo también. Las chicas empujan el carro fuera del local mientras intentan no responderme ningún tontería. La española media con nuestra edad suele estar comprando papillas, pañales y ropa de bebé, o por lo menos con su primer hijo, tenido o en camino, no con dos carros llenos de bebida, para cogerse la borrachera del siglo.

-No sé que pensáis hacer con tantos litros de bebida.- Refunfuño como una madre mientras descargamos todo para meterlo en la despensa de los padres de Amaia. William y María alucinan con todo lo que bajamos del coche, mi maletero es un tetris de botellas, que pasa a ser a un tetris en la despensa que parece más bien la sección de bebidas de un supermercado.

-Divertirnos Alaia. ¡Divertirnos y mucho!.- Las dejo trazando sus planes de locura y salgo al coche a por las últimas botellas que faltan de descargar.

Cojo los dos últimos paquetes de CocaCola y tres botellas de Jack Daniels. Cuando he conseguido coger todo, hago unos movimientos dignos de acróbata del Circo del Sol para cerrar el maletero sin tener que soltar nada. Si me ve mi padre cerrando el maletero con el pie, me deshereda como mínimo.

-No pensaba que fueras de ese tipo, fierecilla.- Escucho detrás de mi. Me doy la vuelta y me encuentro con el mismo idiota de esta tarde, lo reconozco por la camiseta gris con rayas negras y los pantalones cortos color caqui. No me molesto en mirarlo a la cara siquiera y entro en la casa para descargar lo que llevo.

-En la calle tenéis a vuestro amigo.- Indico a las chicas antes de dejarlas tranquilas para que terminen su tetris. De camino al salón principal, paso por la habitación y pongo a cargar el teléfono y cojo el iPad para revisar el correo nuevo que me ha llegado.

Cuando llego al salón observo como el idiota está apoyado en la pared donde termina el pasillo de entrada y empieza el salón. Me acomodo en mi sillón favorito y observo como mis amigas babean por el idiota, son dignas de llevar un babero, o varios, no lo tengo muy claro, me planteo ir a por un cubo para ponérselo debajo, pero al final deshecho la idea. Enciendo el iPad ignorando la escena y me dedico a mirar como van las listas del alumnado ya aceptado y los horarios de las recuperaciones de la semana que viene. En algún momento de mi tranquilidad, me pierdo algo interesante de la conversación de mis amigas con el idiota.

-¿Qué dices?.- Pregunta Amaia mientras las tres me miran con caras alegres, las cuales son una pequeña súplica. Demasiados años juntas.

-¿Qué digo a qué?.- Pregunto mientras sigo observando de nuevo la pantalla del iPad, estoy eliminando correo basura que me ralentiza encontrar los importantes.

Jodido vasco.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora